Los problemas del euro pueden agravarse en 2011

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La crisis de la deuda pública parece estar cobrando fuerza en la Unión Europea (UE) y la cotización del euro, la moneda única, está bajando irremediablemente.

La crisis de la deuda pública parece estar cobrando fuerza en la Unión Europea (UE) y la cotización del euro, la moneda única, está bajando irremediablemente.
 
Inmediatamente después de las festividades de Navidad y Año Nuevo, en Rusia  el euro perdió 88 kopeks, llegando a costar 39.61 rublos, tras lo cual bajó hasta el índice mínimo en los últimos cuatro meses: 39.53 rublos.
 
Todo indica que los inversores se están preparando para un escenario en el que Portugal repetirá el camino de Grecia e Irlanda, es decir, solicitará ayuda al Fondo de estabilización de la UE.
 
Y no pasa nada
 
En general, todo el mundo está esperando el desmoronamiento del euro: la economía comunitaria está ante la perspectiva de una crisis y todavía no se ha encontrado ninguna forma para evitarla.

A finales del año pasado muchos expertos predijeron que la crisis de la deuda pública llegaría a constituir en 2011 uno de los problemas primordiales.
Al parecer,  estos pronósticos alarmantes empiezan a cumplirse. Esta vez el mercado se vio alborotado por los rumores de que Portugal está a punto de solicitar a la UE ayuda financiera.

En la prensa europea continúan los comentarios de que Alemania y Francia insiste en persuadir a Lisboa de que pida prestados al Fondo anti-crisis entre 50.000 y 100.000 millones de euros.
Este año Portugal deberá reestructurar deudas por unos 20.000 millones de euros, 10.000 de ellos ya en primavera.
La situación económica en el país no es nada alentadora.

La deuda soberana de Portugal para diciembre del año pasado equivalía aproximadamente al 112% de su PIB, mientras que la deuda pública de Grecia era igual al 95% del PIB nacional.

De momento, las autoridades portuguesas de momento manifiestan que no necesitan ninguna ayuda.
Según el primer ministro del país, José Sócrates, en 2007 Portugal consiguió reducir el déficit presupuestario hasta el 7.3 % del PIB frente al 9.3% del 2009. En vez de pedir ayuda a Bruselas, Lisboa prefiere intentar conseguir fondos a través de la venta de obligaciones del Estado.

Es difícil establecer la reacción de los inversores: el pasado 10 de enero el tipo de interés de las obligaciones para 10 años aumentó hasta el 7.3%.

Y aunque el Banco Central Europeo compró obligaciones del Estado de Portugal ayudó a reducir su rentabilidad, lo que demuestra la existencia de problemas en la economía portuguesa. El tipo de interés del 10% es considerado un cierto tope, tras el cual se suele hablar ya del colapso económico de un país.
 
Lecciones mal aprendidas

Al parecer, paso a paso, Lisboa está repitiendo el camino que el año pasado recorrió Dublín y Atenas, que  primero optaron por negar la existencia de cualquier problema económico, luego reconocieron que sí había problemas, pero insistieron en solucionarlos con sus propias fuerzas y posteriormente acudieron a la Unión Europea para obtener ayuda financiera.

Grecia e Irlanda solicitaron ayuda más o menos un mes después de que el tipo de interés de sus obligaciones del Estado superara el 7%. No se sabe, cuánto aguantará Portugal.

Y España tampoco está en una situación mucho mejor, su economía es significativamente más grande que la portuguesa, por lo que 50.000 millones de euros le sería insuficiente…

El derrumbe de las economías europeas puede provocar una nueva espiral de la crisis económica global y esto a nadie le interesa.
Es por ello por lo que los Estados asiáticos se precipitaron a echar una mano al Viejo Mundo: China anunció su disposición de comprar parte de las obligaciones del Estado de España y, posiblemente, también de Portugal. Japón se mostró dispuesto a adquirir hasta el 20% de las obligaciones de los países europeos para apoyar las economías en apuros.

Estas medidas pueden frenar el desarrollo de la crisis, pero no podrá solucionarla, porque el problema consiste en el mismo concepto de la Unión Europea.

Sus autores se guiaron en primer lugar por razones políticas de la unificación, sin detenerse  a pensar  en los aspectos económicos de ésta.
Incluso durante el proceso de la formación de la UE sus miembros potenciales persiguen objetivos distintos.

Las economías fuertes de Alemania, Francia y los países de Benelux orientadas a las exportaciones buscan conseguir una ventaja competitiva para poder vender sus productos, sin pensar en las fluctuaciones de la cotización.

Y los países menos desarrollados, incluida Grecia, Portugal y otros, contaban con contraer créditos baratos a pesar de sla debilidad de sus economías. Y la verdad es que pudieron acumular muchos créditos.

Esta alianza forzada entre los países más y menos ricos tuvo unas consecuencias desastrosas: los índices de desarrollo económico y del nivel de vida en los países ricos superan la media europea y los países pobres, tras haber recibido créditos baratos, acabaron atrapados en sus deudas y no se ven con fuerzas de salir de esta trampa.

No en vano expertos tan importantes como George Soros y Nouriel Roubini vaticinaron a mediados del año pasado la posible desintegración de la Unión Europea.
Los partidarios de la unidad europea se escudan detrás de la falta del mecanismo de salida de un espacio monetario único.

Sin embargo, si la crisis financiera continúa avanzando, la creación de dicho mecanismo podrá resultar menos costosa que el mantenimiento de la unidad a toda costa.
 
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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