De las dos zonas de libre comercio Ucrania elige ambas

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El Parlamento de Ucrania ratificó el pasado lunes, 30 de julio, el acuerdo sobre la creación de una zona de libre comercio en el marco de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

El Parlamento de Ucrania ratificó el pasado lunes, 30 de julio, el acuerdo sobre la creación de una zona de libre comercio en el marco de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Parecía improbable que lo hiciera. Tras firmar el respectivo acuerdo en octubre de 2011 y acordar ratificarlo, Kiev seguía trabajando en el proyecto de acuerdo sobre la creación de una zona de libre comercio con la UE proponiendo a Moscú entablar una cooperación en formato "3+1". El cambio de rumbo fue tan brusco que nadie se preocupó por ocultar las coincidencias que lo habían originado.

Las coincidencias fueron tres. El presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, presentó el documento a la Rada Suprema (parlamento) pasada una semana tras la visita de su homólogo ruso a la ciudad ucraniana de Yalta. Ocho días antes Ucrania y la Unión Europea rubricaron el acuerdo de asociación y Bruselas declaró que el libre comercio con los países de la CEI no perjudicaría el libre comercio con la UE. Y, finalmente, el mismo día de la votación parlamentaria en el país eslavo arrancó la campaña electoral.


Ucrania no es Bielorrusia

Es justo reconocer que Ucrania había tenido motivos para dudar de las ventajas que le brinda la integración en la Zona de Libre Comercio (ZLC) con los países de la CEI. Los expertos del gobierno habían anunciado que permitiría aumentar hasta el 4% el PIB anual, lo cual provocó una avalancha de críticas por parte de los escépticos.

¿Cómo sería posible en el marco de un acuerdo que restringe la circulación de los productos clave de exportación e importación nacionales? Por ejemplo, el azúcar o las tuberías de acero ucranianos forman parte de la lista de productos que van a conservar sus aranceles y estarán sujetos a cuotas restrictivas dentro del marco de la ZLC, tampoco las importaciones de hidrocarburos a Ucrania estarán exentas de aranceles.

Es más, la parte rusa consiguió que el documento contuviera una restricción importante: si alguno de los miembros del acuerdo llega a entablar relaciones de libre comercio con una tercera parte, en lugar de las normas de la ZLC se aplicarán los artículos correspondientes de la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo cual libera a Moscú y los demás participantes de toda responsabilidad con respecto a Ucrania.

No obstante, Kiev accedió a ratificar el tratado. Según opina el politólogo ucraniano Vadim Karasiov, Yanukóvich cedió ante la presión ejercida por la parte rusa durante la visita de Vladimir Putin a Yalta. Las fuentes cercanas al presidente lo confirman: si Ucrania, ahora que su relación con Rusia es muy tensa, hubiese vuelto a rechazar la propuesta del Kremlin habría sido la gota que colma el vaso.

Además, las coincidencias se sucedían hasta el último momento. Algunos analistas ucranianos incluso creen que el hecho de que el gobierno británico le hubiera negado la acreditación para los Juegos Olímpicos al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, fue tomado en Kiev con cierto nerviosismo: los ucranianos son conscientes de que dieron a Europa muchos motivos para ser comparados con los bielorrusos.

Sin embargo, Ucrania no es Rusia, pero tampoco Bielorrusia. Yanukóvich nunca se ha mostrado dispuesto ni capaz de jugar entre el Oriente y el Occidente, como lo hace el presidente bielorruso. Kiev no lo necesita, su situación es muy distinta.

Si en el caso de Lukashenko es un juego, para Ucrania es una dura realidad. No se puede permitir vivir los desequilibrios del “péndulo” bielorruso, tiene que agarrarse a todas las propuestas.

Por lo tanto, la situación actual, cuando Kiev intenta adherirse a dos zonas de libre comercio a la vez es muy lógica y era de esperar.


Entre riesgos y fantasmas

Después de todo, Ucrania se inclina hacia Oriente. No se trata de la mitológica “hermandad eslava”, sino de los mecanismo más habituales y, digamos, extraoficiales que rigen la economía de Rusia  y que son imposibles en Europa. Esto hace que las actuales élites políticas ucranianas se entiendan mejor con los rusos que con los europeos.

Al  mismo tiempo, el gobierno actual de Ucrania se da cuenta de que no se puede arriesgar a elegir una cosa u otra, de que cualquier preferencia política puede provocar un cataclismo en el país. Este gobierno no está seguro de sí mismo y cada vez es más rechazado incluso por su electorado. Se ve atrapado entre los riesgos reales y sus propios miedos, y cada nuevo día que la líder de la oposición, Yulia Timoshenko, pasa en la cárcel hace que el gobierno se ponga más nervioso.

Europa, que negó a Kiev la posibilidad de sentir cierto protagonismo al albergar la cumbre de la UE en Yalta, no quiso llegar al extremo de boicotear la Eurocopa 2012. Pero el acuerdo sobre la creación de la zona de libre comercio con Europa solo está rubricado, y todo el mundo comprende que es un paso simbólico en vísperas de las elecciones ucranianas.

Sin embargo, este paso permitió evitar escándalos a la hora de votar el acuerdo sobre la ZLC con los países de la CEI. Y al mismo tiempo confirmó una vez más la naturaleza política ucraniana, que busca un equilibrio en el eterno desdoblamiento entre el Oriente y el Occidente.

Los expertos ucranianos aseguran que en este caso Yanukóvich se ha salido con la suya, porque su electorado, más que por los aranceles y cuotas, se mueve por las tendencias y las preferencias. La oposición solo solicitó una cosa: si las normas de la ZLC con los países de la CEI llegan a perjudicar la libertad de comercio con Europa, Ucrania dará la preferencia a la última. Nadie se opuso ya que en el mundo de hoy las perspectivas de la integración tanto con el Oriente como con el Occidente son muy confusas.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

 

 

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