Las mujeres toman la palabra: ¿En Rusia, el tiempo es dinero?

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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Cuando Dios creó el tiempo, ¿lo hizo suficiente? Mejor dicho, ¿El tiempo es dinero?

Cuando Dios creó el tiempo, ¿lo hizo suficiente? Mejor dicho, ¿El tiempo es dinero?

Precisamente cuando andaba mal de tiempo, la semana pasada, reflexioné sobre las categorías del tiempo y el dinero.

 Estábamos por ultimar la próxima edición de la revista Marie Claire. Eran más allá de las 23.00, ya devoramos un buen pedido de pizza y Coca Cola, pero nadie se quejaba. Todos estábamos muy animados: el subidón de adrenalina para cumplir el trabajo antes de la fecha fijada nos hizo más concentrados, atentos y mucho más creativos de lo normal.

Estoy segura de que las situaciones similares ocurren casi en cada oficina a veces o siempre, la última semana del mes cuando nos acercamos a la fecha límite. Hay una palabra especial en ruso para determinar este estilo de trabajo “avral”, lo que quiere decir “el máximo esfuerzo en el último momento”, “una prisa frenética para cumplir el trabajo”. En realidad, creo que esta noción caracteriza la manera de la que los rusos tratamos el trabajo y el tiempo en general.

En 1983 Edward T. Hall, famoso antropólogo americano, publicó un estudio muy discutido The Dance of Life: The Other Dimension of Time (El baile de la vida: la otra dimensión del tiempo).

Dividió el mundo en dos polos culturales respecto al tiempo: monocrónico y policrónico. En las culturas monocrónicas (EEUU, Japón, países del Norte de Europa y Europa Central) la percepción del tiempo es lineal, el trabajo está orientado hacia la tarea, con las prioridades bien delineadas, las misiones y objetivos fijados, la planificación anticipada y bien observada. En estas sociedades el tiempo es un recurso inapreciable que no se puede despilfarrar.

Según Hall, las culturas policrónicas (países del Mediterráneo, mundo árabe y América Latina) “están orientadas hacia las personas, las relaciones humanas y la familia, que es el núcleo de su existencia”. De ahí, el valor del tiempo es relativo y se cree que lo hay más que suficiente. El tiempo es apreciado pero no es clave. Otros factores que son circunstancias, relaciones, están en juego. Además, el tiempo se percibe a la manera “espiral”: el presente está profundamente vinculado con el pasado, y el futuro no siempre se prevé y se planea.

Hall ubicó a Rusia en el campo policrónico. Estoy casi de acuerdo aunque mucho ha cambiado desde 1983. Hoy en día estamos más motivados para usar el tiempo con mayor eficiencia, pero todavía se observa el patrimonio soviético con sus actitudes liberales. Ante todo se refiere a las regiones donde los modelos soviéticos prevalecen ya que la inestabilidad económica hace el presente muy efímero y el futuro impredecible. Cuando se trata de las ciudades grandes donde hay más oportunidades, veo que estamos mal organizados y con  frecuencia no sabemos manejar el tiempo, pero el tiempo nos maneja a nosotros.

“En Moscú y otras ciudades grandes de Rusia las personas suelen trabajar 24 horas al día 7 días de la semana, y el trabajo consume su tiempo personal”, dijo Konstantin Smirnov, empresario con 20 años de experiencia en alto ejecutivo en compañías rusas y extranjeras. “En Moscú se puede llegar media hora más tarde incluso a las reuniones de negocios, el tráfico es una excusa habitual. La planificación es caótica o ni siquiera existe, muchas citas se hacen con poca antelación.”

Pregunté la opinión de Gleb Arjangelsky, fundador y director de la importante consultora rusa Organización del Tiempo, quien lleva más de ocho años entrenando las mayores corporaciones rusas e internacionales. Comentó que no existe “una actitud típica rusa hacia el tiempo”. Culturalmente nuestro país tan complicado está a la mitad de los dos polos, dijo. Incorpora elementos tanto monocrónicos como policrónicos, a veces dentro de una empresa, un mismo departamento e incluso una misma persona.

“Mientras que unas personas y empresas demuestran una eficiencia y puntualidad fenomenales, otras no hacen caso al tiempo. En Rusia nunca sabes qué te ocurre”, dijo Arjangelsky. No obstante, afirmó que poco a poco tanto personas como empresas tienden hacia el modelo sajona “tiempo es dinero”. “Es un modelo que funciona, y todo el mundo se acerca a éste, basta mirar al Sureste de Asia que trataba el tiempo de manera diferentes antes del boom económico”.

Pero los rusos tenemos que apreciar y aprovechar nuestras aptitudes, que incluyen la capacidad de trabajar eficazmente bajo la presión. Según Arjangelsky, el estilo de trabajo “avral” está profundamente arraigado en nuestra mentalidad, vinculada al clima desafiante de nuestro país. “Los veranos son muy cortos, así que a lo largo de los siglos cada año había que cumplir todo el trabajo agrícola muy rápido, y los diez meses restantes no se hacía nada.”

Así era Ilya Muromets, personaje folclórico ruso. Este tipo fuerte pero poco motivado pasó tumbado 33 años, incapaz de hacer nada, antes de que una fuerza mágica le inspiró para proezas. Así trabajamos nosotros muchas veces, dejamos las cosas para el último momento (o a que nos venga la inspiración)  y esta presión nos anima a cumplir el trabajo y alcanzar resultados impresionantes.

Pero, creo que no nos caería mal un mejor manejo de tiempo.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

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