El DAM en Europa es el asunto más complicado entre Rusia y EEUU

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Las discrepancias sobre el programa de defensa antimisiles en Europa es uno de los asuntos más complicados en las relaciones ruso-estadounidenses desde la época de la Guerra Fría y persisten hasta hoy día a pesar de los recientes avances con el tratado START.

Las discrepancias sobre el programa de defensa antimisiles en Europa es uno de los asuntos más complicados en las relaciones ruso-estadounidenses desde la época de la Guerra Fría y persisten hasta hoy día a pesar de los recientes avances con el tratado START. Alexéi Fenenko, investigador del Instituto de Seguridad Internacional de la Academia Rusa de las Ciencias, cree que EEUU y Europa deben atender a las preocupaciones de Rusia si quieren lograr un compromiso viable respecto al escudo antimisiles.

Los medios de información constantemente tocan el tema del sistema antimisiles. Sin embargo, da la impresión de que no hay un motivo real para hablar tanto de este asunto, de que está vacío, que es un hablar por hablar.

No, yo no creo que esto sea así. El asunto del sistema antimisiles es muy importante y un tema muy peligroso para las relaciones entre Rusia y EEUU. En el tratado START se estableció una relación entre el armamento ofensivo y el defensivo.  Nosotros  insistimos en que es necesario un control para el armamento defensivo, es decir para los sistemas antimisiles.

Por su parte, los estadounidenses sólo toman esta propuesta como apuntes para desarrollar en el futuro. En resumidas cuentas, dentro del marco del START nos encontramos con sensibles diferencias de interpretación. Por supuesto, las negociaciones continúan pero es significativo que  durante todo el 2010 no hubiera forma de llegar a un acuerdo.  Le recuerdo que la cumbre de Washington del 2010, donde Rusia propuso la firma de un protocolo adicional, fue infructuosa. Entonces se decidió aplazar la realización del plan del sistema antimisiles para Europa.

Rusia ya firmó el START con el derecho a romperlo si los Estados Unidos deciden ampliar su sistema de defensa antimisiles. Por eso, todos los esfuerzos ahora van dirigidos a salvar el acuerdo que es el resultado más importante del reinicio de las relaciones ruso-estadounidenses. Sin embargo, hay un tema que se esconde detrás de todo esto y que se remonta a 1989, cuando junto con los estadounidenses intentamos definir un sistema de control armamentístico en base al «Pacto de Wyoming». Eran unas reglas de control sobre el armamento nuclear: conversaciones sobre el sistema antimisiles y sobre el acuerdo START, la prioridad de reducción de misiles pesados con cabezas múltiples y la ausencia de misiles crucero en el balance estratégico.

Sin embargo, la situación cambió en 2009 cuando el presidente Medvédev decidió renovar el «Pacto de Wyoming» y se firmó el START en otras condiciones que ya no marcan una prioridad clara de reducir los misiles pesados y de llevar un recuento claro de unidades en los sistemas antimisiles. En resumen, todo este asunto se resume en si finalmente vamos a tener un control armamentístico o volveremos a la situación del 2007 cuando cada una de las partes actuaba a su libre albedrío.

Analizando el escudo antimisiles desde una perspectiva meramente técnica ¿es una defensa realmente eficaz contra un supuesto ataque o como piensan algunos expertos un buen misil atravesará cualquier barrera y llegará a su objetivo?

En este punto hay dos escenarios: en el primero, si partimos del supuesto de un ataque nuclear preventivo con misiles estratégicos rusos, hay que decir que no existe ningún escudo capaz de rechazarlo. Pero sí que hay varios peligros. El escudo antimisiles está pensado contra los ataques puntuales buscando desarmar al enemigo, pero si la destrucción no es total, el sistema efectúa un contraataque muy peligroso.

En otro sentido, no hay que olvidar que durante la segunda mitad del año pasado, hemos retirado por obsolescencia una gran cantidad de misiles de los años 80. EEUU también ha hecho lo mismo. Durante la pasada década hemos construido muchas menos unidades que en las anteriores, a diferencia de los norteamericanos.  Así que hoy tenemos menos poder de ataque.

