La sonda Fobos-Grunt puede suponer una amenaza para la Tierra

© RIA Novosti . Alexei Filippov / Acceder al contenido multimediaLa sonda Fobos-Grunt
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La sonda Fobos-Grunt puede caer a la Tierra en enero de 2012, declaró Vladímir Popovkin, jefe de Roscosmos, la Agencia Espacial de Rusia.

La sonda Fobos-Grunt puede caer a la Tierra en enero de 2012, declaró Vladímir Popovkin, jefe de Roscosmos, la Agencia Espacial de Rusia.

Hay pocas probabilidades de que se consiga establecer contacto con la sonda y ahora preocupan otras cuestiones. ¿Dónde caerá la sonda descontrolada? y ¿qué consecuencias traerá su caída?

La caída es prácticamente inevitable

Todos los sistemas de la sonda Fobos funcionan bien, el aparato mantiene su orientación hacia el  Sol y todo parece en orden.

La sonda fue diseñada de tal forma que resulta prácticamente imposible recibir transmisiones durante la primera fase de la misión. Por lo visto, el ordenador del aparato fue programado para que pueda recibir órdenes sólo después del primer encendido.

Pero el motor que sustenta la sonda, lanzada desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajstán) el pasado 8 de noviembre, no se puso en marcha tras la separación del cohete propulsor.

“Ahora estamos buscando qué hay que hacer para arreglar la situación. La órbita de la sonda está bajando. Si no se logra restablecer el control del aparato, Fobos-Grunt entrará en la atmósfera terrestre y caerá a la Tierra. Desgraciadamente, hoy en día, es imposible calcular la hora y el lugar preciso en el que caerá Fobos-Grunt”, dijo Vladímir Popovkin.

La información proporcionada por Popovkin, que asegura que la sonda continuará orbitando la Tierra hasta principios de enero, coincide con los cálculos del experto canadiense, Ted Molczan, en base a los datos obtenidos del Comando Estratégico de EEUU, según los que la sonda caerá a la Tierra el 12 de enero de 2012, doce días más tarde o temprano, aproximadamente.

En la actualidad no existe un pronóstico más preciso respecto a la fecha de la caída del aparato.

“Os digo la verdad. Nadie en el mundo sabe exactamente cuándo se producirá la caída. Es imposible averiguar en qué punto entrará en la atmósfera terrestre la sonda Fobos-Grunt. Más adelante,  acumularemos más datos y podremos determinar con más precisión el lugar de la caída y la hora”, dijo a RIA Novosti un experto ruso que prefirió mantener anonimato.

Hay que recordar que la sonda fue lanzada con éxito y alcanzó una órbita inicial de unos 210 x 350 km, con una inclinación de 51,4º.

Siguiendo las posibles trayectorias de la caída, Fobos-Grunt puede caer en cualquier lugar que tenga una zona alargada alrededor de la Tierra paralela al ecuador que es de más de 11 mil kilómetros de ancho.

“Esta zona abarca la mitad de América del Norte, también parte de América del Sur, toda Australia, toda África y la mitad del continente euroasiático. Moscú está fuera del peligro”, afirmó Igor Lisov, editor y comentarista de la revista rusa Novosti Kosmonavtiki (Noticias de la Cosmonáutica).

13 toneladas de masa con sustancia tóxica

Es difícil pronosticar cómo actuará el motor de la sonda lleno de combustible durante la bajada incontrolada del aparato.

Además, es imposible saber cuánta será la cantidad de combustible en la sonda cuando entre en la atmósfera. Nadie puede averiguar si tuvieron lugar algunas fugas.

En realidad, la principal preocupación está relacionada con el combustible hipergólico (hidracina y tetróxido de nitrógeno) con los que está cargada la Fobos.

Después de la caída en la tercera etapa del lanzador Soyuz-U, en Altai (Siberia) a finales de agosto, la hidracina (dimetilhidrazina asimétrica o UDMH por su sigla en inglés) sigue suscitando polémica en los medios de comunicación.

La hidracina, sustancia tóxica que provoca mutaciones genéticas, se utiliza con frecuencia como componente del combustible de cohetes espaciales, generlamente junto con ácido nítrico. Resulta una mezcla muy inflamable.

Según la información disponible, la mayor parte de las sustancias peligrosas deben quemarse en la atmósfera junto con el cuerpo metálico de la sonda. Es prematuro afirmar que un tanque con UDMH (hidracina) caerá sobre la Tierra.

“Tiene 7,5 toneladas de combustible.  La gasolina está en los depósitos de aluminio y no dudamos que explotará al entrar en la atmósfera. Hay muy pocas posibilidades  de que algunos fragmentos alcancen la Tierra, aunque hay que estudiar la situación”, dijo Vladímir Popovkin,  jefe de Roscosmos.

No es la primera misión fallida

La ingeniería espacial tiene la experiencia de perder aparatos cargados de combustible mucho más peligroso que la hidracina utilizada en la sonda Fobos-Grunt. Se trata de sustancias altamente radiactivas.

En la década de los 70, la URSS empezó a colocar en órbita satélites de investigación dotados con radares de alta potencia que se sustentaban con energía nuclear generada por los reactores instalados a bordo de estos aparatos.

Una vez usados estos aparatos y antes de efectuar su entrada en la atmósfera, separaban el compartimento del reactor y lo colocaban en las llamadas “órbitas cementerios” donde están hasta hoy en día.

Pero en situaciones imprevistas, los satélites caían a la atmósfera junto con los reactores. En enero de 1978, el satélite Cosmos-954 entró en la atmósfera sobre el norte de Canadá y varios fragmentos radiactivos cayeron en territorio canadiense.

Tras un gran escándalo, el gobierno soviético pagó a Canadá varios millones de dólares de indemnización por los daños causados al medio ambiente.

En febrero de 1983, el satélite Cosmos-1402 también sufrió un accidente y los fragmentos de su reactor cayeron en el sur del Océano Atlántico. En el caso de que hubiera entrado en la atmósfera 30 minutos antes, los fragmentos habrían caído en Europa.

El anterior a la Fobos-Grunt, la sonda rusa Mars-96 que llevaba generadores radiactivos que funcionaban con pilas de plutonio se desintegró en las capas de la atmósfera pocas horas después de su lanzamiento, en noviembre de 1996.

En comparación con otros accidentes, las consecuencias de la caída de la Fobos-Grunt no serán catastróficas.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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