La relación de Rusia con Francia no cambiará aunque pierda Sarkozy

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Quedan días contados hasta las elecciones presidenciales en Francia.

Quedan días contados hasta las elecciones presidenciales en Francia.

Junto con las votaciones en Rusia, EEUU y China, se consideran uno de los acontecimientos políticos del año 2012 de mayor importancia, ya que seguramente implicará un cambio de poder. Nadie lo pone en duda: todos coinciden en que el presidente actual, Nicolás Sarkozy, está luchando por sobrevivir en el campo político. Pese a las reformas realizadas, ciertos éxitos alcanzados y resultados bastante buenos que ostenta Francia en plena crisis europea, los franceses parecen estar fatigados del estilo hiperactivo del presidente.

Las sempiternas ambiciones del país galo de liderar en el escenario mundial han adquirido durante su mandato unos rasgos grotescos. Además, a muchos les fastidia su bulliciosa vida privada expuesta al público, así como su entorno de magnates. Y las especulaciones populistas, como en la esfera de inmigración, no encuentran ahora tanto apoyo como antes.

Rusia, a diferencia del resto del mundo, no tiene por qué estar pendiente de los resultados de las elecciones. Las relaciones entre los líderes rusos y Sarkozy no se parecen nada a los especiales lazos personales que existieron entre Vladimir Putin y Gerhard Schröder, Silvio Berlusconi o con Jaques Chirac, con quien el entonces presidente ruso coincidía en su visión del correcto orden mundial y europeo.

La química personal fracasó, creo que debido a la increíble concentración de Sarkozy en sí mismo, aunque por su mentalidad debe ser comprensible para los políticos rusos, sobre todo para Putin. Los dos se caracterizan por una combinación de destreza en el campo de negocios, interés por grandes proyectos comerciales y los esfuerzos por afianzar el protagonismo de su país (de su grandeur, como dicen los franceses).

Francia, en los últimos cinco años, dejó dos huellas en la historia de sus relaciones con Rusia: Sarkozy desempeñó un importante papel en el fin de la guerra entre Rusia y Georgia en agosto de 2008 y firmó el contrato para la venta a Rusia de los portahelicópteros Mistral. Los dos eventos tuvieron una importancia histórica.

La mediación entre Rusia y Georgia en 2008 permitió superar una aguda crisis político-militar sin perder el prestigio y sin provocar consecuencias irreparables. Que en aquel momento precisamente Francia, con su anhelo de alcanzar gran éxito diplomático y político, presidiera en la UE benefició a todo el mundo.  Es imposible decir cómo habría concluido el conflicto de haber presidido entonces otro Estado. Cuando medio año más tarde aconteció la ‘guerra del gas’ entre Rusia y Ucrania, la UE estaba presidida por la República Checa y tuvo mucho menos éxito solucionando la crisis.

En cuanto a los Mistrales, en Rusia todavía no están seguros de que sus militares los necesiten de verdad, pero el significado político del contrato es evidente. Por primera vez Rusia empezó a comprar material bélico en el extranjero, lo que marcó un serio cambio de comportamiento, la definitiva renuncia a una autarquía en la esfera de defensa que constituyó la base del enfoque soviético.

Como uno de los temas claves de la nueva presidencia de Putin será la compra de material bélico y el uso de enormes recursos con el fin de rearmar el Ejército y la Flota, se desarrollará una competencia entre los fabricantes extranjeros en la que Francia ya tiene ventajas evidentes.

Es costumbre analizar cómo será la influencia del posible cambio de poder u otro resultado de las elecciones  en algún país. Se puede afirmar que en el caso de las relaciones entre Rusia y Francia la diferencia no se notará. Sarkozy es un personaje muy específico, muy diferente de los demás candidatos, como el tradicionalista Holland, pero cualquier presidente galo estará interesado en mantener y afianzar lazos estrechos con Rusia. Lo demuestra el propio ejemplo de Sarkozy, a quien en 2007 Moscú miró de reojo como a un atlantista fervoroso.

El que las relaciones ruso-francesas vayan a desarrollarse lo confirma también la seguridad de que el Mundo Viejo va a transformarse. Políticamente, Europa se vuelve más fragmentada, los países  grandes van a resolver sus asuntos por su propia cuenta con ayuda de socios bilaterales tanto dentro como fuera de la UE. Como muestra la historia, en momentos difíciles Francia (así como Alemania) se centra en Rusia, la única fuente cercana de posibles dividendos políticos y económicos, siempre beneficiándose del acercamiento con el país euroasiático. Aunque todavía es imposible predecir cómo será Rusia dentro de unos años, se puede afirmar que esta regla nunca ha fallado, independientemente de las circunstancias geopolíticas.

*Fiodor Lukiánov, es director de la revista “Rusia en la política global”, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios noticiosos de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.


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