Las mujeres toman la palabra: ¿Vas de vacaciones? ¡Prueba la desintoxicación digital!

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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El mes pasado viajé a Cerdeña, Italia, una bonita isla en medio del Mediterráneo, junto con un grupo de editores para describir los exquisitos gastronómicos de la región.

El mes pasado viajé a Cerdeña, Italia, una bonita isla en medio del Mediterráneo, junto con un grupo de editores para describir los exquisitos gastronómicos de la región. Recuerdo a cada uno de los que integraban nuestro grupo, a excepción de una chica. No puedo acordarme en absoluto de su rostro y ¿por qué? Es que esta editora siempre andaba mirando hacia abajo, con los ojos puestos en uno de sus gadgets, iPhone o iPad, y las manos escribiendo algo.

La chica no apartaba la vista de sus queridos dispositivos durante el desayuno, comida y cena, en viajes y visitas al centro de relajación y terapia. Siempre revisaba algo con gran preocupación como si el mundo se iba a acabar en cuanto se cortara la conexión wi-fi. De vez en cuando participaba en las conversaciones, pero la mayor parte del tiempo yo tenía la sensación de que esta persona no estaba con nosotros en realidad. Además, dudo que haya disfrutado de Cerdeña.

Desafortunadamente, esta chica no está sola con su adicción digital. Un número cada vez mayor de personas necesitamos nuestros dispositivos en la yema de los dedos y algunos de nosotros no podemos vivir sin revisarlos a cada rato.

Destacado una vez por el mayor número de pasajeros que leen, ahora el metro moscovita está lleno de personas que viajan con los ojos y oídos clavados en todo tipo de dispositivos electrónicos. Los gadgets inundan no sólo nuestras oficinas sino que todos los campos de nuestra vida privada, cocinas, dormitorios, vacaciones.

“El problema no consiste en nuestros iPhones y BlackBerries sino que en el modo de cómo los usamos. Es que simplemente a veces nos pasamos, rodeados de pequeñas pantallas”, dice William Powers, autor del libro publicado recientemente El BlackBerry de Hamlet: Filosofía Práctica para desarrollar una vida buena en la Época Digital (Hamlet´s BlackBerry: A Practical Philosophy for Building a Good Life in the Digital Age). De hecho, la presencia de dispositivos digitales nos da recompensas evidentes.

Experimentamos una subida de adrenalina en cuanto obtenemos nueva información. Nos sentimos importantes cuando recibimos mensajes 24 horas al día 7 días en la semana incluso si carecen de sentido o son tan sólo actualizaciones de redes sociales. Nos sentimos eficientes al pensar que la multitarea nos permite cumplir muchos quehaceres más.

Aceptamos más y más gadgets para nuestra vida, sin tener en cuenta el precio, la vista borrosa por el cansancio de los músculos oculares, peor rendimiento (científicos ya han probado que la multitarea es una ilusión ya que el cerebro humano no puede concentrarse en varias tareas simultáneamente), falta de sueño  (según estudios, la presencia misma de los dispositivos electrónicos en el dormitorio afecta al sueño, el cerebro recibe la señal de que siempre debe estar alerta) y problemas personales.

“Ni siquiera sale de Facebook por la mañana”, se quejó de su pareja una amiga mía. Estaba realmente furiosa como si hubiera pillado a su novio engañándola. Aunque creo que de cierto modo si la engañaba, pegado a la pantalla de su computadora durante el desayuno con lo que impedía la comunicación normal.

Muchos de nosotros no podemos dejar aparte nuestros dispositivos digitales ni siquiera durante las vacaciones. El reciente sondeo de American Express, realizado a 2.000 personas reveló que el 79% de las personas permanecen conectadas durante los viajes, el 72% leen su correo electrónico, el 68% lo hacen para el trabajo y el 27% revisan con frecuencia las redes sociales.

Una curiosa tendencia turística está emergiendo en América y Europa para ayudar a los adictos digitales a relajarse sin sus dispositivos, las llamadas Vacaciones de Desintoxicación Digital. Los turistas entregan sus dispositivos digitales a la hora de alojarse en el hotel y se dirigen a su habitación que carecen de televisores, teléfonos ni wi-fi. A cambio, los hoteles y balnearios de este tipo ofrecen una variedad de actividades desintoxicantes para la mente, diversiones obsoletas tipo juegos de mesa y actividades al aire libre, excursiones, deporte, etc.

Creo que por ahora no necesito una desintoxicación digital, pero tengo que admitir mi adicción a estar siempre conectada. Cuando desayuno sola, Facebook y el correo electrónico son mis compañeros de siempre. En el trabajo, reviso mis mensajes y redes sociales al menos cada diez minutos. Durante los viajes, mi computadora portátil la traigo en la bolsa y el celular lo guardo en la mesita de noche. Y si olvido mi móvil en casa, o se le acaba la batería, o lo dejo intencionadamente en el hotel, me siento impotente y perdida, como si mi vida estuviera fuera de control. Pero normalmente, los síntomas de abstinencia se disipan en un par de horas, luego viene una excepcional sensación de libertad y el despertar de los sentidos.

Según otra investigación estadounidense, el 33% de los veraneantes ocultan de sus compañeros de viaje que se conectan a Internet. Pero, ¡por lo menos lo ocultan! Ya es una señal de respeto.

De hecho, creo que hace falta que implementemos urgentemente ciertas normas de cómo usar nuestros dispositivos sin ofender ni hacerles daño a los demás. Ante todo es necesario en un país como Rusia, donde un dispositivo lujoso todavía determina el estatus, representa más bien una manera de hacer alarde que una necesidad para estar digitalmente activo.

Así que antes de que la moda de turismo desintoxicante alcance a nuestro país, yo prohibiría (a nivel nacional) el uso de celulares no sólo al conducir el coche sino que en muchos lugares públicos. Además, obligaría a los empleadores que exijan a sus empleados colocar sus celulares en modo silencioso en la oficina y fuera de la vista si no los necesitan para presentaciones. Y claro está que si pudiera, prohibiría rotundamente el uso de celulares durante las citas, aunque a veces una llamada o mensaje oportuno puedan apartar de una cita desagradable.

Nosotros no podemos ni debemos frenar el desarrollo tecnológico, pero sería bueno aprender a moderar su uso.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.




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