Las mujeres toman la palabra: Oler flores en vez de cigarrillos

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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No puedo creer que esto realmente ocurra. Por fin el Parlamento ruso está debatiendo el esperado proyecto de ley destinado a convertir la vida de los fumadores en una verdadera pesadilla.

No puedo creer que esto realmente ocurra. Por fin el Parlamento ruso está debatiendo el esperado proyecto de ley destinado a convertir la vida de los fumadores en una verdadera pesadilla. Si este milagro sucede y la ley queda aprobada, dentro de unos años, entre 2013 y 2015, será prohibido fumar en lugares públicos en Rusia, sean bares, restaurantes, hoteles, clubes nocturnos, terminales de transporte e incluso establecimientos penitenciarios.

La ley recrudecerá también las normas de venta de tabaco, así se podrá comprar los cigarrillos sólo en secciones especiales de grandes almacenes y por un precio al menos dos o tres veces mayor (hoy en día se puede comprar una cajilla de cigarrillos por una suma que equivale a 20 céntimos). La medida prohibirá también cualquier anuncio de tabaco y de este modo busca nivelar la cultura de fumar que ha predominado a lo largo de mucho tiempo en el país.

Decenas de países, entre ellos los de fumadores empedernidos tipo Turquía, Italia, España y China, implementaron leyes contra tabaco hace mucho tiempo. Pero si lo aprueba Rusia, será una revolución. No es que fumemos más que otros países (unos 44 millones, al menos 40% de la población adulta tiene esta mala costumbre, entre ellos fuma una de cada tres mujeres de 19 a 44 años de edad).

La prohibición de fumar en lugares públicos podría dar comienzo a un importante cambio de mentalidad. Podría ser pauta hacia una mayor responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia personas a nuestro alrededor, así como hacia reglas y leyes en general. ¿Acaso no es ésta la sociedad civil cuando uno respeta los derechos y las libertades de los demás al igual que los propios?

Espero con impaciencia el momento cuando se pueda respirar aire libre al comer fuera de casa y sin preocuparse de que los niños inhalen el humo de cigarrillos.

Para mí pasar una noche en Moscú fuera de casa significa regresar a casa con dolores de cabeza, con cabello y ropa apestando a humo. Las secciones para no fumadores de los que disponen ciertos restaurantes urbanos son normalmente pequeños, sin aire, mal ventilados y se ubican en las partes menos agradables del local.

Yo nunca he fumado ni un cigarrillo pero me parece que fumo a lo largo de toda mi vida. Crecí en medio del espeso y omnipresente humo de cigarrillos en nuestro diminuto apartamento construido en la época de Jruschev, ya que mis padres de la semi-bohemia, mi padre periodista y mi madre actora, eran adictos a tabaco desde la juventud.

Me acuerdo de los tiempos cuando se podía fumar en la sala de redacción. Jamás olvidaré el despacho con techos bajos del semanal Argumenti y Fakti, donde en los años universitarios trabajé de reportera. Para el mediodía el aire de la habitación se hacía gris ya que los colegas periodistas fumaron un cigarrillo tras otro en su frenética carrera por la inspiración. Tenía que buscarme un refugio en otros departamentos (no había teléfonos móviles ni computadoras portátiles por lo que no podía trabajar fuera), pero en vano, se fumaba por todas las partes. Me sorprende que yo misma no adquiriera esta mala costumbre.

No obstante, aunque ciertos estudios revelan que la mayoría de los rusos apoyan las restricciones radicales contra el fumar, no creo que sea fácil implementar las respectivas medidas. El lobby de tabaco es bastante fuerte aquí y además existe el emergente movimiento que defiende los derechos de los fumadores que busca detener la aprobación de la ley para hacerla menos rígida y acomodarla a los numerosos adictos a cigarrillos.

Por otra parte, la costumbre de fumar es un ocio social en Rusia. Hablé de la esperada ley con muchos amigos míos que fuman y la mayoría dijeron que la adoptarían. Muchos confesaron que no podrían dejar de fumar porque todo el mundo fuma, la costumbre es tan contagiosa, es una diversión barata y accesible, se puede fumar dondequiera en Rusia sin castigo.

Aun así cuando los amantes de cigarrillos visitan otros países donde está restringido o prohibido fumar en lugares públicos, dejan de fumar definitivamente o abandonan esta costumbre hasta regresar a casa.

“Huele a flores y no a cigarrillos”, decía una señal a la entrada en el parque central de Nueva York indicando que está prohibido fumar en su territorio. La ley, firmada por el alcalde Michael Bloomberg el año pasado, prohibió fumar en los parques públicos y playas con lo que primero provocó una fuerte ola de protesta pero poco después incluso los neoyorquinos de espíritu libre tuvieron que acatarla.

Pocos países hicieron un diminuto paso hacia la paulatina estigmatización de la cultura de fumar pero con el paso del tiempo prevalecieron las ventajas personales y socio-económicas de una vida más sana sin adicciones. Menos incendios, una mayor productividad laboral, un seguro médico más caro por posibilidad de enfermedades del fumador, impuestos aduaneros más altos y etc.

Numerosos estudios confirman que al afrontar severas restricciones los fumadores empiezan a consumir menos tabaco y dejan de fumar más rápido. Los jovencitos que suelen copiar las costumbres de los adultos tienen menos riesgo de acostumbrarse a cigarrillos en las sociedades donde el consumo de tabaco está restringido.

En el mundo globalizado de hoy la tendencia contra el tabaco es tan fuerte que tarde o temprano Rusia la seguirá.

*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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