Irán aumenta la producción del uranio de doble uso

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Irán ha empezado a enriquecer uranio en la nueva planta de Fordu con fines pacíficos, según Teherán. Pero una serie de detalles hacen que el programa nuclear iraní difícilmente pueda ser calificado de “pacífico”.

Irán ha empezado a enriquecer uranio en la nueva planta de Fordu con fines pacíficos, según Teherán. Pero una serie de detalles hacen que el programa nuclear iraní difícilmente pueda ser calificado de “pacífico”.
 
Clandestinidad transparente

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó oficialmente el pasado lunes, 9 de enero, que la instalación iraní de Fordu empezó hace al menos una semana a enriquecer uranio al 20%. Los expertos de esta organización internacional ya visitaron la planta de Fordu, situada a 20 kilómetros al norte de Qom y considerada una ciudad santa en el Islam chiíta.

La nueva instalación, cuya construcción había sido anunciada hace ya cuatro años, se diferencia del anterior centro de la industria nuclear en Irán en Natanz por ser subterránea y protegida contra los bombardeos aéreos.

Irán nunca ha ocultado sus proyectos en Fordu. Los especialistas del sector declararon en 2009 que las centrifugadoras se trasladan de Natanz a Qom para garantizar la seguridad de una producción importante y vulnerable ante una eventual acción militar contra Irán. De esta manera, Teherán pretende demostrar que es capaz de evitar la suerte que sufrieron otros programas nucleares de la zona – el de Iraq y posiblemente el de Siria– que recibieron ataques directos de Israel. Pero Tel Aviv ha reaccionado de manera cautelosa ante el desarrollo del programa nuclear iraní.

Una fuente en las Fuerzas Armadas israelíes confesó el año pasado que el programa de Teherán ya había sobrepasado la fase cuando un golpe certero podría devolverlo al punto de partida. Significa que ya es imposible detener a Irán sin usar la fuerza ni sin repetir lo ocurrido en 2003 con el régimen de Sadam Husein. Las partes interesadas sólo pueden observar lo que sucede en la República Islámica para al menos estar preparadas para las consecuencias. Y lo que allí sucede no está nada claro.

En el filo de la navaja

El programa nuclear iraní es un ejercicio de equilibrio en el filo de la navaja. Teherán, atado de pies y manos por las inspecciones internacionales, las sanciones y la amenaza hipotética de un ataque militar, tiene que pensar muy bien sus próximos movimientos. Por un lado, debe guardar las apariencias para no dar motivo a críticas, y el impotente informe del OIEA del otoño pasado fue un éxito de las autoridades iraníes en este sentido. Por el otro, perseguir el interés propio.

Durante los últimos dos años Irán ha avanzado mucho en materia nuclear. El traslado de las centrifugadoras de Natanz a Fordu es sólo una consecuencia de este proceso. El nivel de enriquecimiento del uranio iraní sigue aumentando a pesar de los múltiples intentos internacionales de prohibir a Teherán su proliferación. Ya ha alcanzado el 20% (más exactamente el 19,75%).

Los expertos estadounidenses señalan que el programa nuclear iraní ya no puede considerarse orientado a la producción de uranio de bajo enriquecimiento (3,5%), que sería el necesario para fabricación de combustible nuclear para los reactores convencionales de agua ligera.

“La fase del programa que estamos observando ahora puede ser descrita como “producción del uranio enriquecido al 19,75%”, asegura el informe del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional (ISIS, por sus siglas en inglés) de septiembre del año 2011.

Además, las reservas iraníes de esta clase de uranio ya son calificadas como excesivas para satisfacer las necesidades declaradas del país (el reactor de investigación en Teherán). Y lo curioso es que lo confirman los propios iraníes: el director de la Organización para la Energía Atómica de la República Islámica Fereydoun Abbasi-Davani, reconoció ante los periodistas en agosto de 2011 que su  producción del uranio enriquecido al 20% “ya superó la cantidad necesaria para el reactor nuclear de Teherán”.

Sin embargo, la fabricación del uranio de 19,75% sigue aumentando y es anunciado de manera oficial como uno de los productos de la planta de Fordu. Las últimas inspecciones de la OIEA también confirman que en la instalación de Fordu se lleva a cabo el enriquecimiento de uranio hasta este nivel.

Los dirigentes de Irán son gente experimentada, por lo tanto no ignoran esta evidente contradicción. Como explicación oficial esgrimen que la producción del uranio de 19,75% es algo previsto por el proyecto de construcción de cinco nuevos reactores de investigación con una potencia de 10 a 20 megavatios que usarán el combustible de uranio altamente enriquecido. Teherán anuncia que, entre otras cosas, se realizarán grandes programas de investigación en materia de medicina nuclear.

Los especialistas dudan de la capacidad de la República Islámica para llevar a cabo un proyecto científico y tecnológico de semejante envergadura. Anteriormente también se había puesto en entredicho el programa de construcción de 20 reactores de agua ligera, con el que Irán motivó el aumento de producción del uranio de 3,5%.

Parece que es no es sino una justificación aparentemente admisible de Irán para aumentar el volumen de producción del uranio enriquecido.

Uranio de doble uso

El secretario de Defensa de Estados Unidos, León Panetta, considera que Irán sigue sin poseer armas nucleares y que tiene capacidad para desarrollar solo tecnología nuclear militar, según indicó el jefe del Pentágono en una entrevista a la cadena CBS News. En cualquier caso, el aumento de la producción de uranio en un 19,75% no puede dejar de preocupar a la comunidad internacional.

El problema está en que las reservas de esta clase de uranio bastan para reducir al mínimo el tiempo de fabricación del uranio para armas nucleares (con el nivel de enriquecimiento de más de 90% del uranio-235) si existe voluntad política y unas tecnologías adecuadas que Irán viene implementando con éxito en los últimos años.

Algunos expertos calculan que para los finales de 2013 Irán habrá acumulado material suficiente para construir entre una y seis armas nucleares. Todo depende de la calidad de las centrifugadoras de gas utilizadas: se sospecha que el proceso tecnológico de enriquecimiento de uranio en las instalaciones iraníes deja mucho que desear.

En cualquier caso, se da una situación paradójica ya que Irán, al amparo de un programa civil, desarrolla un potencial militar importante que podrá ser activado en el caso de que las autoridades de la República Islámica consideren que la amenaza externa ha superado el umbral definido por ellas como admisible. Teherán tiene cada vez más posibilidades para hacerlo escudado en la retórica sobre el derecho moral a tener armas nucleares ante una presión internacional que sigue aumentando.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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