Europa echará de menos a los líderes como Vaclav Havel

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Mañana la República Checa y Europa se despedirán de Vaclav Havel.

Mañana la República Checa y Europa se despedirán de Vaclav Havel.

Escritor y político, fue no sólo la encarnación de la nueva Checoslovaquia democrática, y luego de la República Checa, sino más aun, fue un intelectual quien llegó a encabezar el Estado, un fenómeno raro, símbolo del triunfo de valores nuevos. 

El desplome del campo socialista en Europa del Este acabó con la élite política anterior. La ola de renovaciones hizo salir de la sombra a los disidentes, que no estaban preparados para la desaparición del régimen, ya que nadie, hasta finales de los 80, podía creer que fuera posible. La única excepción fue Polonia, donde el movimiento de la oposición al gobierno, encabezado por el sindicato obrero Solidarność, apareció en los albores de los 80 y estaba integrado por intelectuales disidentes junto con líderes de protestas obreros.  Será por eso que el cambio del régimen en Polonia pasó de manera más organizada y coherente y antes que en los demás países del Bloque. Aunque el símbolo del colapso del régimen comunista en Europa del Este es la caída del Muro de Berlín, el cambio de poder en Varsovia había ocurrido unos meses antes. Asumieron la jefatura del Estado los representantes de la coalición ganadora: el electricista Lech Wałęsa en calidad de presidente, y el científico y publicista Tadeusz Mazowiecki como primer ministro.

En los demás países el poder perdido por los comunistas lo cogieron los que se conocían como sus oponentes más activos, es decir los intelectuales. Escritor y traductor Árpád Göncz en Hungría, filósofo Zhelyu Zhelev en Bulgaria, y dramaturgo Vaclav Havel, en Checoslovaquia. Havel se mantuvo al poder más que los demás adquiriendo la más amplia popularidad internacional.

La principal función de los intelectuales en la primera etapa del resurgimiento de la democracia en Europa Central y del Este fue la de garantizar el avance por la senda liberal. Es decir, no admitir que después del fiasco del comunismo sus países abrazaran el camino del nacional-populismo. Es que en las sociedades liberadas de los hierros ideológicos empezaron a florecer todos los brotes suprimidos hasta entonces. Y, además, antes de  la imposición del modelo soviético, la política de la región se había caracterizado por toda una variedad de elementos,  incluidos los poco atractivos y antidemocráticos.

Pero esta tarea fue cumplida no sólo gracias a los líderes con alta autoridad moral. Para deshacerse de una vez por todas de la presión e influencia de la URSS, hacía falta ingresar en las estructuras occidentales, es decir, homologar los modelos políticos con los de Europa Occidental. Aún así, ninguno de los países de Europa Central logró salir a la vía maestra: a lo largo de todo el periodo post soviético les acompañaron desviaciones y convulsiones.

El poder de Vaclav Havel no era grande: su país es una república parlamentaria.  Sin embargo, gracias al prestigio personal, desempeñó un papel estabilizador, sin evitar, al mismo tiempo, serias batallas políticas. No existe una opinión única acerca de sus cualidades como político: el periodo de su gobierno se caracterizó por múltiples eventos globales y medidas controvertidas: desde la desintegración del estado hasta la realización de reformas económicas rigurosas y la privatización. Pero no estos detalles sino la imagen de un liberal quien luchó por los implantar valores europeos en su país y en todo el mundo quedarán inscritos en los anales de la historia.

Havel vio triunfar sus ideas: el fracaso del comunismo, desintegración de la URSS, integración de la República Checa en la UE y en la OTAN. Ahora que los logros de finales del siglo XX en Europa se ponen en tela de juicio, se ha ido de este mundo.

La crisis de la integración europea, erosión de los institutos de la Europa unida, caos en el seno de la OTAN, son premisas para algo totalmente diferente. Europa Central y del Este perdiendo el fundamento en el que se apoyó en los últimos 20 años, y sus estados pueden verse a solas.

Hoy a menudo se habla de la amenaza del populismo y nacionalismo. El ejemplo de Hungría, cuyas políticas difieren mucho de las normas europeas, muestra que los peligros de los principios del periodo de transición quedan igualmente relevantes pasados dos decenios.

Pero hoy no se vislumbran figuras de autoridad moral que puedan encauzar la política hacia los ideales de liberalismo y democracia. Tanto más que el proyecto europeo se tornó un círculo vicioso: para mantenerlo como es, hace falta tomar decisiones que contradicen la voluntad de la mayoría de los ciudadanos.

En el deslinde  de los años 80 y 90 del siglo pasado, a pesar de lo complicado y peligroso que era la transición de la Europa post comunista hacia una realidad nueva, existía un preciso sistema de valores y referencias, al cual siempre apeaba Vaclav Havel, hombre de ideas claras y concretas.

Hoy, la situación es más complicada, ya que no se desconoce el camino a seguir.

La desaparición de las fronteras ideológicas y el relativismo moral ponen en duda la existencia de líderes morales en la Europa de hoy. ¿Cómo pueden aparecer? 

El prestigio moral de Vaclav Havel radicaba en su reputación de un adversario convencido del comunismo, perseguido por sus ideas.

Una autoridad moral aparece, como regla, como fruto de oposición a algo. ¿No querrá decir esto que en Europa un líder análogo puede aparecer sólo en el contexto del rechazo del existente orden europeo cuyo potencial está obviamente agotado y requiere una renovación?

Pero, de ser así, este líder tendría que negar las ideas por las que luchó Vaclav Havel: una Europa asentada en los principios liberales. No está claro si será un intelectual, como el ex presidente de la República Checa, o una figura carismática del pueblo, como el ex mandatario de Polonia.

Los que predominan ahora en el campo político europeo son los funcionarios. Lo único que no deja lugar a dudas es que hoy un político que asuma el papel de líder ideológico sería condenado a un entrar en un conflicto incluso más recio que el del ocaso de la era socialista.

Porque la ideología del antiguo sistema de la Europa del Este ya había sido profundamente desprestigiado, mientras que el sistema europeo de hoy sigue siendo considerado un ideal impecable a pesar de la crisis cada vez más grave que testimonia lo contrario.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

* Fiódor Lukiánov, es director de la revista “Rusia en la política global”, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios noticiosos de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.

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