Las mujeres toman la palabra: Los”Frikis” heredarán la tierra

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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Yo no fui una chica popular en el colegio. No pertenecí a la camarilla de “chicas calientes” ni salí con chicos. En el bachillerato mis enamoramientos no eran correspondidos simplemente porque era muy tímida para manifestar el menor interés hacia el sexo opuesto.

Yo no fui una chica popular en el colegio. No pertenecí a la camarilla de “chicas calientes” ni salí con chicos. En el bachillerato mis enamoramientos no eran correspondidos simplemente porque era muy tímida para manifestar el menor interés hacia el sexo opuesto. Era algo empollona y a veces, una friki  o chica extraña.

Todos esos recuerdos se avivaron en mi memoria la semana pasada mientras leía fragmentos del libro recién publicado The Geeks Shall Inherit the Earth (Los frikis herederán la tierra), de la afamada periodista y escritora Alexandra Robbins. Los críticos en su mayoría aplaudieron el libro y lo bautizaron de “la oda a la cafetería fringe (término inglés para designar a los escolares que permanecen solos y no gozan de  popularidad)”. El mensaje clave del libro es que los niños que no pertenecían a la “casta popular” en el colegio tienen buenas oportunidades para prosperar en su vida posterior.

“Los mismos rasgos que dejan al margen a los representantes de la cafetería fringe en el colegio los hacen exitosos cuando sean adultos y abandonen el entorno escolar”, escribe Robbins. La autora destaca siete tipos de carácter que forman el núcleo del grupo marginado: El Gamer (El Aficionado), El Loner (El Solitario), The Weird Girl (La Chica Rara), The Nerd (El Empollón), El Band Geek (El Músico Loco), The New Girl (La Chica Nueva) y The Popular Bitch (La Perra Popular).

A decir la verdad, no pertenecía a ninguno de estos tipos, parecía más a la misma Robbins que se llama a sí misma “flotador”,  o persona que puede “estar sentada en la equina de la mesa llena de conocidos”, según lo describe ella misma. Mis compañeros de clase me aceptaban y hasta querían porque era amable y divertida. Era inteligente y sacaba buenas notas, pero no me veía atractiva ni interesante, así que acepté el papel de Animadora. El ser una “chica graciosa” fue mi manera de integrarme y llamar la atención.

Cuando tenía 16 años, fui a California por un año para estudiar en el bachillerato y descubrí que obtener un lugar en la “jerarquía de la cafetería” tiene mayor importancia en la sociedad americana que en el ambiente escolar postsoviético. Ganarse un lugar bajo el sol era difícil, casi imposible, especialmente para uno de fuera. En el bachillerato de EEUU un abismo separa a los chicos populares del resto de los compañeros. Formar parte de un grupo selectivo parecía más desafiante que obtener un dormitorio en el Palacio de Buckingham para un niño de clase obrera. 

No me buscaban camorra ni se reían de mi, pero tampoco me convertí en una de “la suya”. Una tímida adolescente rusa con trenzas y sin experiencia de compras (nunca había ido de compras antes de llegar a EEUU, ya que llevaba vestimenta que me cosía mi madre) de ningún modo podía competer con las reinas rubias locales con cejas depiladas y novios de equipo futbolista estudiantil. Trabé amistad con otra estudiante de intercambio de Rusia y poco a poco ambas nos hicimos invisibles. Primero yo era como un animal exótico y luego me convertí de “La Chica Nueva” en “Empollona”, demasiado tímida para ser objeto de atención constante a pesar de que en clase ocupaba asientos de primera fila. Tan tímida que nadie me invitó al Baile del Colegio. (¡Ay, esas lágrimas!..)

Pero lo que no nos mata nos hace más fuertes. Y más interesantes, insiste la escritora Alexandra Robbins. Estudios revelan que las dificultades en temprana edad pueden hacerle a uno más creativo, original, autosuficiente, fuerte, valiente, apasionado, auténtico y mucho más. Es decir, una personalidad genuina.

“Niños populares no siempre saben quiénes son porque están muy ocupados tratando de corresponder. Son los marginados quienes están más compenetrados con lo que son. Conocen mejor a sí mismos, son más reales”, dice Robbins.

En realidad, al examinar las biografías de las personalidades más célebres, resulta que un día El Empollón puede convertirse en Bill Gates, El Solitario en Mark Zuckerberg, La Chica Rara en Lady Gaga, El Músico Loco en Keith Richards y La Perra Popular en Madonna. No sé que les pasó a mis compañeros de clase estadounidenses, pero sé en quiénes se convirtieron los niños no populares de mi colegio en Moscú.

Una regordeta tímida, de quien se burlaban en clases de deporte, se convirtió en una mujer de negocios exitosa y muy guapa. Una chica rara y realmente flacucha que con frecuencia andaba mal en muchas asignaturas se hizo una periodista talentosa y madre de dos chicos muy bonitos, uno de ellos adoptivo. Un marginado vergonzoso que se tornaba rojo a la hora de hablar con una chica ahora es director general de una cadena de televisión internacional. Un friki extravagante, objeto de burlas para la pandilla de vecinos, es director creativo en una de las mejores revistas de moda en Rusia. La lista se la puede continuar.

En cuanto a mí, cuando regresé de EEUU e ingresé en la Universidad Estatal de Moscú en la facultad de periodismo, mi falta de popularidad (o por lo menos la preocupación de esto) acabó. Es que simplemente tenía mucho que hacer. Estaba ocupada y era feliz. Las tardes largas y solitarias me ayudaron a descubrir mi identidad y llegar a entender qué quería hacer en esta vida. Y no tenía ninguna lástima de no ser una de reinas locales. El tener la personalidad ayuda a ir por la vida con vigor y disfrutarla a lo máximo.

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*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.



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