El espacio postsoviético como un campo de minas

© RIA Novosti . Vladimir Rodionov / Acceder al contenido multimediaURSS
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Hace 20 años, el 31 de marzo de 1991, los ciudadanos de Georgia votaron por salir de la URSS. No fue el único ni primer incidente, la Unión Soviética ya estaba hundida en conflictos.

Hace 20 años, el 31 de marzo de 1991, los ciudadanos de Georgia votaron por salir de la URSS. No fue el único ni primer incidente, la Unión Soviética ya estaba hundida en conflictos.

Las tensiones de carácter étnico y económico habían desembocado en un grave conflicto armado en el Asia Central, en el Valle de Fergana, mientras que en la parte occidental del país, en los países Bálticos, también se observaba una fuerte resistencia al régimen soviético.

Y Boris Yeltsin ya había ordenado durante una aparición en la televisión la dimisión del presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov. Sin embargo, nadie pudo imaginarse que trascurridos unos nueve meses esta enorme superpotencia, que durante siglos representó el cuerpo geopolítico de Eurasia, desaparecería para siempre.

La precipitada desintegración puso inicio a transformaciones fundamentales del mapamundi cuya conclusión por ahora no se vislumbra.
Para las poblaciones de los Estados Independientes formados tras el colapso de la URSS, los últimos 20 años fueron un periodo de esperanzas pasajeras e ilusiones fracasadas, de despegues cortos y de caídas fatales, de escasos logros y pérdidas mucho más sistemáticas.

Aunque en diferentes repúblicas post soviéticas los regímenes sociopolíticos y guiones de desarrollo son dispares, hay algo que tienen en común sus cúpulas dirigentes. Son casi siempre representantes de la nomenclatura soviética (en raros casos, del nuevo movimiento antisoviético) que sacaron contrapartida del arrebato del pueblo soviético por renovarse en los 1980, recibiendo poderes y propiedades para sí mismos. 

El país que la mayoría de los habitantes del espacio postsoviético puede llamar su Patria, ya no existe desde hace 20 años. Ha crecido una generación que desconoce la noción del internacionalismo proletario y las siglas como CC del PCUS (Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética) y otros conceptos y realidades de aquella época.

La URSS cayó víctima de una amnesia selectiva: los recuerdos a menudo están condicionados no a las experiencias de aquellos años sino por la reacción emocional de hoy (a veces, incoherente) a recientes eventos.

Lo que pasó, pasó. Lo empiezan a entender incluso los apologistas más firmes de la imponencia del antiguo estado que solían ver a Rusia sólo como un imperio. Pero al mismo tiempo, las huellas del pasado persisten.

Atrapados en nuestros recuerdos, buscando en ellos un punto de referencia, volvemos a repetir los mismos errores y no podemos salir de este círculo vicioso.  Los instintos no son libres, estamos acostumbrados a vivir en un estado paternalista y todavía no estamos preparados para un cambio de verdad.

La educación y cultura que nos dio el sistema totalitario pero nada primitivo no nos permiten pactarnos con que los presumidos expertos en la gestión administrativa (business coaching), vacíos por dentro, nos guíen en el camino a este cambio necesario.

Ahora, al pasar 20 años, los 15 países que formaron la Unión, están muy distanciados entre sí. Pero al mismo tiempo están vinculados por centenares de nexos tanto objetivos, (las cadenas de producción), como subjetivos, (la psicología humana).

Se sienten atraídos los unos a los otros a pesar de las barricadas políticas, pero también intentan mostrar que no tienen nada en común ya, inventando una nueva historia y mentalidad.

Son dos  lados de un proceso. En lugar de un dibujo borrado de prisa aparece uno nuevo pero que parece mucho al anterior.

En vísperas del 20 aniversario de la desintegración de la Unión Soviética, el periódico Moskovskie Novosti, la Agencia Rusa de Información RIA Novosti y la revista Rusia en la Política Global realizan el proyecto “20 años sin la URSS”, dedicado a los resultados de aquella época dramática e increíblemente rica en eventos.

Vamos a publicar una serie de materiales en los que analizaremos la reciente historia, para tratar de entender cómo influye en el presente y qué lecciones debemos aprender de ella.

Hace 20 años, el presidente de Georgia, Zviad Gamsajurdia, se regocijaba al conocer los resultados del referéndum. No pudo prever ni  su propia suerte trágica ni las consecuencias de odio y arrogancia nacional generados por él.

El pueblo que aspiraba a la independencia recibió una serie de guerras que culminaron con la primera guerra de una de las ex repúblicas soviéticas con Rusia.

El espacio postsoviético es un campo de minas sin fin, aquí cualquier paso incauto puede conllevar consecuencias fatales. Procuraremos detectar al menos algunas de las minas para advertir a los que tengan que neutralizarlas.

* Fiodor Lukiánov es redactor en jefe de la revista Rusia en la Política Global


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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