Rusia conmemora el 70º aniversario del comienzo de la Gran Guerra Patria

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Hace 70 años, a las cuatro de la madrugada del 22 de junio de 1941, la Alemania nazi atacó a la Unión Soviética sin previa declaración de guerra.

Hace 70 años, a las cuatro de la madrugada del 22 de junio de 1941, la Alemania nazi atacó a la Unión Soviética sin previa declaración de guerra. Este día quedó para siempre en nuestra memoria, pero sólo en 1996 el entonces presidente de Rusia, Borís Yeltsin, promulgó la ley que estableció el 22 de junio como Día del Luto y el Recuerdo.

Esta fecha conmemorativa nunca se ha celebrado ampliamente. Esto es explicable. Es natural celebrar cada 9 de mayo el Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria contra la Alemania nazi (1941-1945) con una serie de actos públicos, desfile militar y otras ceremonias solemnes.

Pero en los días de luto no se debe rendir homenaje a los fallecidos colectivamente. Además, en este caso sería inoportuno utilizar el verbo “celebrar”.

Además, el 22 de junio no se destaca entre otras fechas conmemorativas porque este día es considerado como uno de los más dramáticos en la historia de Rusia del siglo XX, el día de inicio de la guerra entre la Unión Soviética y la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial que fue uno de los conflictos bélicos más sangrientos vividos por la humanidad.
 
Voces del pasado

Los documentos de aquella época o memorias de los testigos ofrecen una visión bien clara de aquellos acontecimientos. Citemos varios fragmentos.
De una orden del comandante de las tropas del Frente Occidental del 23 de junio de 1941:

«Al comandante del 10º Ejército.

¿Por qué el cuerpo motorizado no ha lanzado una ofensiva? ¿Quién es responsable? Emprended inmediatamente las acciones, que no aumente el pánico y tomad el mando. El comando no se debe abandonar, hay que ordenar el ataque al enemigo de manera organizada…
Pávlov, Fominij»

De las memorias del mariscal soviético Konstantín Rokossovski “Deber del Soldado”:

“El 24 de junio, encontramos a muchos soldados y oficiales a unos 150 kilómetros de la frontera soviética. La mayoría no llevaban armas. Para nuestra vergüenza, todos, incluidos los oficiales, les habían arrancado las insignias. Un hombre de edad madura atrajo mi atención. Estaba sentado bajo un pino al lado de una enfermera joven. Por su aspecto y manera de comportarse no parecía un soldado.
Me dirigí a los sentados cuyo número superó a 100 personas y ordené a los oficiales aproximarse a mí. Nadie movió un dedo. Alzando la voz, volví a exigir lo mismo varias veces. En vano. Entonces me acerqué a este hombre maduro, le ordené levantarse y le pregunté qué grado militar ostentaba.
“Coronel”, dijo él con tanta indiferencia y al mismo tiempo de forma tan provocadora que salí de quicio. Agarré la pistola dispuesto a fusilarle. Pero el coronel inmediatamente como que volvió en sí,  cayó de rodillas pidiendo disculpas...”

De las memorias del tanquista Semión Afanásiev (4 división blindada, 6º cuerpo motorizado, Frente Occidental):

“...En la madrugada del 23 de junio, la aviación alemana nos bombardeó. Nos escondíamos en bosques. En aquel período, el comandante de nuestro batallón fue oficial Rassadnev, pero desde el mediodía del 23 de junio no le he visto más. En aquel día, todos huimos a donde nos llevara el viento. Nos retiramos corriendo por los bosques, caminos intransitables...

A mi parecer, los propios oficiales provocaban el pánico. En presencia de los soldados se arrancaban sus insignias у prohibían disparar contra los aviones enemigos. Pero había tantas tropas y los aviones volaban por encima de nuestras cabezas... Así retrocedimos casi hasta Smolensk y allí también dejamos mucho material bélico.

Todos se replegaron abandonando el armamento y material (tanques, cañones). Casi no hubo combates. En nuestra dirección, tan sólo durante una noche lanzamos un ataque contra las tropas alemanas de desembarco”...

Crítica por parte de Stalin

Hasta hoy en día continúa la polémica sobre las causas de esta retirada dramática y desordenada, la desintegración de los frentes. En realidad, cada uno de los historiadores tiene su propia opinión sobre aquellos acontecimientos.

