Las mujeres toman la palabra: el placer y el desafío de ser padres

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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"Cállate y sal ya de allí", gritó una mujer rusa, con lo que asustó a toda la playa de Antibes, en Francia. En realidad, sus palabras en ruso sonaron mucho más duro, casi obsceno, aunque todo el alboroto fue para que su hijo de tres o cuatro años saliera del agua.

"Cállate y sal ya de allí", gritó una mujer rusa, con lo que asustó a toda la playa de Antibes, en Francia. En realidad, sus palabras en ruso sonaron mucho más duro, casi obsceno, aunque todo el alboroto fue para que su hijo de tres o cuatro años saliera del agua.

No hubo ninguna reacción y después de nuevos gritos la madre agarró al niño (quien se puso a llorar histéricamente) violentamente de brazo y lo sacó del agua.

Fue una tarde húmeda de un sábado a finales de junio. La playa estaba repleta, pero el resto de los veraneantes, vecinos locales en su mayoría, lograron evitar subir la voz a sus hijos. Los franceses miraban incrédulos a la madre desesperada. A mí la escena no me sorprendió sino que me dio un poco de vergüenza ya que sé que los arrebatos emocionales desafortunadamente son parte esencial de la cultura familiar rusa.

No obstante, parece que en Francia la situación es diferente. Hace poco encontré un libro curioso titulado "Criando a un bebé" (Bringing up Bebe) de la periodista americana Pamela Druckerman, que muchos años vivió en París con su esposo e hijos. Al ser madre de tres niños, notó diferencias asombrosas entre cómo la moderna clase media francesa y la norteamericana tratan a sus hijos desde el nacimiento, y lo mucho más disciplinados, obedientes e impresionantemente autosuficientes que son la mayoría de los niños galos en comparación con sus coetáneos al otro lado del Atlántico.

"He notado que los niños franceses duermen sin despertarse toda la noche desde la edad de dos meses, juegan pacíficamente cuando sus madres están conversando y no tienen rabietas. En Francia la vida familiar es normalmente más tranquila que en Norteamérica. Las madres francesas no irradian esa mezcla de cansancio, preocupación y "ya es el colmo" a diferencia de la mayoría de las madres norteamericanas a las que conozco, entre ellas yo misma", confesó Druckerman en la reciente entrevista a la edición estadounidense de Marie Claire.

Señaló también que la mayoría de las madres francesas no dejan su vida social después del parto, especialmente desde que muchas prefieren lo más pronto posible empezar a alimentar a sus hijos con la "comida adulta" y leche de fórmula en vez de lactancia materna. Pocas de ellas cambian sus horarios para acomodarlos a las necesidades del niño, contemplando la regla de que "las tardes son para adultos" y cuando los hijos se hacen un poco más adultos, nunca los sobreprotegen ni hipercuidan. Si los niños se portan mal, siempre usan la fórmula autoritaria e indiscutible de "soy yo quien decide". Pero nada más duro.

El respectivo libro lideró la lista de los libros más vendidos, compuesta por New York Times, ya que se vio en la primera línea del debate que fue incitado hace unos meses y todavía continúa, por la controvertida cubierta de la revista Time, en la cual una madre estaba amamantando a un niño que parecía tener al menos cinco años de edad.

La historia de la portada de aquella edición afrontó todos los pros y los contra de la "crianza con apego", una filosofía bastante difundida en Norteamérica hoy en día. Es promovida por renombrados doctores, autores del éxito de ventas del año 1992 "Baby Book" Bill y Martha Sears, aboga por el máximo y el más íntimo contacto entre el niño y la madre. Cuanto más largo tiempo ésta amamanta a su bebé, duerme junto con él y lo lleva en sus brazos o en el portabebés, tanto más sano será el niño física- y emocionalmente, según lo creen los autores del libro.

Al recordar el incidente en la playa francesa, me pregunté cuál tipo de la cultura familiar predomina en la Rusia de hoy. Creo que mi generación es fruto de una crianza soviética bastante dogmatizada y predominantemente estricta, si no digo severa. Incluía obligarle al niño a comer, así como castigos regulares, verbales y físicos, y el control de todo tipo. "Tu opinión es la que se tiene menos en cuenta", así fue la frase, pronunciada constantemente por mis padres y por muchos otros, según lo ha revelado mi investigación.

Me parece que una gran parte de las madres rusas de la actualidad, especialmente las que no se han sometido a influencias occidentales, tienen un enfoque similar a la crianza de los niños, pero aun con una doble sobreprotección y excesivo autosacrificio. Según lo he notado, muchas demuestran una conducta algo neurótica y contradictoria, estropeando y abusando de sus hijos. He observado frecuentes conductas incontroladas, tanto por parte de las madres como de los niños en Rusia, similares a lo que la autora del libro "Criando a un bebé"

observó en las familias norteamericanas. Algunos de los casos podrían ser resultado de la falta de la seguridad de sí misma provocada por lo que la madre había experimentado de pequeña, mientras que lo de "ya es el colmo", que Pamela Druckerman destaca en su libro, podría ser resultado del exaustivo "hiperparentesco".

Ser madre es un desafío en cualquier sentido y sin duda, quién soy yo para juzgar. Muchas veces resulta que al crear nuestra propia familia, aquellos de nosotros, quienes tienen traumas de la infancia, intentamos cambiar el guión, tratando de hacer lo contrario a lo que hacían nuestros padres y ofrecerles a nuestros hijos lo que nos faltó a nosotros, y algunas veces lo exageramos.

No obstante, creo que la solución está en la mitad. Evitar los extremos, confiar en nuestros instintos, respetar las necesidades de cada niño sin ignorar las propias, pasar por alto cualquier dogma...

Nada es demasiado nuevo, fue el doctor Benjamin Spock quien expresó en su libro del año 1946 "Bebé y Niño" ("Baby and Child") la idea que podría servir de lema para los padres del siglo XXI, "Confíen en sí mismos. Ustedes saben más de lo que piensan."

*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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