El trasfondo de las negociaciones entre Rusia y Ucrania sobre el gas

© RIA Novosti . Alexey Nikolsky / Acceder al contenido multimediaVladimir Putin y Nikolai Azárov
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Durante la reunión del primer ministro ruso Vladimir Putin y su homólogo ucraniano Nikolai Azárov en Moscú, el jefe del Gobierno ruso declaró que el ingreso de Ucrania a la Unión Aduanera de Rusia, Bielorrusia y Kazajstán y el Espacio Económico Común brindaría “nuevas posibilidades de negocio entre nuestros países”.

Durante la reunión del primer ministro ruso Vladimir Putin y su homólogo ucraniano Nikolai Azárov en Moscú, el jefe del Gobierno ruso declaró que el ingreso de Ucrania a la Unión Aduanera de Rusia, Bielorrusia y Kazajstán y el Espacio Económico Común brindaría “nuevas posibilidades de negocio entre nuestros países”.

Con esas palabras Putin volvió a insinuar la solución de la cuestión clave de la agenda relativa a la reducción del  precio de gas ruso que pide la parte ucraniana.

En vísperas de la visita de Azárov a Moscú, Kíev intentó dar a comprender inequivocamente que necesita la rebaja para estabilizar la situación económica.

El presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, afirmó que el aumento del precio actual que asciende a 295,6 dólares por mil metros cúbicos representa una “factor extremadamente peligroso para la economía”.

El parlamentario del Partido de las Regiones, Mijaíl Chéchetov, fue incluso más elocuente: “El objeto de las conversaciónes de Azárov y Putin en Moscú es, para nosotros, la cuestión de primer orden, cuestión de vida y muerte”, - dijo el diputado.

¿Por qué tanta insistencia ahora, cuando la temporada fría ha terminado? La fórmula para calcular el precio de gas, aprobada por Putin y su entonces homólogo ucraniana Yulia Timoshenko en el contrato de 2009, depende de los precios de petróleo.

El “oro negro” encarece, por consiguiente crecen los precios de gas. Según el presidente del consorcio gasístico ruso “Gazprom”, Alexei Miller, para finales de este año podrían alcanzar unos 500 dólares por mil metros cúbicos. Nadie tiene la culpa, los precios de petróleo también podían haber bajado.

No obstante, ambas partes emplean una retórica exageradamente dramática hablando del tema: los periodistas en Moscú y en Kíev hablan del “chantaje” y para ambas partes el chantajista, claro está, es el otro.

Los ucranianos aducen que ellos, los “hermanos eslavos”, tienen que comprar el gas más caro que los alemanes. Los rusos, con razón, responden que los “hermanos” hacen propaganda antirusa, tanto en la prensa como en los manuales de historia, y la lengua rusa en Ucrania tiene un estatus humillante.

Un déficit de gas en verano es un absurdo, así que las razones de esta retórica hay que buscarlas en el ámbito político más que económico.

Las autoridades de Ucrania y el partido gobernante se encuentran en una situación complicada porque se hizo del dominio público la información del fracaso de las negociaciones relativas a un nuevo crédito del Fondo Monetario Internacional.

Esto significa que los precios de los alimentos aumentarán un 10%, o más, durante este año. En la sociedad se perfilan confrontaciones entre las minorías nacionalistas y el poder, entre los ricos y los pobres.

La posición de las autoridades rusas es más estable pero Moscú no piensa renunciar al dinero que tiene que percibir conforme los acuerdos firmados en 2009.

¿Por qué lo tendría que hacer? ¿Sólo porque los gobernantes ucranianos actuales simpatizan con Rusia más que los anteriores, Yúschenko y Timoshenko? Ya que Kíev no deja de subrayar que el precio de gas “no corresponde al espíritu de nuestras nuevas relaciones”.

Pero, desgraciadamente, la administración de Víctor Yanukóvich durante el año pasado no hizo nada para dejar sentir a los rusos este espíritu nuevo. Los problemas de siempre persisten. Además, Kíev está preparándose para firmar un acuerdo sobre la creación de la zona de libre comercio con la Unión Europea - el primer ministro Azárov ya en mayo dijo que casi todos los detalles del mismo están acordados con Bruselas.

Rusia advirtió que la creación de la zona de libre comercio entre Ucrania y la Unión Europea le obligará a aplicar medidas restrictivas en la frontera ruso-ucraniana. Y es evidente el porqué: en caso contrario las mercancías de la UE, habiendo pagado aranceles sólo en la frontera ucraniana, se venderán libremente en todo el inmenso territorio desde el occidente ucraniano hasta el Oriente Lejano ruso haciendo competencia a los productores rusos y sin ningún provecho para el presupuesto nacional.

Pero la parte ucraniana hace como que no oye estas réplicas de Moscú y sigue trabajando en el proyecto de la zona de libre comercio con la UE.

Resulta que Yanukóvich, según el presidente ruso Dmitri Medvédev, quiere nadar en dos aguas. Incluso más que dos, porque pretende encontrar soluciones a tres problemas a la vez. Crear la zona de libre comercio con la UE conservando las facilidades aduaneras en Rusia. Conseguir rebaja del precio de gas sin dejar a los rusos invertir en la infraestructura ucraniana para transporte de gas natural construida conjuntamente en la época soviética antes que la rusa. Conservar buenas relaciones con los nacionalistas ucranianos, que no tolerarían la enseñanza de la lengua rusa en las escuelas, sin perder la imagen del defensor de la amistad ruso-ucraniana.

Rusia quiere ver pasos concretos pero en respuesta recibe sólo las promesas. Eso ya había pasado con los presidentes ucranianos Leonid Kravchuk y Leonid Kuchma.

Luego, con el tandem de Yúschenko y Timoshenko, las promesas fueron sustituidas por una hostilidad abierta. Fue entonces que se echaron a perder los acuerdos trilaterales entre Rusia, Ucrania y Alemania de 2003 sobre la creación de un consorcio para garantizar el tránsito estable del gas ruso hasta el territorio alemán através del ucraniano.

Mientras tanto, los medios ucranianos se esfuerzan, seguramente con el visto bueno de las autoridades, en crear un ambiente negativo alrededor de la fusión entre los dos gigantes nacionales del gas, Gazprom y Naftogaz.

En su lugar, el líder ucraniano propone unos contratos con dudosas garantías y en lugar de la adhesión del país a la Unión Aduanera de Rusia, Bielorrusia y Kazajstán, la dudosa fórmula “3+1”, donde el “1” es, por supuesto, Ucrania.

Pero bien se sabe que nadar entre muchas aguas es peligroso. Ahora Yanukóvich y toda la élite ucraniana recibe una última oportunidad de continuar con la integración europea sin romper con Rusia y respetando sus intereses.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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