Francia paga en la guerra de Malí las facturas de Libia

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Una guerra real se libra en África. Francia ataca a los islamistas en Malí y sigue enviando tropas en el país africano.

Una guerra real se libra en África. Francia ataca a los islamistas en Malí y sigue enviando tropas en el país africano. En Argelia, los militares liberaron a más de 600 personas secuestradas por los islamistas. La crisis de rehenes está directamente vinculada con la intervención de Francia en Malí.

Francia está acostumbrada a las intervenciones militares en los países de África Occidental: en interés de los Gobiernos que luchan contra los insurgentes o en interés de un país que combate con otro. Mientras, políticamente, la región ha sentido siempre una influencia de París.
Pero esta vez parece que la situación es más grave.

La libertad a punto de ser conseguida

No se logró impedir un crecimiento drástico de la actividad extremista en el Norte de África y la región de Sahara-Sahel. Las red terrorista de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) es fuerte, se multiplica y se extiende hacia el sur. Es más, este crecimiento hasta recibió estímulos adicionales.

La operación estadounidense ‘Libertad Duradera-Trans Sahara’ casi se dio por terminada, pero hasta en la época de su máximo desarrollo -de 2007 a 2009- sus dimensiones fueron limitadas también. Washington no estaba dispuesto a incrementar su presencia en Sahel, apostando ante todo por las misiones de reconocimiento, las operaciones especiales y el adiestramiento de efectivos de las unidades antiterroristas de Mauritania, Marruecos, Argelia, Malí y Chad.

Pero después de la llamada ‘primavera árabe’ la situación, que en general era amenazante, empezó a estar fuera de control.La guerra colonial que en 2011 Francia y Gran Bretaña libraron en Libia acabó con el derrocamiento del régimen político del exlíder libio Muamar Gadafi, después de lo cual la libertad real pudo reinar en el país árabe. Pero esta guerra facilitó también la existencia de los insurgentes armados de todo tipo en Libia y territorios adyacentes. Y es evidente que estos hombres lograron apoderarse de una gran cantidad de armamento en Libia.

Esto tuvo sus consecuencias. Ante todo, los rebeldes tuaregs proclamaron un estado independiente de Azawad en el norte de Malí. Posteriormente, se produjo una escisión entre las tribus tuareg: hubo muchos islamistas en sus filas que, de hecho, abrieron las puertas a los extremistas de Al Qaeda en el Magreb Islámico.En 2012, la crisis alcanzó su apogeo. El Gobierno de Malí controlaba sólo el sur del país, mientras que las dos terceras partes de su territorio se convirtieron en un espacio abierto para todos.

Hoy los franceses, acostumbrados a tratar como a su propio país a los Estados de África Occidental que fueron sus colonias hasta los años sesenta del siglo pasado, empiezan a actuar de manera radical. La cuestión consiste en que si este proceso no ha ido demasiado lejos para poder corregir la situación.

Una tormenta en Sahara

Se desarrollan acontecimientos importantes en Sahel que podrán tener serias consecuencias no sólo para África del Norte sino también para Europa.
Argelia se incorporó al proceso. El Gobierno argelino, que durante los últimos 20 años luchó contra sus propios islamistas abrió corredores aéreos para el transporte de efectivos y cargas franceses a Malí. Esto conllevó la toma de rehenes en una planta de procesamiento de gas. No hay fronteras en la región, sólo hay lazos.

Durante el proceso de transporte de las cargas francesas a Malí se emplearon aviones rusos de transporte An-124 operados por la compañía Volga-Dniéper y el 224º destacamento de aviadores.

Pero el principal actor en este escenario es Francia, que al abrir la caja de Pandora en Libia en 2011 convirtió la guerra anárquica que se ha librado con poca intensidad en Argelia, Libia, Níger y Malí en una zona de inestabilidad.Francia puso bajo una amenaza a toda Europa. Y se puede responsabilizar de esto sólo a los pseudo imperialistas de París y Londres. Ahora estos imperialistas deben buscar la salida de la situación que sigue agravándose.

Y será cada vez más difícil hacerlo con el paso del tiempo. Las redes de salafistas (islamistas fundamentalistas) se consideran como ‘una alternativa triunfante’ en Sahel desde finales del siglo XX. Los regímenes político laicos en esta región son corruptos, perdieron su prestigio y son incapaces de satisfacer las principales necesidades sociales. Mientras, los salafistas controlaban tanto el sistema de educación en las escuelas primarias en Malí como crearon allí grupos de clínicas.

Por otro lado, estas redes son capaces de producir un ‘corto circuito’ que contribuirá al regreso a la región de los extremistas transnacionales armados de AQMI. La tensión entre los musulmanes y otros grupos religiosos (cristianos y animistas) existía siempre. En los setenta y ochenta, en Malí se registraron pogromos y asesinatos motivados por los sentimientos religiosos. Pero ahora el conflicto puede alcanzar enormes dimensiones.

Níger, con reservas de uranio importantes para París, está al lado. Al sur se ubica la costa del golfo de Guinea con un montón de problemas internos, desde los países más o menos estables en vías de desarrollo, como Senegal o Gana, hasta los más pobres, como Sierra Leone y Guinea. No se debe olvidar tampoco a Nigeria con las reservas de petróleo que, con sus autoridades corruptas que se apropian de los ingresos provenientes de la exportación de hidrocarburos, está dispuesta a explotar las tensiones entre las tribus y entre los representantes de varias confesiones.

Es difícil imaginar una peor decoración para el trabajo. Por eso no debe sorprender que Francia se lanzase a este conflicto, tratando de salvar lo poco que todavía es posible salvar.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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