Confrontación de intereses en Birmania entre China y EEUU

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La visita de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, a la antigua Birmania (Myanmar) no ha traido ningún resultado sustancial.

La visita de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, a la antigua Birmania (Myanmar) no ha traido ningún resultado sustancial.

De momento, parece suficiente el hecho de que la jefa de la diplomacia estadounidense haya visitado Myanmar. Esto quiere decir que ya no existe la “junta de Birmania”, ni tampoco un país del que se sospecha que se está  realizando investigaciones nucleares secretas.

Tampoco va a haber más fracasos en cuanto a la socorrida política de sanciones y aislamiento aplicada por Estados Unidos.

¿Y qué habrá entonces?

Pues habrá otro intento de irritar (aunque igual debería decirse, “aplicar una política de disuasión”) a China en esta zona que es clave para su política exterior. En estos momentos no está claro si el objetivo que acabo de mencionar se ha cumplido o no.

La visita sí que ha tenido repercusiones en lo que  respecta a la campaña propagandística en pro de los derechos humanos. Si la secretaria de Estado ha visitado Naypyidaw (capital de Myanmar), una capital supuestamente “aislada y asfixiada por las sanciones”, se entiende que el desarrollo democrático de Myanmar ha empezado. De lo contario, ¿con qué objetivo pudo haber viajado allí Hillary Clinton?

Sanciones, efecto inesperado

La historia de las sanciones estadounidenses y europeas aplicadas al extremadamente testarudo, propenso a represalias y desconfiado régimen de Myanmar es muy larga, dado que este régimen sigue siendo el mismo desde  hace mucho tiempo. No hay elecciones desde el año 1990 y antes la situación tampoco era perfecta.

La única pregunta al respecto es ¿cómo hay que actuar?

Se optaba por aplicar las mismas sanciones que a Irán, Corea del Norte y Siria, es decir, presionar y aislar. El resultado era inesperado: gracias a las inversiones  chinaspo un monto total de 12.300 millones de dólares, junto con los países de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunéi, Vietnam, Laos Birmania y Camboya), la antigua Birmania vivía mejor cada año.

Lo que ocurre es que no dejan de tener importancia los Estados vecinos. Myanmar ha tenido suerte por limitar con la India, China y Tailandia que no necesitaban tener al lado un país devastado por sanciones y dominado por el odio, poblado, además, por tribus que no obedecen al poder central y prefieren cultivar amapola.

Muchos países, Rusia entre ellos, opinan que los cambios políticos no se consiguen por la vía  de las sanciones y que las reformas por las que ha optado un Estado requieren un proceso lento y duradero. Al mismo tiempo, explicaban e insistían que había que cambiar el régimen de Myanmar, porque en caso contrario las consecuencias  serían nefastas. Los cambios han empezado en la pasada primavera y…

Como resultado de su política, Washington se enfrentó con un país, donde la influencia económica de China, su principal rival, es casi absoluta. La democracia en Myanmar también fue promovida por Pekín y países aliados. ¿Qué debería hacer Estados Unidos que no tiene ninguna influencia en este país? Parece que sí hay planes de acción. 

Myanmar está en plena transición hacia la democracia, ha celebrado las elecciones, tiene una Constitución y un presidente (antiguamente militar pero ahora retirado y completamente civil) y se decidió enviar allí, después de 50 años, a la secretaria de Estado. El objetivo es, de acuerdo con el diario The Washington Post, “comprobar la lealtad del nuevo Gobierno”.

El esquema de las negociaciones fue el siguiente: el presidente de Myanmar, Thein Sein, durante 45 minutos estuvo describiendo a Hillary Clinton el proceso de la futura democratización del país y ella, a su vez, le explicaba cuál será la respuesta de Estados Unidos que se guiará por el principio de “paso a paso”, cediendo en las sanciones de manera progresiva.

Además de esta entrevista, se celebraron varias  reuniones mediáticas con los líderes de la oposición y las organizaciones no gubernamentales.
¿Y en lo que respecta a las sospechas nucleares de hace 5 años? El senador Richard Lugar pidió a Hillary Clinton que se lo comentara a los dirigentes de Myanmar. Nada más.   

