Rusia y Georgia tratan de normalizar sus relaciones

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El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, abordó el el tema de relaciones ruso-georgianas durante la reunión con las personas apoderadas del presidente ruso Vladimir Putin, celebrada el pasado 9 de diciembre.

El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, abordó el el tema de relaciones ruso-georgianas durante la reunión con las personas apoderadas del presidente ruso Vladimir Putin, celebrada el pasado 9 de diciembre.

El canciller ruso habló sobre estas relaciones como de un enfermo que todavía está lejos de curarse, pero cuyo estado de salud ya no empeorará, porque está al nivel más bajo y porque el plan de tratamiento está desarrollado.

Según Lavrov, Rusia está dispuesta a estudiar la posibilidad de restablecer la comunicación aérea regular entre Moscú y Tbilisi. Y está dispuesta también a reiniciar la importación de productos agrícolas de Georgia.

Además, los representantes de Rusia se reunirán en un futuro próximo con el enviado especial del primer ministro de Georgia para la normalización de relaciones con Rusia, Zurab Abashidze, declaró Lavrov.

No cabe duda que este encuentro se celebrará. Sólo su sentido práctico suscita dudas, porque es poco probable que este encuentro logre agregar algo más a las pocas declaraciones de Lavrov.

Los negocios continúan

Estas declaraciones no son nada fuera se lo comun. La comunicación aérea regular entre Moscú y Tbilisi se restableció hace mucho. La compañía aérea rusa S7 Airlines y la georgiana Airzena realizan dos vuelos al día. No hay nada extraordinario en eso.

El propio Lavrov destacó que los contactos de negocios entre Rusia y Georgia siguen desarrollándose sin interrupciones y recordó que “la energía eléctrica y gas se suministran a Georgia por las empresas con la participación rusa”. El canciller ruso podría continuar esta lista, al mencionar, por ejemplo, el grupo ruso de telecomunicaciones VimpelCom o el segundo banco más grande de Rusia VTB.

Los empresarios rusos y georgianos suelen concluir acuerdos sin la participación de las entidades gubernamentales. Y sería más lógico que el anuncio de que Rusia abre su mercado para los productos agrícolas provenientes de Georgia no lo hiciera el Ministerio ruso de Exteriores, que siempre descató los motivos políticos de este asunto, sino el Servicio de Protección al Consumidor de Rusia (Rospotrebnadzor).

Los actores rusos realizan giras por Georgia de manera regular y sin la ayuda política. Muchos turistas rusos llegan a Batumi, ciudad portuaria a las orillas del Mar Negro. En general, no había tantos turistas rusos en Georgia desde la época soviética.

¿Qué asuntos más pueden abordar los representantes especiales de Rusia y de Georgia?

La amistad se aplaza

Los recuerdos sobre el año 2008 siguen vivos en toda la Georgia. Pero estos recuerdos no impiden a votar por el líder del partido opositor y nuevo primer ministro de Georgia, Bidzina Ivanishvili, a los que están seguros de que podrán exportar vino a Rusia y adquirir a cambio molibdeno en Osetia del Norte y el trigo en la región de Krasnodar (sur de Rusia).

Nadie ha presentado hasta el momento proyectos de negocios y nadie tiene prisa por responder a los partidarios del actual presidente georgiano, Mijail Saakashvili que pregunta con sarcasmo por qué Georgia no se había enriquecido anteriormente, cuando sus fronteras estaban abiertas. Son pocos también los que creen que mañana ya se podrá poner en marcha. Para los que prefieren creerlo, un viejo refrán chino según el cual es mejor llevar a cabo las negociaciones que no hacerlo tiene un sentido profundo, pero irracional.

Por eso, conforme a las reglas del juego en la bolsa, no es importante el efecto económico final sino la capitalización. Cualquier discusión del tema de negociaciones con Rusia sólo incrementa el coste de las acciones del equipo de Ivanishvili.

Pero parece que Moscú sólo echó un vistazo a la mano tendida y se volvió de espaldas. Varios días antes de la declaración de Lavrov hecha el pasado 9 de diciembre, los opositores a Ivanishvili no pudieron reprimir la alegría maliciosa. Su equipo ya tuvo que renunciar a los planes de construcción de la vía férrea que debía pasar a través de Abjasia hasta Armenia.

Esto puso a Tbilisi al borde de un serio conflicto con Bakú. Diez dias antes de la reunión de Putin con personal de confianza, el ministro ruso de Exteriores, Seguei Lavrov pidió a Tbilisi a “renunciar a la retórica antirrusa”, al afirmar que sólo esto contribuirá a la normalización de las relaciones económicas y comerciales entre los dos países. Debido a esto, las autoridades georgianos tuvieron que inventar los motivos de su benevolencia respecto a quienes no observan de manera clara la mano tendida.

No hay opciones

A juzgar por todo, Moscú, en realidad, buscaba la respuesta a la pregunta: ¿para qué necesita normalizar las relaciones con Tbilisi? Pero no logró encontrarla. Las posibilidades de que durante el gobierno de Ivanishvili, Georgia renuncie voluntariamente a Abjasia, Osetia del Sur y la OTAN son equiparables con las que había en la época del gobierno de Saakashvili.

Además, la ruptura de relaciones con Tbilisi permitía, al menos, no discutir el tema de intervención militar. En caso de la normalización de relaciones, estas condiciones inevitablemente están presentes en la agenda de las negociaciones, lo que será un éxito para Tbilisi, a diferencia de Moscú.

Así las cosas, Moscú no esperaba nada, como trataron de convencer los activistas georgianos a sus partidarios dispuestos a desilusionarse. No tenía qué esperar sino como si calculara cuánto más es posible dar largas y cómo reaccionar a las propuestas de Tbilisi, cuando ya será inapropiado dar largas. 

O cuando esto puede afectar el equipo de Ivanishvili que, a pesar de todo, es más importante para Moscú que el equipo de Saakashvili. Al menos, porque es posible hablar con éste.

Pero parece que no habrá temas a abordar. No hay otra opción. Las declaraciones de Lavrov son un modo no vinculante de no perjudicar la reputación tanto de Moscú como de Tbilisi. El propio encuentro de los representantes de Rusia y Georgia anunciado por Lavrov pone en evidencia que las relaciones entre los dos países están normalizándose. Las partes no pueden ofrecer nada más una a otra  y no esperan mucho.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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