Las mujeres toman la palabra: Jane Eyre o No sé cómo lo hace

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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La semana pasada dos películas sobre las mujeres se estrenaron en Moscú. La primera es una comedia vivaz titulada No sé cómo lo hace, donde se trata de una mujer moderna multitarea quien corre como una rata en un laberinto para combinar la carrera y la familia.

La semana pasada dos películas sobre las mujeres se estrenaron en Moscú. La primera es una comedia vivaz titulada No sé cómo lo hace, donde se trata de una mujer moderna multitarea quien corre como una rata en un laberinto para combinar la carrera y la familia. La otra es una escenificación de la famosa novela Jane Eyre de Charlotte Bronte.

La primera película es protagonizada por la veterana actriz cómica Sarah Jessica Parker, quien interpreta el papel de una mujer que parece tenerlo todo: un fascinante trabajo de banquera de inversión, una casa bonita en un barrio agradable de Boston, dos niños divinos, un marido comprensivo y sexual quien la deja irse en un viaje de negocios en medio de la cena el Día de Acción de Gracias, siempre está dispuesto a estar con hijos, e incluso un pretendiente impecablemente amable y cortés de Wall Street, cuyo papel interpreta Pierce Brosnan. Una vida de chocolate glaseada, como lo decimos en Rusia.

Jane Eyre, fabulosa heroína de 1847, tiene poco a excepción de su educación en una escuela financiada con donaciones, su inteligencia, tenacidad y sentido común innatos. Una pobre institutriz huérfana que sirve en una fantasmagórica mansión victoriana, suena con obtener mucho más de lo que le ofrece su estatuto social y la física “sencillez y oscuridad”. A pesar de las convenciones sociales, aspira a una “fuerza de visión que puede sobrepasar estos límites.”

La primera vez leí, o mejor dicho devoré, el libro sobre Jane Eyre cuando tenía 12 años, en ruso y luego en inglés, en cuanto pude. Desde entonces volvía a leer este libro casi cada año, cada vez encontraba allí una nueva inspiración. De adolescente, me fascinaban las vueltas románticas del guión, cuando Jane Eyre se enamora de su noble patrón y al superar todas las barreras sociales y todo tipo de obstáculos, encuentra una felicidad absoluta. A la medida que me hacía adulta, empecé a apreciar otros aspectos del libro, en particular la fuerza y la integridad, la sensatez y la prudencia extraordinarias de la protagonista.

Esta novela suelen llamarla uno de los primeros textos literarios feministas del mundo. No estoy segura de que Jane Eyre de verdad fuera una feminista, pero poseía ciertas cualidades, que adoptaron las activistas de derechos de la mujer a finales del siglo XX. Era impaciente pero objetiva, franca y ferozmente independiente. Rechazaba los fastuosos regalos con los que la intentaba colmar su novio y ella quería seguir trabajando de institutriz después de la boda para ser económicamente independiente. Además, expresaba abiertamente sus convicciones que eran bastante radicales para aquel tiempo.

Como ésta, por ejemplo: “Se supone, generalmente, que las mujeres deben ser más tranquilas, pero la realidad es que las mujeres sienten igual que los hombres; que necesitan ejercitar sus facultades y un espacio en el que pueden esforzarse como sus hermanos masculinos; sufren al verse tan rígidamente reprimidas, condenadas a la inactividad, exactamente de la misma forma que sufrirían los hombres; y es una gran estrechez de miras cuando sus privilegiados prójimos dicen que las mujeres deben limitar su vida a preparar budines y tejer calcetines, tocar el piano o bordar los bolsos. Es una falta de consideración condenarlas o burlarse de ellas, si intentan hacer algo más y aprender más de lo que la tradición prevé para ellas.”

La hermana de Jane Eyre, con un buen sueldo aunque bastante histérica, de la película No sé cómo lo hace, compra budines y calcetines en un supermercado, se casó con el hombre a quien quiere y consigue acuerdos de millones de dólares, pero no parece estar contenta. Quiere muchísimo a su marido, a sus hijos y su trabajo, pero el intento de hacer malabares con todo esto la trae a una crisis nerviosa y matrimonial. Es crónicamente incapaz de delegar ni priorizar las cosas, hace listas de quehaceres frenéticamente y nunca logra seguirlas, por lo que se siente culpable constantemente.

No obstante, esta mujer del siglo XXI posee las cualidades que anhelaban poseer la Jane Eyre hace 160 años. Entonces, ¿por qué es más bien exasperada que satisfecha? Si la protagonista de Charlotte Bronte viviera hoy, en la época de oportunidades infinitas para las mujeres, ¿qué camino elegiría? ¿El de un ama de casa satisfecha de sí misma? ¿O el de una profesional exitosa que ignora las convenciones sociales de que la mujer debe casarse y tener una familia? ¿O intentaría obtenerlo todo, haciéndose malabarista, posiblemente una más eficiente?

Creo que es posible que la Jane Eyre de hoy no lo tuviera todo. Pero sin duda lo tendría a su modo. Lo jugaría limpio pero duro y si fuera necesario lucharía por las cosas, en las que cree. Negociar una jornada de trabajo más flexible y una decente baja por maternidad, establecer las prioridades, competir pero sin miedo de perder o soltar sus asuntos cuando las cosas más importantes (como las relaciones o la salud) están en juego.

En realidad, la protagonista de Sarah Jessica Parker empieza a respirar sólo cuando empieza a portarse así: se atreve a subir al despacho de su jefe y logra convencerlo de que la deje aplazar un viaje de negocios para el próximo lunes en vez del fin de semana. Incluso piensa cambiar de trabajo si la esclavitud corporativa sigue prevaleciendo.

Creo que para esto sí que las mujeres tenemos mucha facilidad, sabemos encontrar nuestra propia vía. Jane Eyre era femenil igual que feminista. Simplemente seguía haciendo lo que quería, desafiando lo que se esperaba de ella.

Ya que como dice un proverbio francés, ce que femme veut, Dieu le veut. Lo que quiere una mujer, Dios lo quiere.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.



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