La postura de EEUU sobre las islas Kuriles puede cambiar

© RIA Novosti . Yuri Kaver / Acceder al contenido multimediaKuriles
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El escándalo en torno a las islas Kuriles continúa, pero, contrariamente a las leyes de lógica, el contencioso entre Rusia y Japón que se remonta a 1945 no evoluciona.

El escándalo en torno a las islas Kuriles continúa, pero, contrariamente a las leyes de lógica, el contencioso entre Rusia y Japón que se remonta a 1945 no evoluciona.

El 21 de febrero el embajador de EEUU en Moscú, John Beyrle, fue invitado al Ministerio del Exterior de Rusia, donde el vice ministro Alexey Borodavkin le explicó la “postura fundamental e inmutable de Rusia acerca de la soberanía rusa sobre las islas Kuriles del Sur.”

Esta declaración fue la respuesta a la postura igualmente fundamental e inmutable de EEUU reiterada por el Departamento de Estado el año pasado, que consiste en que el gobierno de EEUU apoya a Japón y reconoce la soberanía japonesa sobre los “Territorios del Norte”.

“La soberanía de la Federación de Rusia respecto a las islas Kuriles jamás puede ser sometida a ningún tipo de revisión”, según dijo el asesor del Kremlin, Serguei Prijodko, cuando el otro día vino a Moscú el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Seiji Maehara.
Su homólogo ruso, Serguei Lavrov, afirmó, resumiendo las negociaciones con Maehara en la rueda de prensa, que Moscú “tiene voluntad de trabajar sobre el Tratado de Paz pero sin plazos ni condiciones previos y sin compromisos históricos unilaterales.”

Y de inmediato surge la pregunta: qué significa este intercambio de declaraciones y qué pueden acarrear.

Es difícil desprenderse de la sensación de que cada una de las partes está cumpliendo un rito inevitable, sin tener ganas de hacerlo en absoluto.
Como el portavoz del Departamento de Estado de EEUU mostró que la postura de su país no cambia, el Ministerio del Exterior Ruso no tuvo otro remedio que hacer lo mismo. Luego, todos pueden volver a sus asuntos más relevantes.

Es evidente que Rusia no está dispuesta a volver a Japón nada, así como los japoneses difícilmente volverán a China las islas Senkaku, consideradas por Pekín territorio chino.

La situación, que parece estar atrapada en un círculo vicioso, puede ser analizada desde dos puntos de vista.

El tradicionalista y conservador, según el cuál el presidente ruso debió abstenerse de  visitar las Kuriles el 1 de noviembre del año pasado, y en su lugar, enviar a un funcionario de rango menor para impulsar las medidas aplicadas ahora en las islas: el desarrollo económico de estos territorios, la instalación  de sistemas de defensa antimisil S-400, etc.

El nivel presidencial es como una artillería pesada, a la que se debe recurrir exclusivamente en caso de extrema necesidad.
Rusia debió seguir celebrando negociaciones con Japón sin concluirlas, sin dar pasos que pudieran interpretarse como provocación y en resumen,  mantener el status quo es precisamente lo que Tokio necesita.

Los diplomáticos son gente de una paciencia diabólica, pueden tardar un siglo entero en negociar sobre tal o cual aspecto.

La segunda  visión del asunto indica que la existente situación, es decir, las disputas territoriales entre Moscú y Tokio, inevitablemente debe llegar a alguna conclusión, y cualquier medida de carácter económico en las Kuriles puede desatar un escándalo. Por lo cual es mejor resolverla de una vez para todas, aunque sea de manera forzada.

Ya veremos, qué punto de vista es el más acertado.

Ahora, en este rito diplomático está involucrada una tercera parte, EEUU, pero todavía no está claro qué piensa de ello el verdadero Washington de hoy.

Claro que EEUU no reconoce la soberanía rusa sobre las Kuriles. Nunca la reconoció desde que en 1956, tras la Segunda Guerra Mundial, fue firmado el tratado ruso-japonés, según el cual cuatro islas no reguladas quedaron divididas entre las dos partes.
 Pero con la escalada de la Guerra Fría, cuando EEUU hicieron de Japón, derrotado en la Segunda Guerra Mundial, su aliado en lucha contra la URSS y China, Japón se negó a cumplir este tratado. Es bien sabido que la disputa ruso-japonesa fue instigada por EEUU listos a defender Japón por sus bases militares.

Entonces, en 1956, la diplomacia rusa intentó impedir la conclusión del Acuerdo de Seguridad entre Japón y Estados Unidos, proponiendo el plan de normalización según el cual dos de 4 islas se retornarían a Japón. Pero el plan fracasó.

Pero, ¿cómo ven hoy los estadounidenses estas “posturas fundamentales e inmutables” del 1956, en un mundo totalmente diferente, cuando la política estadounidense en Asia Oriental consiste en apoyar a los que tengan reclamaciones, sobre todo territoriales, contra China y no contra Rusia? El duelo ruso-japonés obliga a Washington afrontarse a Rusia como si fuera China.

Pero, tal vez, optaría por olvidarse en esta situación de su postura inmutable, para no contribuir a que Rusia y China tengan otro punto común Y para no tener problemas personales con Moscú. Pero no tiene oportunidad de  echar al olvido su actitud de hace un medio siglo.

Esta hipótesis la confirma además el que EEUU no plantea una segunda guerra fría. Al revés, tiene previsto reducir sus gastos militares un 21%, tomando en cuenta la inflación. Asimismo, reducirá ayuda a estados extranjeros. Todavía no se sabe cómo exactamente será la política exterior de EEUU, pero es cierto que va a depender de sus fondos. Así que, seguramente, Washington no se siente cómodo al tener que pronunciarse expresamente sobre la situación en Asia Oriental. Tanto menos ahora, cuando los intereses estadounidenses ya están muy perjudicados en Oriente Próximo.

  
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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