Incierto futuro de Afganistán

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Sería exagerado asegurar que la reciente Conferencia Internacional sobre Afganistán, celebrada en Bonn, no haya dado ningún resultado, pero aún así, las preguntas siguen en aumento.

Sería exagerado asegurar que la reciente Conferencia Internacional sobre Afganistán, celebrada en Bonn, no haya dado ningún resultado, pero aún así, las preguntas siguen en aumento.

¿Quién prestará ayuda económica a Afganistán? ¿Europa, que está atravesando una profunda crisis financiera? ¿O Estados Unidos que está en proceso de retirar sus tropas?

Los participantes de la conferencia no han sabido dar respuestas claras, ni tampoco hacer pronósticos de quién estará al frente del poder en Afganistán en los próximos años.

Eran muchos los asistentes pero había poco entusiasmo

Afganistán se menciona con frecuencia no por haber sido tema de la Conferencia de Bonn, sino por el doble atentado en Kabul y Mazar i Sharif. Esta acción violenta estaba dirigida contra la comunidad chiíta del país, que acaba de celebrar una larga ceremonia en memoria del imán Hussein, asesinado en el año 680. El día de su muerte se inició esta tradición chiíta, la segunda en popularidad después de los sunitas, rama del Islam.
Curiosamente, los medios de comunicación han perdido casi todo el interés por los acontecimientos de este tipo, ya que en Afganistán y en Iraq los atentados están a la orden del día y no se les considera noticia.

Los dos países se están despidiendo de las tropas estadounidenses que se encuentran en plena retirada, pero parece que no les será posible acabar con el terrorismo. En el caso de Afganistán, incluso puede que se avecine una guerra civil.

La Conferencia de Bonn, que se viene celebrando desde 2001, se concibió como una reunión de los países donantes, mejor dicho, de los amigos y protectores de Afganistán, en el que en octubre de 2001 Estados Unidos sólo estaba introduciendo sus tropas. El objetivo del foro era responder a las preguntas de ¿para qué era necesaria la presencia militar?, ¿qué objetivos se pretendía alcanzar en Afganistán?  Y ¿qué había que hacer para conseguirlo? Los discursos pronunciados, las promesas y las ideas formuladas en los diez años de existencia de la Conferencia se juntaban en una larga secuencia de esperanzas e ilusiones.

Por otra parte, en 2001 todo estaba más claro que el agua: era preciso obtener una victoria sobre los talibán. El segundo paso consistiría en convertir Afganistán en un Estado moderno y próspero. Para esto el esfuerzo de la comunidad internacional debía ser enorme. Se trataba de miles de millones de dólares para donarlos a lo largo de los primeros diez años.

Los diez años han transcurrido, pero ni se alcanzó el anunciado éxito militar ni se asignaron los fondos prometidos. Pocos se habrían atrevido a prestar ayuda financiera a Afganistán, dado que el dilema inicial no se ha solucionado: el poder en el país era demasiado débil para poder usar con cabeza los recursos recibidos y como éstos nunca llegaron a transferirse, seguía siendo débil.

Las Conferencias de Bonn suelen tener el nivel político bastante alto. En la reciente, se reunieron representantes de 85 países y participaron 60 ministros de Asuntos Exteriores. Siguiendo la tradición, el foro fue presidido por el máximo mandatario afgano, Hamid Karzai. En cuanto al tema de las finanzas y de los proyectos de desarrollo, sólo ha habido promesas en asegurar que lo anunciado llegaría a ponerse en práctica.

Unas promesas bastante efímeras, porque a finales de esta semana, los miembros de la Unión Europea celebrarán una Cumbre dedicada a la actual crisis económica que azota a los países de la zona euro. Será un acontecimiento capaz de cambiar el futuro de la moneda única, de la eurozona y de toda la Unión Europea. Es muy poco probable que en estas condiciones los europeos tengan ganas de ayudar a Afganistán. Los ánimos en Estados Unidos son muy parecidos.

Uno de los principales acontecimientos de la reciente Conferencia de Bonn fue la negativa de Pakistán a participar en el evento. Islamabad anteriormente había prometido conseguir la asistencia de los talibán, pero después de que las fuerzas de la OTAN en vísperas de la Conferencia, sometieran a bombardeos por error un puesto fronterizo pakistaní, la reacción de Islamabad no se hizo esperar.

Moscú formula sus propuestas

Esta última Conferencia de Bonn se ha celebrado en un período de transición del modelo “Occidente-Afganistán” hacia el modelo que se podría denominar “Afganistán y sus vecinos”.

He aquí algunos fragmentos del discurso carente de todo optimismo pronunciado por el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov: Rusia, señaló, es uno de los países “más interesados” en dar solución al problema de Afganistán. Además, Moscú propuso considerar la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), en cuyas actividades participan Afganistán y sus vecinos, como “plataforma universal para la coordinación de los esfuerzos regionales con los internacionales por lograr el arreglo afgano”.

Posiblemente, así podría ocurrir, sobre todo, si vemos la reciente Conferencia de Bonn como la primera etapa de un vergonzoso fracaso de la comunidad internacional en su intento de mejorar un país que se encuentra en un estado bastante primitivo y en permanente guerra. Habría que reconocer que se nos quiere responsabilizar a nosotros, los vecinos de Afganistán, de la solución de sus problemas. Entonces resulta que, si la OCS, que incluye en calidad de miembros u observadores a las repúblicas de Asia Central, Pakistán, la India, Irán y China, no emprende nada al respecto, nadie lo hará.

Por una parte, parece muy halagador que, con Estados Unidos y Europa en crisis, esté aumentando la influencia de nuevos gigantes, Rusia entre ellos. Pero por la otra, tener mayor peso implica mayor responsabilidad. El canciller ruso volvió a subrayar que las tropas de EEUU y de la OTAN permanecen en Afganistán bajo mandato del Consejo de Seguridad de la ONU y no se deben retirar sin haber presentado antes un informe ante este organismo.

Suponiendo incluso que llegaran a presentar tal informe, se retirarán de todas formas. Y Rusia heredará, entre otras cosas desagradables, la cosecha del opio en crudo que aumentó un 61% en comparación con el año 2010, alcanzando 5.800 toneladas. Toda esta droga no tardará en entrar en los países europeos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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