Es decir, la fórmula “que fabriquen cuantos misiles quieran” es peligrosa para Rusia…

En condiciones de una rápida evolución del armamento de alta precisión para desarmar al enemigo para, después, utilizar el sistema antimisiles a pleno rendimiento, el planteamiento que usted menciona sería realmente peligroso. Los norteamericanos ahora están frenando las conversaciones sobre el control armamentístico. El nivel de seguridad que plantea el START les parece demasiado alto y exigen una relajación del mismo. Obama ya adelantó el año pasado que habría que rebajarlo en un 75 %, es decir, que se pretende dejar en los arsenales la cuarta parte de los misiles que las dos partes iban a desmantelar. 

Con este status quo de abundancia de unidades, el sistema de escudo antimisiles sí que sería peligroso para Rusia. Esto parece cosa del futuro a medio o largo plazo, para después del 2020, pero debemos pensar en ello ya.

En definitiva, todo parece indicar que en los próximos años, EEUU utilizarán el sistema antimisiles como una carta diplomática o una especie de instrumento comercial.

Yo creo que sí. Sólo que en un formato poco ventajoso para nosotros en el ámbito del armamento nuclear táctico. En el fondo, lo que más temen los norteamericanos es la superioridad rusa en Europa. En este escenario sí que les interesa una reducción drástica del armamento nuclear táctico, con su superioridad en el convencional en contrapartida a determinadas concesiones en el sistema antimisiles.

Supongamos que EEUU renuncian a instalar sus escudos antimisiles en Polonia o República Checa, pero se van y los despliegan, por ejemplo, en Rumania y Eslovaquia. ¿Qué cambia con esto? Aunque aparentemente será una enorme concesión a los intereses de Rusia. Le recuerdo que ya en septiembre de 2009 entendimos mal la decisión de Obama al renunciar a la tercera región del sistema antimisiles. Entonces nos pareció que Estados Unidos cedía terreno, pero en realidad los acuerdos de los estadounidenses con Polonia y República Checa todavía no han sido cancelados y nada impide a la administración de Obama reanimarlos. Por esta razón, habrá que estar muy atentos al cómo se desarrollen los acontecimientos.    

¿Y qué se puede hacer?

Bueno, en estos momentos tenemos un proyecto muy interesante en marcha. Se trata de la iniciativa Euro-Atlántica de seguridad, que está encabezada en la parte norteamericana por el conocido diplomático y extraordinario negociador, Robert Legvold. Esta iniciativa era un proyecto del Fondo Carnegie, que fue creado para la resolución de las diferencias en el Acuerdo de Seguridad Europea que, como ya es conocido, de hecho desapareció a comienzos del pasado año. 

Ya en primavera del 2010 el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia apoyó esta iniciativa que pasó a tener un estatus semioficial. Yo creo que uno de los temas de la visita del ministro Lavrov a Estados Unidos será este. Los norteamericanos de momento están haciendo hincapié en los problemas históricos de Rusia: las relaciones entre Rusia y Polonia, los países bálticos así como los conflictos en el espacio postsoviético.

Rusia, por su parte, está interesada en prestarle una mayor atención al control sobre el armamento. Y en este ámbito hay tres problemas principales en la región euro-atlántica.

El primero, el armamento táctico, donde Rusia propone la reducción de los misiles tácticos y la  actualización del artículo séptimo del Tratado de no Proliferación Nuclear, sobre el derecho de los países con potencial atómico a tener armamento nuclear en el territorio de países terceros sin potencial nuclear. Por ejemplo, si Alemania y Noruega quisieran librarse de la presencia del armamento táctico estadounidense, podrían acogerse a la vieja idea de formar una zona nuclear libre en la región de la Europa central y oriental. 

Otro punto importante es el problema de la inclusión de Francia y Gran Bretaña en el Tratado sobre la Reducción de los Misiles de Alcance Medio y más Corto. Mientras estos países mantengan derecho a desarrollar sus planes en torno a este tipo de misiles, Rusia no renunciará a su armamento táctico.

En un último término está el problema del arsenal nuclear británico, que está incluido en el sistema de planificación nuclear, y que Rusia desearía incluir en el START.

Es decir, si el sistema de escudo antimisiles está unido a estos tres puntos,  será posible obtener una solución consensuada. En caso contrario, Rusia considerará la presión de Estados Unidos como un intento descarado de obtener concesiones excesivamente ventajosas en el terreno del sistema antimisiles, obviando otros temas muy importantes. Y las diferencias sobre la proliferación del armamento fue lo que desestabilizó la situación en los años 70.

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