Parece que el Comité del Nobel vuelve a sus orígenes: otorgar el Premio de la Paz a la Unión Europea es algo muy al estilo de los primeros decenios de su existencia. Entonces el galardón realmente se entregaba por salvaguardar la paz en todo el mundo y se concedía muchas veces a las organizaciones que contribuían a esta causa, como la Cruz Roja y otras.
Desde este punto de vista la decisión del Comité resulta fundamentada. Realmente desde hace años en Europa no ha habido grandes guerras -aunque sí algunas locales- y una de las causas de ello es la integración europea.
Pero en realidad significa que los europeos se galardonaron a sí mismos para darse ánimos en una época difícil para la UE (la crisis presupuestaria y muchos problemas más). A sí mismos, porque es un grupo de diputados del Parlamento noruego es el que toma la decisión al respecto, y punto. Ningún misterio.
Antes, en 1901 (cuando fue creado el premio Nobel) los términos 'Europa' y 'el mundo' eran casi sinónimos. El galardón entonces significaba mucho más. Ahora es simplemente un premio noruego que puede ser criticado por cualquiera. Y es criticado por muchos. Por ejemplo los defensores de los derechos humanos en Rusia desaprobaron la última decisión del Comité.
Es lógico si se toman en consideración los antecedentes explicados con detalle por el periódico estadounidense The Christian Science Monitor: determinados grupos de presión estaban casi seguros de que este año el premio sería para Rusia, en concreto para los defensores rusos de los derechos humanos o, en general, para los opositores. Y de repente se va a la Unión Europea...
Ahora, lo más curioso que sigue teniendo el premio es su largo y sinuoso camino desde la idea original de condecorar a los pacificadores hasta su misión actual, algo confusa. No resulta complicado sacar de Internet una lista completa de los galardonados y ver que la primera “desviación” importante tuvo lugar en 1964. Aquel año el Comité Nobel otorgó el Premio de la Paz a Martin Luther King. Fue entonces cuando empezaron a surgir las preguntas: ¿Qué tiene que ver la paz en todo el mundo si el pastor estadounidense lucha contra el racismo dentro de EEUU?
Fue entonces cuando se hizo evidente que entregar los premios no era tarea fácil. Incluso el propio fundador, Alfred Nobel, formulaba el objetivo del premio de manera muy vaga, “por los méritos en general”, incluidos el trabajo en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de los congresos por la paz. Por lo tanto, todo cuadra.
Cuando vivió Nobel, a finales del siglo XIX, y algo más tarde, en la época de las dos guerras mundiales, la paz fue realmente un bien indiscutible. Hasta que un tal Alexander Haig, secretario de Estado durante el mandato del presidente de EEUU Ronald Reagan, pronunció su famoso aforismo: “Hay cosas más importantes que la paz”
Esta frase provocó una fuerte ráfaga de críticas por parte de la Unión Soviética, aunque la idea de Haig era bien clara. EEUU en aquel momento no temía una guerra inminente pero reflexionaba sobre “cosas más importantes”, como poner fin a los regímenes comunistas, por ejemplo, y sobre las personas que ayudan a hacerlo.
El premio Nobel de la Paz para Luther King dio comienzo a la tradición de concederlo un año por la labor para la paz en el mundo y el otro a los defensores de los derechos, a los disidentes, a los opositores a los “regímenes malos” y otras personas muy merecedoras. Tal vez no fueran luchadores por la paz pero, en general, eran gente que lo merecía.
Es fácil gritar indignado ¿qué tiene que ver la paz con todo eso? El premio se entrega por “méritos en general”. Además, es el dinero de la Fundación Nobel y lo da a quien quiere. Lo da, no lo quita. ¿Qué hay de malo?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
