El presidente ruso Dmitri Medvédev también es regidor del Tiempo

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El presidente ruso Dmitri Medvédev demostró que las competencias del jefe de Estado en Rusia pueden extenderse a los ámbitos más inesperados.

El presidente ruso Dmitri Medvédev demostró que las competencias del jefe de Estado en Rusia pueden extenderse a los ámbitos más inesperados.

Por ejemplo, al de regidor del tiempo, o juez que regula la unidad indisoluble de las relaciones temporales y espaciales. La decisión de Medvédev de suprimir el cambio de hora en invierno a partir del próximo otoño viene a ser un paso más hacia la realización de la idea expresada en el mensaje presidencial en 2009: reducir la cantidad de husos horarios en Rusia.

El año pasado cinco entidades federales de Rusia redujeron una hora la “distancia” horaria que les separaba de la capital, ya que no pasaron al horario de verano como el resto del país.
En la península de Kamchatka en el Extremo Oriente ruso y en la también oriental región de Samara esta decisión provocó protestas por parte de la población local. Aunque no fue de inmediato, sino al llegar el invierno, ya que empezó a anochecer muy temprano. Miles de habitantes de Petropávlovsk-Kamchatski, centro administrativo de Kamchatka, protagonizaron manifestaciones callejeras.

Pero ahora, después de que el presidente anunció que a partir de octubre de 2011 se dejará de cambiar la hora en toda Rusia, los oponentes a la innovación en las regiones expresaron su aprobación y satisfacción parcial. Esto, sin embargo, es un problema particular. La decisión presidencial afectará no sólo a regiones separadas sino al país entero.

El mandatario ruso explicó su iniciativa así: “No pasaremos a la hora de invierno, soportaremos sólo una vez más, porque el cambio al horario de verano supone la reducción del sueño en una hora, pero a partir de allí terminarán los disgustos, porque disfrutaremos del día solar prolongado. Creo que será interesante y  útil para nuestro país. De los ciudadanos recibí muchas peticiones para introducir la medida”.

Está bien, el presidente declaró en más de una ocasión que los dirigentes de todos los niveles deben atender la opinión del pueblo. Y eso mismo hizo poniendo en marcha las medidas respectivas.

La firmeza que mostró Medvédev cancelando el cambio horario resulta ejemplar.  Los cambios que hacemos con las agujas del reloj dos veces al año se convirtió en una rutina en muchos países llamados civilizados, en Unión Europea y Estados Unidos, para poner un ejemplo. Allí el cambio de horario es considerado económicamente justificado e inofensivo desde punto de vista médico.

Pero entre los expertos rusos, y anteriormente soviéticos, nunca ha existido unanimidad al respecto. La decisión de proceder al cambio regular de horario estacional se tomó hace 30 años, en 1981, y se basaba en las leyes de la economía. En el significado amplio de la palabra “economía”: como “hacienda” y como “ahorro”.

Según estimaciones de algunos científicos, en Rusia a efectos del cambio horario permitía ahorrar unos dos mil millones y medio de kilovatios hora de energía. Además, el cambio coincidía con el inicio y el fin de la temporada agrícola, temporada de frío y de calor y otros factores que influyen en el consumo de electricidad.
 
Pero durante todos estos años no cesaron las protestas en contra de este enfoque economizador. Los adversarios del cambio aseguraban que el sistema vigente llega a alterar el ciclo vital y genéticamente determinado de sueño y vigilia.
La aplicación del horario de verano/invierno obliga a los ciudadanos rusos durante medio año despertarse forzosamente una hora antes y mantener un ritmo de actividad vital forzado en los meses de otoño e invierno.

Mientras tanto los médicos constataban que el número de las llamadas a urgencias de los enfermos cardíacos aumenta un 11% en los primeros cinco días después de adelantarse una hora las agujas del reloj.

Fueron estos factores humanitarios los que atendió Dmitri Medvédev que dijo: “necesidad de adaptarse (al cambio de horario) está vinculada con estrés y enfermedades”.

Además no se debe exagerar el efecto de economizar energía. Es verdad que tras el cambio anual al horario de invierno los ciudadanos apagaban la luz en sus casas una hora antes.
Pero es una gota en el océano de la electricidad que se gasta. La  parte importante del consumo corresponde al sector industrial, y esos consumidores necesitan energía durante 24 horas. Así que una hora no tiene tanta importancia.
Y si esa hora, que primero se quita y luego se añade, resulta molesta ¿por qué no suprimirla? Lo más curioso es que para darse cuenta de una verdad tan sencilla tuvieron que haber pasado treinta años.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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