Los mediadores deben impedir el regreso del presidente Saleh a Yemen

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Recientemente, el presidente de Yemen, Alí Abdalá Saleh fue sometido a la operación quirúrgica en Riad para extraerle metralla de una herida tras un atentado en su palacio en Sana.

Recientemente, el presidente de Yemen, Alí Abdalá Saleh fue sometido a la operación quirúrgica en Riad  para extraerle metralla de una herida tras un atentado en su palacio en Sana.

Inmediatamente después de concluir la intervención, Saleh telefoneó al vicepresidente Abd-Rabu Mansur Hadi, que actualmente ejerce las funciones de jefe de Estado, para comunicarle que en los próximos días volverá a su país.

Cuesta imaginar otra noticia peor para Yemen.  Al respecto, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, se apresuró a repetir que EEUU considera conveniente la transferencia del poder en Yemen al vicepresidente.

Tal vez porque la figura de Saleh irrita enormemente a la oposición yemení. En caso de su regreso la guerra civil en el país será  más encarnizada.

Pero conociendo al Saleh se puede suponer que intentará realizar lo que prometió al vicepresidente. Además, a su juicio, lo que está ocurriendo en el país, es otra prueba para argumentar que tiene la razón.

Un político arriesgado

En Yemen, tras un fin de semana relativamente tranquilo, empezaron de nuevo los enfrentamientos entre la oposición y las fuerzas de orden.

El viaje de Saleh a Arabia Saudí para recibir asistencia médica después de un ataque lanzado contra el palacio presidencial el viernes pasado, redujo la tensión en el país. La oposición empezó a cantar victoria. Pero el lunes en la capital murieron seis personas y en los días siguientes hubo más víctimas producto de la violencia en otras regiones del país.

Para el presidente, esto es una señal para entrar en acción y confirmar sus propias palabras, de que sin él la situación “todavía será peor”.

Sería un error pensar que Saleh simplemente se aferra al poder con todas sus fuerzas. El veterano líder yemení de veras está preocupado por el futuro de su país y se considera responsable por lo que está ocurriendo.

Además, el pronóstico del presidente yemení, en cierta  parte es justo. Sin él la situación en Yemen realmente será muy complicada y el orden en el país tardará mucho en restablecerse.

Sin embargo, la paradoja es que con Saleh, su pueblo lo pasará mucho peor. Y esto es lo que Saleh no puede comprender, al recordar que durante decenas de años pudo mantener el orden en el estado.

Ahora, la tarea de sus anfitriones, las autoridades de Arabia Saudí, es explicar al paciente yemení lo complejo de la situación  y, a ser posible, impedir que regrese a su país.

Al fin de cuentas, el acuerdo con la oposición sobre el traspaso del poder y las garantías de inmunidad para él y su familia se puede firmar en Riad.

Alí Abdalá Saleh es un líder obstinado y fuerte. No es propenso a reflexiones, no siempre puede analizar las situaciones y es muy astuto y mañoso.

Durante su trayectoria política con frecuencia optó por el riesgo, incluso  de la propia vida. Es duro, como cualquier militar, y tiene un concepto muy tradicional del honor, es decir es de los que prefieren morir a perder la dignidad, renunciando a sus convicciones.

Saleh soportó con una entereza envidiable el atentado y las heridas, 40 % de quemaduras en el cuerpo y lesiones de pulmón.

Al aterrizar en Riad bajó la escalera del avión por su propia cuenta. Tras la operación, acto seguido empezó a convocar reuniones y realizar llamadas.

No hay duda  que es un hombre con mucho temple.

Aficiones nacionales

Tal vez al mandatario yemení le ayuda a mantener la postura el qat, estimulante vegetal que se mastica, usado tradicionalmente en Yemen.

Se trata de una droga ligera y barata, accesible incluso para los pobres. En Rusia su consumo está prohibido, pero en Yemen es parte de la vida cotidiana. En una ocasión, entrevistando a Saleh, la autora de esta nota fue testigo de su costumbre de mascar las hojas de qat.