Se supone que el problema no existe. Así las cosas, de no interpretar las negociaciones entre Clinton y Thein Sein como inicio de los preparativos para anunciar que Myanmar ha renunciado a toda actividad ilegal relacionada con las investigaciones nucleares, a las que supuestamente se dedicaba junto con Corea del Norte.

Una afrenta para Pekín

En realidad, en torno a Myanmar se está desarrollando una historia diferente que, por muy extraño que parezca, es muy importante para la política exterior de la Administración de Obama.

Es una historia del cambio de prioridades. Al sufrir fracaso en Oriente Próximo, Washington ha puesto sus miras en la región de Asia-Pacífico. Pero tampoco allí su posición es demasiado prometedora, siendo precisamente Myanmar el ejemplo más convincente.

En otros países de la zona, la situación no es tan desesperante, pero bastante parecida.

La influencia de China aumenta y la de Estados Unidos, debido a los errores cometidos, disminuye. Por lo tanto, el presidente Barack Obama y su equipo intentan demostrar que van a recrudecer presiones sobre China en cualquier evento diplomático, encontrando puntos débiles en los sectores aparentemente intachables de su política. En Myanmar, por ejemplo.

Parece impensable que un país que, gracias a China, además de haber podido aguantar la presión de EEUU, ha empezado a establecer récords económicos, no haga nada en contra de su benefactor, a cambio de la aprobación de Hillary Clinton.

Sin embargo, de acuerdo con los medios de comunicación de EEUU, eso mismo está ocurriendo. A principios de septiembre, las autoridades de Myanmar suspendieron la ejecución de un proyecto chino con unos costes de 3.600 millones de dólares. Se trataba de la construcción de un embalse, un dique y una central eléctrica enorme en el río Irrawadi, muy cerca de la frontera con China. Estaba previsto suministrar electricidad al insaciable sur de China. En estas condiciones Hillary Clinton se lanzó al ataque.

La historia es mucho más complicada de lo que parece. Estados Unidos incluso había financiado a través de su Embajada a los ecologistas de Myanmar, que organizaron una campaña en contra del desplazamiento de la zona del futuro embalse de las tribus que allí residían.

No es fácil predecir el desarrollo de los acontecimientos. Cualquier país del mundo busca evitar la dependencia total de un único socio. Pero tampoco a ningún país, ni siquiera a Myanmar, le gustaría perder a su principal inversor a cambio de las promesas de una amistad “paulatina, paso a paso”, con Estados Unidos. Se asistirá entonces un juego largo y complicado, un juego con numerosos participantes.

Como, por ejemplo, la India, que hasta el momento parecía apoyar los esfuerzos de otros vecinos de Myanmar, los países de la ASEAN, por proteger a Myanmar contra eventual golpe de EEUU.

China no sólo se dedicaba a invertir en la antigua Birmania, sino que se aseguraba un pasillo estratégico hacia el Océano Índico. Océano, que lleva el nombre de la India. De modo que Nueva Delhi se mostró preocupada y no contraria a mantener estable el equilibrio entre las dos superpotencias en Myanmar.

Los países de la ASEAN son un asunto aparte, tienen una postura peculiar y bastantes discrepancias internas. Por una parte, no les parece mal hacer rabiar moderadamente a China, pero tampoco quieren que Myanmar se convierta en una zona de influencia exclusiva de Estados Unidos. Los países de la región toleran el ímpetu expansionista de Washington, mientras no se generen tensiones en Asia-Pacífico, sólo lo justo y necesario.

La ASEAN ha desempeñado en toda esta historia un papel especial: al permitir la integración de Myanmar, y provocar con ello la furia de la Administración de George Bush, intuía que en un momento dado, este país sería presidente y anfitrión de una serie de reuniones internacionales con la participación de Estados Unidos, China y demás países.

En dos ocasiones a Myanmar le fue negado este honor, para no suscitar el descontento de Washington, al que la ASEAN deseaba “volver a ver en Asia”. Sin embargo, según ciertas fuentes, a los diplomáticos estadounidenses se les comunicó que en 2014 la presidencia del organismo lo asumiría Myanmar y que eran libres de actuar como mejor les pareciera.

A Washington le pareció bien enviar a Myanmar a Hillary Cinton.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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