Punto de inflexión para unas nuevas relaciones entre Rusia y la UE

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Por lo que parece, los acontecimientos en Libia le darán un fuerte impulso al proceso de regulación de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea (UE), al menos en el plano económico.

Por lo que parece, los acontecimientos en Libia le darán un fuerte impulso al proceso de regulación de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea (UE), al menos en el plano económico.

Tras una larga y un tanto decepcionante pausa, se reanudaron las conversaciones sobre el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para antes del 2012. En este sentido, cabe precisar que fueron las principales figuras europeas del mundo de los negocios quienes plantearon el tema, y no el jefe de la delegación rusa Maxim Medvédkov.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se mostró inesperadamente indulgente respecto a las duras réplicas del primer ministro ruso Vladimir Putin durante la reunión en Bruselas el 24 de febrero pasado.

Recordemos que Putin había calificado al llamado Tercer Paquete Energético de la UE de “confiscación de la propiedad privada, ya que impide a cualquier compañía de gas controlar totalmente el gasoducto por el que suministra su servicio, extremo que obliga al gigante energético ruso Gazprom  a compartir sus beneficios con otras empresas extranjeras. En este sentido, hay que recalcar que en Europa las alusiones a cualquier intromisión estatal en los derechos de la propiedad privada suelen levantar ampollas. Barroso no respondió al ataque de Putin según lo habitual, sino que aseguró que en la UE entienden esta preocupación de Rusia e intentarán encontrar una solución.

La razón de esta suave reacción no se debe a que los líderes de la Unión Europea hayan abandonado su punto de vista respecto a la Rusia moderna, un punto de vista negativo y basado en los estereotipos de la anticuada retórica “antisoviética”.

La clave se esconde en la inminente amenaza de un corte de suministros de hidrocarburos desde Libia y, en perspectiva, desde Argelia y Egipto. Esto ha representado para los funcionarios europeos un cambio radical de las perspectivas. Son como bandazos que obligan a asumir la realidad incluso a las mentes de los miembros de la Comisión Europea, obsesionadas por ideas absurdas. Ahora que cuando Gadafi está reprimiendo la revuelta con aviación y amenaza con bombardear los oleoductos controlados por los rebeldes, todas las conversaciones sobre un supuesto “bloqueo energético” por parte de Rusia, la “enemiga de la democracia”, parecen lo que son, un desvarío.

Es cierto que Rusia quiere obtener dinero o valiosos activos económicos a cambio de sus hidrocarburos, independientemente del destino del suministro; ya sea a Alemania, Ucrania o a Bielorrusia que forma parte de la Unión Rusia-Bielorrusia. Pero en modo alguno piensa chantajear a nadie, como viene gritando a los cuatro vientos la prensa de la UE durante los últimos quince años. Ahora, cuando la UE se enfrenta a un auténtico chantaje por parte de Gadafi quien, a diferencia de Rusia, lleva varios años sin ser criticado por Europa, aun los medios oficiales de la ideología europeísta se ven obligados a constatar una realidad ya olvidada.

“Las disputas con Ucrania acerca del tránsito de gas están solucionadas, las mismas rencillas con Bielorrusia se han reducido a los esporádicos arrebatos de irritación, mientras que las obras de construcción del gasoducto Nord Stream, que pronto fortalecerá significativamente el papel ruso en el suministro de gas a Europa, avanzan a buen ritmo”, este es el balance de las relaciones económicas entre Rusia y la UE que hizo ayer el “portavoz” de la UE en Bruselas, el diario New Europe.

A la vez, el periódico menciona favorablemente el South Stream, tanto tiempo menospreciado por la Unión Europea. Este gasoducto que “seguramente será construido antes que Nabucco, atosigado por múltiples problemas, aumentará los suministros de gas en 33.000 millones de metros cúbicos como mínimo. Además, el gas de esquisto ha resultado ser para Europa una opción menos ventajosa de lo que parecía antes. En este orden de cosas, es poco probable que en un futuro próximo este tipo de gas de los países de la UE se revele como un competidor serio en precio con el gas ruso”.

Dadas estas circunstancias, no es ninguna sorpresa que también EEUU decidiera apoyar los intereses de sus aliados europeos y reanudara las negociaciones sobre el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio. La Subsecretaria de Estado de EE.UU., Judith McHale, declaró en el foro ruso-estadounidense en Boston que el ingreso de Rusia en la OMC es “prioritario” para la política de Estados Unidos. Este hecho cobra especial importancia, puesto que había sido Washington que, aunque tácitamente, oponía la mayor resistencia al ingreso de Rusia en esta organización.

Según fuentes de la OMC en Ginebra, la estrategia de EE.UU. respecto a la ampliación de esta entidad hasta ahora consistía en dar prioridad a Ucrania. Y Ucrania ya se incorporó a la OMC. Cabe señalar que dicha incorporación no salvó a Ucrania del empobrecimiento y del alza de precios de los servicios públicos. Ser miembro de la OMC puede favorecer a las economías fuertes y abiertas, pero la ucraniana del ex presidente Yúschenko no pertenecía a esta categoría.

Ahora el objetivo de Rusia consiste en aprovechar la coyuntura favorable para la integrarse con la UE, abrir los mercados europeos a los productos rusos y adherirse a esas alianzas económicas antes impermeables. La coyuntura puede cambiar muy pronto, naturalmente, a peor para Rusia.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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