El rompecabezas político ucraniano tras los comicios legislativos

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Últimamente se habla mucho de que el poder en Ucrania con Víctor Yanukóvich al frente tiende a adaptar el modelo de Rusia: una intensificada centralización del sistema político en busca de una gobernabilidad mayor.

Últimamente se habla mucho de que el poder en Ucrania con Víctor Yanukóvich al frente tiende a adaptar el modelo de Rusia: una intensificada centralización del sistema político en busca de una gobernabilidad mayor.

Las elecciones legislativas que acaban de celebrarse allí han mostrado que la estructura de este país sigue siendo muy diferente de la de Rusia. En Ucrania se conserva un alto grado de pluralismo y a los ciudadanos se les ofrece un menú político variado, comparable al de los modelos europeos. Así, ahora en la Rada Suprema, el Parlamento de Ucrania, al igual que en la mayoría de parlamentos de países de la Unión Europea (UE), aparecerá la facción nacionalista Svoboda (Libertad). Además, están representados los afianzados partidos de la izquierda (partido comunista); hay un proyecto que, careciendo de ideología, se asocia a la cara de una estrella del boxeo, Vitali Klichko. Y, por supuesto, las fuerzas principales que luchan por el propio poder: el gobernante Partido de las Regiones y el bloque opositor Batkivschina (Patria), fundado por la ahora encarcelada ex primera ministra Yulia Timoshenko. 

Las diferencias ideológicas entre las dos organizaciones principales son difíciles de formular. Sin embargo, les atribuyen tendencias ‘prorrusa’, en un caso, y en el otro, la ‘prooccidental’. En la práctica, sería correcto decir que las dos tendencias son más bien relativas. Tanto en Rusia como en Occidente ya se dieron cuenta desde hace tiempo de que los políticos ucranianos se guían, ante todo, por sus propios intereses, que todo el tiempo están transformándose.  Al mismo tiempo, todos los movimientos políticos se financian de las mismas fuentes: los mayores grupos de oligarcas pagan por no poner todos los huevos en la misma cesta.  Así se garantiza la elevada liquidez de la política en general: se basa en un sistema tenaz de un sinfín de acuerdos, nuevos acuerdos y acuerdos revisados, lo que asegura la relativa sostenibilidad de la construcción.

Pero últimamente se formó la opinión de que el actual poder ha pasado un límite nunca antes atravesado, ni siquiera en las épocas más agitadas. Los oponentes más serios de Víctor Yanukóvich -Yulia Timoshenko y Yuri Lutsenko- están encarcelados por periodos largos de tiempo. Pero esta medida intransigente se puede considerar y entenderla desde otro punto de vista: del medio ambiente han eliminado a los agentes más activos e incontrolables que amenazaban, debido a su temperamento y elevadas cualidades combativas,  al sistema del regateo incesante. A los demás, incluidos los correligionarios de los arrestados, les es más fácil jugar según las reglas establecidas, y no seguir a los carismáticos. 

En Rusia siempre ha estado muy arraigada la idea de que Ucrania es una formación artificial, condenada a descomponerse tarde o temprano: en cuanto a las actuales fronteras de Ucrania, hay motivos para ello. La presente configuración del país se debe, ante todo, a que se le añadieron territorios en la época soviética. Pero en lo que a la fragilidad como país se refiere, aquí no puede haber opinión unívoca. A pesar de su heterogeneidad cultural, social y la del lenguaje, el país es muy íntegro, por muy raro que parezca. La imposibilidad de actuar según el modelo de Rusia hace tomar un curso que parece (y a menudo lo es en realidad) un inmovilismo, pero asegura el vínculo político de todos los posibles elementos, haciéndolos interactuar continuamente. La radicalización y confrontación habrían llevado a la desintegración, pero estos elementos no pueden existir por separado.

El pobre occidente ucraniano, aunque posee una ideología, no sobrevivirá debido al factor económico. Y el oriente tiene potencial económico pero carece de una identidad política propia. En conjunto representan una formación bastante rara, pero viable siempre y cuando sean partes de un complejo. La soberanía la valora la mayoría de los ciudadanos, con la independencia de sus credos políticos.

Las recientes elecciones evidencian la existencia de un balance de intereses, concluyendo el periodo de prueba de resistencia.  Pero precisamente ahora, cuando la sostenibilidad está probada, se plantea la cuestión de la dirección del movimiento posterior.  Hasta ahora la política ucraniana consistía en maniobrar entre Rusia y Europa. En Kiev suponen seguir haciéndolo, pero las condiciones externas han cambiado.

Todo el mundo está cansado de las intrigas incesantes en Ucrania. El mencionado inmovilismo virtuoso garantiza la estabilidad del sistema solo para los que están adentro, pero a los actores de fuera les fatiga y a veces incluso les irrita. Además, todos ellos tienen un montón de problemas propios. Europa está hundida en la crisis, EEUU se interesa más por Asia, hasta Rusia ha perdido su fervor de antes y está esperando para ver qué va a hacer Ucrania sin hacer propuestas variadas, a diferencia de como sucedió hace un par de años. 

La posición económica de Ucrania ya desde hace tiempo no es nada halagüeña, pero las perspectivas de obtener la necesaria ayuda económica de gran volumen son muy dudosas. No tiene por qué esperarla desde Occidente. Primero, sucede que el caso Timoshenko ha agravado las relaciones fuertemente.  En segundo lugar, porque no cuenta con recursos libres, hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) está sobrecargado con demandas debido a la situación en la eurozona. Rusia exige a cambio la integración a la Unión Aduanera. Pero para Kiev cualquier acuerdo vinculante siempre ha significado serias complicaciones políticas. Con la nueva composición de la Rada Suprema el proceso, seguramente, no va a ser más simple: la facción de nacionalistas no desaprovechará del caso de montar un espectáculo sobre la amenaza a la independencia… 

Pasados algo más de veinte años tras la promulgación de su independencia, Ucrania ha alcanzado su objetivo: ha mostrado su validez y capacidad de actuar por su cuenta. Queda por entender qué hacer con todo ello luego, y si es capaz la Ucrania independiente de asegurarse sus propias fuentes y catalizadores del desarrollo.
 
*Fiodor Lukiánov, es director de la revista Rusia en la política global, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios noticiosos de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI


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