Nadie descarta que el Ejército soviético no estuvo preparado para una guerra de envergadura y que el caos reinaba en línea del frente, lo que hizo posible el rápido avance alemán hacia el interior del territorio de la URSS.

Sólo pocos piden glorificar el heroísmo y hazañas del Ejército Rojo sin centrar la atención en detalles desagradables para no oscurecer el pasado. Pero estos historiadores que intentan embellecer la realidad tienen un adversario inesperado. Es el propio dirigente soviético Iosif Stalin.

A finales de mayo de 1945, Stalin pronunció un discurso durante la ceremonia solemne que se celebró en el Kremlin con motivo de la Victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi. El dirigente soviético propuso un brindis a la salud del pueblo soviético y luego hizo la declaración siguiente.
“Nuestro gobierno cometió muchos errores. En 1941 y 1942 hubo momentos difíciles cuando nuestro Ejército retrocedió, abandonó ciudades y poblados natales de Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, provincia de Leningrado, repúblicas bálticas, república Carelo-Finesa, retrocedió porque no tuvo otro remedio”.

Es evidente que nadie se atrevería a hacer tales declaraciones críticas a excepción de Stalin.

Parece que hasta hoy en día varios autores que describen los primeros días de la Gran Guerra Patria están paralizados con el miedo ante el dictador soviético. Pero es en vano.

La fe y la catástrofe

En aquel discurso Stalin dio una valoración de los momentos críticos de la historia soviética de la segunda mitad de 1941. “El pueblo soviético podría decir al Gobierno que este frustró sus esperanzas y debió dimitir para que otro Gobierno firmara un  tratado de paz con Alemania y tener una vida tranquila”.

La estimación de Stalin de los ánimos de los ciudadanos de la URSS el 22 de junio de 1941 y durante varios meses siguientes fue demasiado realista.

Se derrumbó el mito sobre la omnipotencia de la URSS y de su líder. La mayoría de la gente soviética, de hecho, creía que batirá al enemigo en su territorio y con pocas pérdidas.

Pero se produjo una verdadera catástrofe. El enemigo lanzó una ofensiva contra la URSS en vez de ser batido en su territorio. Muchos sufrieron una gran desilusión al perder la fe en el poder soviético. Esto se puede comparar con la situación cuando miles de creyentes se dan cuenta de que Dios no existe.

En aquella época, nadie se atrevería a manifestar tales ideas, pero había gente que posteriormente, pasadas muchas décadas, contaron sobre sus sentimientos en el año 1941.

No hay nada sorprendente en que centenas de miles de personas hayan mostrado debilidad, incluidos los militares, que desertaron o se pasaron al enemigo. Pero pertenecieron a la minoría. La mayoría de los ciudadanos soviéticos estaban dispuestos a luchar, defender a su patria, a sus familiares y a sí mismo. Y pudieron contrarrestar al Ejército nazi que en realidad fue el mejor del mundo.

Esta gente aprendió combatir y a finales de la guerra el Ejército Rojo ya pudo considerarse el mejor. Este Ejército derrotó al enemigo en su territorio aunque con muchísimas pérdidas.

Evitar la guerra a toda costa

Hoy en día se han hecho muy popular el debate sobre el tema de que fue el pueblo el que ganó la guerra o Stalin. Pero el dirigente soviético ya dio la respuesta en su discurso tras la Victoria.

“La confianza del pueblo soviético a su gobierno fue el momento decisivo que aseguró la victoria histórica sobre el enemigo de toda la humanidad, el nazismo”.

Stalin puso al pueblo en primer plano. ¿Y los actuales partidarios de Stalin pueden dudar de las palabras de su ídolo?
El pueblo que pudo pasar unas pruebas muy duras durante la Gran Guerra Patria ya no tuvo miedo de nada.

Hoy por hoy, hay pocos quién recuerda y sabe que una de las principales tareas del pueblo soviético en los 50 y 60 del siglo XX fue evitar la guerra a toda costa. La gente sacó lecciones de la euforia y la fe en su omnipotencia que conllevó a los acontecimientos dramáticos en los primeros meses de la Gran Guerra Patria.

Quizás esta preparación pudo evitar el estallido de nuevos conflictos armados y contribuir que la nueva guerra quedara solamente como una “guerra fría”. Según dice un viejo refrán, quién está advertido, está armado.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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