Este año ha traído de vuelta a los políticos de verdad

© Foto : Vitaliy RaskalovEste año ha traído de vuelta a los políticos de verdad
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Llevo más de 20 años escribiendo sobre política y a la pregunta de ¿qué es? respondería simplemente: “La política es la gente que la hace”.

Llevo más de 20 años escribiendo sobre política y a la pregunta de ¿qué es? respondería simplemente: “La política es la gente que la hace”.
Por supuesto, entre personas del mundo de la política, como entre el resto de la gente, puede haber burócratas, estafadores, mafiosos y lobos solitarios. A mi juicio este año que ya se acaba han regresado los políticos de verdad.

La política es una vocación, son personas que disfrutan discutiendo hasta quedar afónicas y acudiendo a protestas estudiantiles y participando en la lucha de los grupos de presión en el Parlamento. Les gusta trazar planes para asegurarse un lugar seguro frente a gente más joven y ambiciosa.

A finales de los 80, conocí por primera vez a los políticos de verdad. Eran el entonces estudiante de la Facultad de Historia de la Universidad Lomonósov de Moscú, Andrei Isaev, y el polaco Bogdan Borusévic, disidente clandestino durante 20 años. El primero se convirtió en el miembro corriente del actual partido en el poder, Rusia Unida, y presidió durante mucho tiempo el Comité para asuntos laborales de la Duma de Estado (Cámara Baja del Parlamento ruso). El segundo cambió su mirada desconfiada por la sosegada vida del presidente del Senado de Polonia. En 2010 durante varios días incluso asumió las funciones del  Presidente del país. Parece que éste es el sueño de un político: empezar en las calles y acabar en algún puesto dirigente.

Hasta 1989 ninguno de ellos soñaba con salir en la televisión oficial de su país, para ellos, la política no era negocio, sino estilo de vida. Isaev, aprovechando los ánimos más relajados de la perestroika compaginaba su liderazgo en la organización anarquista “Comuna” con el trabajo de profesor de historia en el colegio, dado que había conseguido graduarse sin problemas aparentes de la Universidad. Bogdan Borusevic, militante de organizaciones prohibidas, se solía esconder en casas de conocidos de los agentes del KGB polaco y se ganaba la vida impartiendo clases en las universidades clandestinas que abría la oposición anticomunista en Polonia.

En cuanto se pudieron celebrar las elecciones libres, mis dos conocidos demostraron tener carácter de luchadores, dotes de líderes y don de oratoria, características imprescindibles para los políticos de verdad.

Posteriormente, la política pública en Rusia dejó de existir, llegando a asociarse los políticos con funcionarios acomodados de ojos vacíos, vestidos con traje y corbata de marca, que emitían sentencias ensayadas delante de un cámara contratado por ellos mismos. Estaba mal visto ser “político sin patrocinador”, y el nombre de éste se convirtió en el elemento clave de la carrera política de uno, siendo incluso de mayor peso que la postura de derechas o de izquierdas. A finales del siglo pasado se vertebró un verdadero sistema de los llamados políticos públicos y de las empresas patrocinadoras que defendían determinados principios y se callaban cosas que no les interesaba revelar.

El año saliente, sin embargo, la política ha renacido: a mi juicio, ello ocurrió incluso antes del 10 de diciembre que reunió en la acción de protesta por unas elecciones honestas a decenas de miles de personas. Me di cuenta de los cambios que iban a tener lugar, al pasar por la oficina de un político conocido al que llamaremos V, por hablar en términos generales.

Mi conocido en 2007 abandonó su acogedor despacho en la Cámara Baja del Parlamento ruso para instalarse en un sótano con vistas a los pies de los transeúntes. Ya nadie lo solicita para programas de televisión, su ayudante, en vez de un traje formal viste unos vaqueros y lleva un peinado alborotado.

El político V. pasa el tiempo pegado a la pantalla del ordenador, seguramente tendrá miles de contactos en diferentes redes sociales. “Mi campaña electoral me ha costado cero rublos con cero kópeks, cuenta orgulloso. Mi único problema es encontrar tiempo para poder responder a todos mis electores”.

No participó en las recientes elecciones parlamentarias. Es más liviano y dinámico, insistió, “leaner and meaner” en inglés, que ha pasado también a formar parte de sus nuevas aficiones. Sus contactos en la red hablan idiomas y viajan varias veces al año al extranjero. Exigen de la vida y de la política cosas muy concretas: condiciones adecuadas del trabajo, protección frente al ultraje de los burócratas, garantías de su dignidad en cualquier situación.

¿De dónde obtiene V. medios para vivir? No tengo ni idea. Oficialmente, recibe el dinero a través de sistemas electrónicos de pago y extraoficialmente acepta fondos de personas y organizaciones interesadas. Un par de veces al año alguien lo ataca en la calle o le amenaza por publicaciones en la prensa amarilla. A veces lo detienen en los mítines. Ahora es parte de su trabajo, desagradable, pero imprescindible.

Ni siquiera le pregunté si echaba de menos un despacho normal y a una secretaria elegante. Me di cuenta de que era un político de verdad, que era su estilo de vida. Es decir, que eligió bien su camino, como Bogadn Borusevic que fue elegido diputado a la edad de 50 y hasta los 40 se escapaba por los tejados y las alcantarillas de los policías.

V. entró en esta fase después de los 40, pero asegura estar contento.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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