El deterioro de la situación es cada vez más visible en Siria

© RIA Novosti . Valeriy Melnikov / Acceder al contenido multimediaSiria, Damasco
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La información que llega desde Siria es alarmante y contradictoria. RIA Novosti reunió testimonios de varios testigos de Damasco y Deraa que exponen sus puntos de vista sobre el acontecer nacional.

La información que llega desde Siria es alarmante y contradictoria. RIA Novosti reunió testimonios de varios testigos de Damasco y Deraa que exponen sus puntos de vista sobre el acontecer nacional.

Moussa, periodista, comenta que la situación en Damasco y en las afueras de la capital siria ha sufrido un visible deterioro en los últimos dos meses. Y lo primero que salta a la vista son las calles vacías de una capital otrora animada:

"El doble atentado que se cobró más de 50 víctimas el 10 de mayo es una de las causas del miedo que se respira hoy. Cada noche se escuchan tiroteos y explosiones. Y eso que en marzo aún costaba imaginar que la sangre se está derramando a varios kilómetros del centro de la ciudad.

Vecinos locales cuentan que la situación se ha caldeado tras la llegada de observadores extranjeros. No pasa una noche sin que grupos armados agredan a agentes de seguridad o asalten puestos de control militares en las inmediaciones de la capital. A menudo, los enfrentamientos causan la muerte de civiles.

Resultan especialmente peligrosos la periferia capitalina y los barrios en que fundamentalistas representan la mayoría. Esta población comparte las ideas de los insurgentes y, en un intento de provocar el descontento generalizado, trata de bloquear varias veces al día, con neumáticos incendiados, las principales carreteras que conectan Damasco con su extrarradio. A veces cometen atracos a coches particulares. También se han multiplicado los casos de secuestros.

La mayoría de los sirios entrevistados por esta corresponsal califican los brotes de violencia como provocación para abortar el plan de Kofi Annan, el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria. Todos coinciden en que la matanza del pasado 25 de mayo en Hula también es una provocación flagrante.

No pocos de mis conocidos, curiosamente, se pasaron al bando oficialista a raíz de los últimos acontecimientos. Hace menos de un año, muchos se tapaban los oídos nada más escuchar la palabra “conspiración” y culpaban de todo al Gobierno y al Ejército de Siria; con el tiempo revisaron su actitud y mencionan con más frecuencia a una “tercera fuerza”, los terroristas financiados desde el exterior. También empiezan a compadecerse de los militares.

No puedo negar que algunos de los entrevistados, sobre todo, los sunitas y los comunistas, todavía interpretan los acontecimientos actuales como camino hacia la libertad, y califican el terror de reacción justificada a las acciones del Gobierno. Quienes lo hacen, se resisten a reconocer el daño que la población civil sufre por culpa de la oposición.

Hay estabilidad relativa en el vecindario de afueras de Damasco donde vivo. No hubo aquí una sola protesta antigubernamental en los últimos 14 meses pero son cada vez más frecuentes las incursiones realizadas contra la capital desde las comunidades cercanas, que se suponen “peligrosas”.  Varias personas que vivían al lado, entre ellas, un general del Ejército sirio, fueron asesinadas últimamente. El día de mi llegada, una banda armada mató en las afueras de Damasco a siete personas, soldados y empleados de Inspección Hídrica", contó.

Otros testimonios ayudan a completar el panorama.

Ahmad, 40 años, comerciante minorista de Damasco, cuenta que la tensión en la capital ha crecido en las últimas semanas: “Algunas tiendas que habían cerrado para manifestar su postura o apoyar la huelga, se vieron obligadas a reabrir tras la masacre de Hula para demostrar que todo está bien. Pero nadie puede comprar nada, todos los precios han subido, y el aceite de oliva importado de Turquía se vende más barato ahora que el producido en Siria. El miedo que se vive en Damasco no es por falta de seguridad sino por el deterioro de la situación económica”.

“Prácticamente no salimos a la calle”, confiesa Aisha, ama de casa de 60 años que vive en la ciudad de Deraa. “Preguntamos primero a los vecinos y, si todo está bien, vamos rápido a comprar víveres, o algún fármaco, o las bombonas de gas que ya escasean. Los precios están por las nubes y una familia media ya no puede permitirse la compra de huevos”

Ahmad Al Hatib, miembro del Consejo de mando revolucionario en Damasco, reconoce que la huelga de los mayores mercados capitalinos es un caso sin precedentes desde que el partido Baaz subió al poder. “Los comerciantes ya se dan cuenta de que no tendrán vida con este régimen y algunos se incorporan a las protestas”. “Antes de la huelga, muchos tenían miedo al régimen y abrían sus comercios. Ahora miran primero al vecino. Basta con que uno deje de abrir para que el resto se diga: Alabado sea Alá, tampoco voy abrir”.

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