Katyn y otras lecciones de la historia nacional

© RIA Novosti . Anna ChernovaKatyn
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El pasado 16 de abril, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió una resolución que puso un nuevo punto y seguido en el llamado ‘caso de Katyn’, el fusilamiento por el régimen estalinista de miles de militares e intelectuales polacos en los bosques de Katyn, a 14 kilómetros al oeste de la ciudad rusa de Smolensk, en 1940.

El pasado 16 de abril, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió una resolución que puso un nuevo punto y seguido en el llamado ‘caso de Katyn’, el fusilamiento por el régimen estalinista de miles de militares e intelectuales polacos en los bosques de Katyn, a 14 kilómetros al oeste de la ciudad rusa de Smolensk, en 1940.

Este veredicto volvió a recordar que Rusia no había sacado la lección principal de la tragedia de Katyn: no aprendió a aceptar su pasado tal como era en realidad, lo que es muy importante para un país.

Los jueces avalaron parcialmente la demanda de los ciudadanos de Polonia, familiares de oficiales represaliados en Katyn. Los demandantes exigieron que les reconocieran perjudicados porque en 2004 la Fiscalía General de Rusia había cerrado el expediente penal abierto para esclarecer la verdad sobre Katyn. Según ellos, el Gobierno ruso violó el artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos que prohíbe torturas y el trato inhumano.

La resolución del Tribunal fue conciliatoria. Por un lado, se dictaminó que Rusia no había aplicado esfuerzos suficientes para presentar a los familiares de prisioneros polacos ejecutados en los bosques de Katyn la información completa sobre el destino de las víctimas.

Pero por otro lado, la resolución señala que como los demandantes no eran los familiares en primer grado de los ejecutados, el trato que les había ofrecido el Gobierno ruso no podía considerarse inhumano y por consiguiente esto no constituye la violación del artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos.

El Ministerio de Justicia de Rusia anunció que el veredicto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos favorece a Rusia y no hay necesidad de recurrirlo.

En realidad, el proceso judicial respecto al caso de Katyn ya no tiene sentido. El problema del fusilamiento de los oficiales polacos pasó a la historia junto con los que les conocían personalmente. Las relaciones ruso-polacas se han normalizado y los documentos del NKVD (organismo de seguridad en la época de Stalin) desclasificados ya han puesto los puntos sobre las íes.

Pero este proceso es de interés por otra razón. La masacre de Katyn pasó a la historia, pero Rusia no extrajo la lección principal de esta tragedia: la necesidad de guardar los acontecimientos históricos en la memoria. Es una tarea muy complicada cuando se trata de la verdad y el orgullo nacional. Durante el siglo XX, los líderes de muchos países cometieron acciones que posteriormente fueron calificadas como crímenes de lesa humanidad y muchos pueblos apoyaron las iniciativas terribles de sus líderes.

 

La fuerza del conocimiento

Uno de cada seis rusos nunca ha oído sobre la tragedia que ocurrió en el bosque de Katyn hace 70 años. Uno de cada dos ciudadanos de Rusia no sabe que los documentos desclasificados prueban la culpa del NKVD y uno de cada dos que lo saben sigue dudando de que la URSS sea responsable del fusilamiento de los polacos. Solo un 28% de los encuestados ha dicho sentir vergüenza por la masacre de Katyn.

Según Erich Muncke de la fundación alemana ‘Memoria, responsabilidad y futuro’, el progreso es posible solo en caso de que el pueblo conciencie su responsabilidad colectiva por el pasado.

Hay una realidad con la que uno debe vivir: respetar a sí mismo, confiar en sus vecinos, sentir orgullo por su Estado. Sin esto un país no puede existir.

Según François Lozzi, sociólogo francés que durante los últimos 20 años se ocupa de problemas de la memoria histórica, se puede comparar un Estado con un ser humano. Uno no debe dar la espalda al pasado tratando de silenciar los problemas. Es necesario reconocer su culpa para vivir tranquilo y Lozzi destaca que el conocimiento del pasado es la condición principal para superar complejos nacionales.

 

Vivir con el pasado

Los sociólogos alemanes inventaron el término ‘superación del pasado’ que se refiere ante todo a la postura de la Alemania actual respecto a las acciones de la Alemania en la época del Tercer Reich. Durante muchos años, los alemanes trataron de entender qué deberían pensar sobre sus compatriotas, los que permitieron a Hitler a hacer lo que hizo.

Durante unos 30 años después de la Segunda Guerra Mundial esto fue un tema tabú, como si no hubiera existido ningún Hitler. Se utilizaban los manuales de historia escritos antes de la guerra y los mapas geográficos diseñados a principios  de la década de los 30.

