Algunas unidades militares de EEUU abandonan Iraq

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El gobierno de Iraq se destapó con la petición relativamente inesperada de que EEUU deje algunas tropas en el país.

El gobierno de Iraq se destapó con la petición relativamente inesperada de que EEUU deje algunas tropas en el país.

Una noticia importante que hace un par de años, habría causado un gran revuelo informativo en Estados Unidos.

Sin embargo, ahora las cosas son diferentes y en la edición impresa del “Washington Post” se le ha dedicado un discreto lugar en la octava columna, mientras que en Internet también ha ocupado un sitio secundario.

Los grandes titulares y las primeras columnas se las llevan las consecuencias del enfrentamiento de Obama con el Congreso sobre la elevación del techo de la deuda federal, el reportaje sobre los sucesos en Siria, las últimas noticias sobre los bandazos financieros que sufre Europa. Pero esta, a primera vista discreta, noticia procedente de Bagdad es de las que tienen efectos globales, imprevisibles.

Esperando una señal para quedarse

Esta historia ha venido cociéndose a lo largo de todo el verano. En el fondo del asunto está el hecho de que los últimos destacamentos de EEUU (alrededor de 46 mil soldados) teóricamente deben abandonar Iraq antes del 31 de diciembre de este año, según el acuerdo al que llegaron ambas partes en noviembre del 2008. Al contrario de lo cabría esperar, varias de las fuerzas políticas del país han venido expresando en los últimos meses el deseo de que los estadounidenses permanezcan en Iraq, aunque no lo han plasmado de forma conjunta. Washington, en realidad, tampoco quiere marcharse.

En cualquier caso, el proceso de retirada de tropas se cumplía a rajatabla. Hasta la semana pasada, cuando en visita de despedida de su cargo llegó a Bagdad el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor de Estados Unidos, Michael Mullen. El Almirante les dijo a sus interlocutores iraquíes que pueden esperar más para tomar una decisión definitiva. La logística de evacuación de tropas con todo su equipamiento es un proceso largo y complicado en el que llega un momento en que ya no hay vuelta atrás.

Al final de su visita, Mullen se entrevistó con le presidente de Iraq, Yalal Talabani y el primer ministro, Nuri Al-Maliki donde sí que escuchó la solicitud de que las tropas estadounidenses se quedaran. En cualquier caso, las fuerzas políticas y el gobierno de Iraq ya han decidido comenzar las negociaciones con EEUU en este sentido. La intención de Bagdad es que pequeños destacamentos estadounidenses se encarguen de la instrucción del ejército iraquí, no de que grandes contingentes de tropas permanezcan para controlar el país. Está claro que todavía queda una gran cantidad de detalles por pulir, un proceso que tardará meses en concluir, pero lo importante es que ya haya comenzado.

Es cierto que a veces se marchan…

Existe una corriente de opinión, según la cual Estados Unidos siempre practica una política imperialista allá donde interviene, es decir, si llega con su ejército a un país y establece sus bases, ya nunca lo abandona, controlando sus recursos y la política de la nación ocupada. Esto no es cierto o, al menos, no siempre.

Basta recordar la experiencia militar de EE.UU. en Asia durante la Guerra de Vietnam. Entonces Estados Unidos desplegó enormes bases en Tailandia, en Filipinas y en Vietnam de Sur… de las que hoy ya no queda rastro. Existen, no obstante, acuerdos de colaboración militar, se realizan visitas sistemáticas de buques de guerra y diversas maniobras conjuntas. Pero nada del presunto control total sobre los recursos naturales, sobre el petróleo asiático y la vida política de estas naciones. Más bien al contrario, hay un descontento manifiesto por la escasa presencia de EEUU en la región para contener los apetitos de China.

Otra cosa es que el proceso de retirada suele ser muy lento. En el caso asiático comenzó a mitad de los años setenta, tras la derrota en la guerra de Vietnam y concluyo a finales de 1991 con el fin de la época de las dos superpotencias.

El mismo caso se observa en Iraq, es decir, la fase temprana de un complejo proceso de retirada de las tropas estadounidenses. En cualquier caso, desde diciembre, cuando la mayoría del contingente de EE.UU. abandone el país, la situación tomará un cariz diferente. Ahora son decenas de miles de soldados, una fuerza muy difícil de doblegar para cualquier ejército nacional, pero a comienzos del año que viene quedarán sólo unos diez mil efectivos. Este colectivo, a pesar de contar con el apoyo de las fuerzas de misiones especiales y varias agencias privadas de seguridad estadounidenses, queda ya a merced de las circunstancias. La verdadera seguridad de estos hombres ya dependerá de la diplomacia y no de la fuerza bruta, que se ha venido empleando desde el 2003 sin grandes resultados. 

Un millón de cuestiones por resolver

Estados Unidos busca conservar una mínima presencia militar en el país que se desintegro en partes mal avenidas, sobre lo que todavía en 2003 habían advertido Moscú y otras capitales. Corrobora este hecho una larga discusión entre las fracciones políticas iraquíes para aceptar, por fin, a los instructores estadounidenses. En realidad no se trata de fracciones, sino de regiones donde viven grupos étnicos diferentes que, incluso, profesan el Islam cada uno a su manera. Además, para terminar de complicar la situación, los políticos están a favor de la presencia estadounidense y los ciudadanos de a pie, en su mayoría, están en contra, hecho que quedó demostrado con los bailes en las calles para celebrar el comienzo de la retirada de las tropas en el 2009. 

Por esta razón, no está del todo clara la decisión del gobierno iraquí de permitir a los soldados de EEUU permanecer en el país. Entre otras cosas, porque nadie garantiza que la cúpula dirigente iraquí continúe en el poder dentro de un año o dos.

Todo lo hecho y dicho sobre la permanencia estadounidense en Iraq despierta miles, puede que millones de preguntas a las que no hay respuestas objetivas y directas. Por ejemplo, el hecho de que Mike Mullen haya conseguido convencer al gobierno iraquí de que la presencia de EEUU en Iraq es positiva, no significa que la población estadounidense también  piense así. Muy al contrario, el debate en Estados Unidos sobre el particular es muy intenso, no menos que en Iraq.

El desarrollo de esta cuestión plantea la cuestión de si las reducidas tropas estadounidenses podrán refrenar los apetitos de Irán, cuya presencia en algunas regiones de Iraq ya se deja sentir con mucha intensidad. O, sí por ejemplo, gran parte del Oriente Próximo toma el camino iraquí y, países tradicionalmente unidos, comienzan a resquebrajarse en regiones enemigas, como sucede en Libia o Siria. Pueda que no ocurra nada, que sea el devenir natural de la historia y nada más, pero pueda que las convulsiones resultantes sean mayúsculas.

Y, lo último, un proceso similar está gestándose en Afganistán y Pakistán. De estos países las tropas estadounidenses también se marchan, pero, a imagen de lo que ocurre en Iraq, dejan algunos contingentes. Nunca se sabe qué consecuencias acarrearán estas tropas semi retiradas para el destino de estos países y el de toda la región de Asia Central.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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