Además de a la planta con propiedades psicoestimulantes, los yemeníes son aficionados a las armas, blancas y de fuego. Los hombres, e incluso los niños, suelen llevar colgada del cinturón la tradicional daga de hoja curva llamada “jambia”, que es un elemento del traje nacional.

Muchos también llevan en la cintura una pistola o un Kalashnikov al hombro. Aunque casi la mitad de los 23 millones de los habitantes del país vive por debajo del umbral de pobreza, los yemeníes siempre encuentran dinero para adquirir este tipo de “juguetes”.

Desgraciadamente, las armas son muy usadas en muchas ocasiones: es frecuente que las discusiones tanto en el mercado como en el parlamento terminen con un tiroteo.

Los médicos rusos que trabajan en Yemen explicaron a la autora de la nota que allí una muerte por culpa del médico puede ser un motivo para que los familiares del fallecido acudan al hospital y disparen contra las ventanas o, incluso, busquen al médico para vengarse de él.

En cambio, la población local tiene una fantástica capacidad de recuperarse de las heridas o enfermedades ya que no están acostumbrados a tomar medicinas y, por lo tanto, su sistema inmunitario es muy fuerte.

Estar sobre un volcán

De modo que Alí Abdalá Saleh, de 69 años, que proviene de una familia humilde, da muestras de la típica voluntad de sobrevivir de todos los yemenitas. Aunque también sabe de sobra que al primer atentado seguirán otros. No es extraño, lo extraño es que se haya mantenido tanto tiempo en el poder.

Antes de que se convirtiese en el líder de Yemen del Norte en 1978, uno tras otro allí fueron asesinados dos presidentes, y anteriormente hubo un golpe de Estado antimonárquico, y una guerra civil que duró varios años.

Yemen del Sur, que gracias a los esfuerzos de Saleh se unió en 1990 al del Norte, vivía una situación parecida, a pesar de la declarada orientación socialista y la tutela de la URSS.

En enero de 1986 los desacuerdos entre el primer ministro Ali Nasir Muhammad y el secretario general del Partido Socialista de Yemen, Abdul Fattah Ismail, terminaron con una masacre: en una reunión, que resultó una emboscada, los hombres del primer ministro asesinaron al líder de la oposición y sus acompañantes.

Los paisanos del secretario general asesinado intentaron vengarse del pérfido primer ministro matando a sus familiares y miembros de su clan. En un par de días murieron alrededor de mil personas. El primer ministro derrocado consiguió escapar de la venganza refugiándose en la vecina Arabia Saudita.

Así que Yemen siempre ha sido como un volcán. Ya unido, entre el norte y el sur no paraban de estallar conflictos armados y las tribus de las regiones se rebelaban contra el poder central.

Además, en este estado, que se puede llamar “fracasado”, es muy  fuerte el radicalismo religioso.

En Yemen actúan grupos de la ideología de Al Qaeda. El padre de Osama Bin Laden en realidad era de Yemen y se fue a vivir a Arabia Saudí más tarde por asuntos del negocio.

El presidente Alí Abdalá Saleh lo sabe perfectamente ya que lleva 33 años gobernando este país tan complicado. Por lo tanto, no deja de preguntar a sus oponentes: ¿quién será capaz, si no él, de conservar la integridad de Yemen?

Entre otras cosas, una pregunta crucial, ya que, de momento, a excepción de Saleh no existe otra figura.

Y no obstante, la convicción de Saleh de que Yemen lo sigue necesitando es al mismo tiempo un peligroso error.

La página del líder actual en la historia de Yemen ya pasó, su época tiene que terminar. Y si insiste en seguir escribiéndola, lo hará con sangre de su pueblo.

Es por eso que los mediadores extranjeros tienen que impedirselo aprovechando su estado actual y obligar al presidente yemení a firmar el acuerdo sobre el traspaso de poder.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
     
     

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