En los setenta se entendió que esto no podía continuar más. Era necesario escribir nuevos manuales y buscar las posibilidades de liberar a la nación de los complejos.

Decenas de sociólogos, psicólogos e historiadores alemanes elaboraron la concepción de la historia política, que fue aprobada oficialmente. Se decidió que era indispensable desarrollar “la cultura de memoria” para que el país continuara desarrollándose.

Era necesario reconocer su culpa, sentirla, arrepentirse y seguir viviendo. En 1973, el presidente de la República Federal de Alemania (RFA), Gustav Heinemann, introdujo en las escuelas el curso obligatorio ‘Historia de Alemania’, dedicado a la Segunda Guerra Mundial.

En el marco de este curso, que describía en detalle los crímenes del Tercer Reich, cada alumno debía describir el destino de cualquier familia judía de su barrio. Todas las bibliotecas tenían una sección especial para los materiales dedicados a la Alemania nazi, incluyendo documentos respecto a las víctimas del régimen.

Este curso sigue siendo obligatorio hoy en día. En los ochenta, se incluyeron seminarios especiales para los que cada escuela debe invitar a testigos de los acontecimientos de aquella época.

En 1984, apareció un decreto que obliga a todos los canales de televisión a presentar programas sobre las víctimas del Holocausto.

 

El régimen de Vichy

Francia eligió casi el mismo camino. Durante muchos años, los franceses trataron de olvidar que en la época de la Segunda Guerra Mundial se había establecido una administración pronazi en París que colaboraba con Hitler y le apoyaba.

Hasta los noventa, el Gobierno francés no quiso reconocer la responsabilidad de los franceses por el régimen de Vichy instaurado en parte del territorio francés y en la totalidad de sus colonias tras la firma del armisticio con la Alemania nazi en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Pero el 16 de julio de 1995, el entonces presidente francés, Jacques Chirac, declaró que Francia era responsable por la deportación de los judíos.

A partir de aquel momento en Francia se adoptan las denominadas ‘leyes de memoria’ con el fin de crear una imagen correcta del pasado para los franceses.

Por ejemplo, se cuelgan placas conmemorativas en los edificios donde habían vivido los judíos antes de su deportación de Francia.

Casi en todas las ciudades francesas se celebran  marchas en memoria de las víctimas del Holocausto en los respectivos días de conmemoración. Cada alumno de escuela primaria debe encontrar información sobre cualquier niño judío que vivía en Francia en la época de la Segunda Guerra Mundial, incluidas sus fotografías, biografía y memorias.

Además, Francia estableció la responsabilidad penal por la negación del Holocausto.

Según las encuestas del Servicio Nacional de Estadística francés, un 89% de los franceses de 10 años saben qué era el Holocausto y casi un 75% reconocen que los franceses tienen una responsabilidad colectiva por la muerte de varios miles de judíos.  

 

Acontecimientos a los que prestan poca atención en Rusia

En los manuales de historia que recomienda a las escuelas el Ministerio ruso de Educación solo varias frases describen el fusilamiento de prisioneros polacos en los bosques de Katyn. Para la historiografía oficial de Rusia es un episodio desagradable que tuvo lugar durante una guerra larga y muy pesada.

Pero en realidad, la tragedia de Katyn fue el acontecimiento más importante de aquella guerra para centenas de miles de personas. En 1940, la URSS inició la Operación de “liberación” de los campos de prisioneros. Después de la división de Polonia entre la Alemania nazi y la URSS en 1939, muchos polacos fueron capturados e internados en los campos de trabajo forzado en la Unión Soviética (unas 500.000 personas).

Algunos prisioneros fueron deportados a Siberia y Kazajstán, polacos provenientes de los territorios que se hicieron parte de la URSS regresaron a casa y varias decenas de polacos fueron transferidos a Alemania.

Mientras, las llamadas troikas (grupos compuestos por solo tres representantes de los organismos competentes) condenaron a muerte a los oficiales y representantes de la cúpula militar polaca que estaban internados en los campos de concentración en Starobielsk, Kozelsk y Ostashkow.

La ejecución del veredicto se desarrolló durante casi un mes. En este período, se fusilaba a los oficiales casi sin cesar, durante 24 horas al día.

Sus familiares simplemente dejaron de recibir las cartas, pero no sabían nada sobre el destino de sus maridos, hermanos y padres hasta 1992, cuando el entonces presidente de Rusia, Borís Yeltsin, dispuso publicar los documentos secretos de los archivos del NKVD, que describían detalladamente las causas del fusilamiento de 22.000 personas por el régimen estalinista.  

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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