Clubes nocturnos, ratoneras sin salida de emergencia

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El incendio en la discoteca Kiss ocurrido el pasado 27 de enero en la localidad de Santa María en el sur de Brasil se llevó la vida de más de 230 jóvenes entre dieciséis y veinte años de edad.

El incendio en la discoteca Kiss ocurrido el pasado 27 de enero en la localidad de Santa María en el sur de Brasil se llevó la vida de más de 230 jóvenes entre dieciséis y veinte años de edad.

Otros cien están hospitalizados con lesiones de diversa consideración. Según los datos preliminares, la causa del incendio fue una especie de espectáculo pirotécnico. En el país se ha declarado un duelo nacional de tres días de duración y en el estado de Río Grande do Sul, de siete días de duración.

Habría que asumir que tragedias de este tipo han ocurrido antes, ocurren en la actualidad y, sin lugar a dudas, seguirán ocurriendo. La única manera de reducir los riesgos sería introducir un control lo más estricto posible de la seguridad de las discotecas y los clubes, porque no se puede cerrarlos todos sin más.

El peligro de las discotecas

La tragedia de Brasil parece ser una copia exacta del incendio que se produjo hace tres años en el club Caballo Cojo en la ciudad rusa de Perm, donde falleció un total de 156 personas, por intoxicación y quemaduras o aplastadas al no poder salir del local. La causa, según se desprende de los resultados de la investigación, también fue un espectáculo pirotécnico.

Ambos locales, a pesar de estar situados en hemisferios diferentes, son casi idénticos. Para las discotecas se aprovecharon espacios en las plantas bajas de edificios residenciales que anteriormente estaban destinados a comercios. Da la sensación de que áreas comerciales y depósitos fueron adaptados por sus nuevos dueños para ser centros recreativos, sin tener en cuenta los requisitos de prevención de incendios. Esta sería la causa real de tantas muertes, de modo que la receta universal para acabar con las tragedias consistiría en prohibir semejante uso de inmuebles.

Sin embargo, si nos fijamos en la lista de casos parecidos que tuvieron lugar durante los últimos 70 años, veremos que la conclusión anterior habría sido muy precipitada.

Es evidente que en Caballo Cojo en Kiss no se observaron las más mínimas normas de protección contra el incendio, lo tendrá que aclarar la investigación y el tribunal. Pero en la cadena de incendios en discotecas ha habido casos todavía más espeluznantes, por ejemplo, cuando en 1942 en la “ratonera” del club Cocoanut Grove de Boston que tenía los cristales blindados y una única salida murieron 492 personas.
La mayoría de los clubes incendiados estaban situados en edificios especialmente construidos para este propósito, con salidas de emergencia y modernos sistemas contra incendio.

De ejemplo podría servir el caso de la discoteca The Station (West Warwick, Rhode Island), donde en 2003 murieron cerca de cien personas. De acuerdo con el informe de los expertos, el sistema contra incendios funcionó según lo previsto y habría garantizado la completa evacuación si los visitantes del club, presas del pánico, no hubieran aplastado unos a otros.

Muertes por asfixia en vez de por navajazos

Entre todos los casos de incendios en las discotecas sólo hay un rasgo en común, la mayoría de sus víctimas tienen entre dieciséis y treinta años de edad. Ocio juvenil que acaba en tragedias. Antes de los clubes había discotecas y anteriormente la gente acudía a las pistas de bailes. Y también tenían sus riesgos, como por ejemplo, peleas multitudinarias y lesiones por navajazos y golpes de palos. En el espacio postsoviético a estos desenlaces se añadieron tiroteos, explosiones e incendios.

¿Y qué es un club nocturno? Hablando con sinceridad, es un espacio herméticamente cerrado, donde no penetran ni la luz ni los sonidos de la calle, donde hay iluminación propia y los visitantes entran en trance, dejándose llevar por música ensordecedora, movimientos rítmicos y a menudo drogas suaves y no tanto. No habría que esperar un comportamiento sensato de esta muchedumbre en caso de situaciones de emergencia.

Sobre ocio exento de peligros

Es imposible prohibir o distraer a la juventud, por ejemplo con los deportes, una tarea muy plausible, sin embargo. Porque los jóvenes irán al club después de entrenar y siempre para celebrar la victoria en las competiciones.

Criticar o despreciar a los jóvenes por sus intereses sería una actitud poco sensata, muy hipócrita y completamente improductiva. Todas las generaciones han pasado por esto, empezando por las épocas prehistóricas, cuando gente reunida en los claros del bosque bailaba al compás de los tambores, excitada por sustancias vegetales. Y esas danzas son consideradas ahora parte de la cultura universal. Es que el ser humano ha cambiado poco a lo largo de millones de años.

Lo que habría que hacer es elevar al máximo la seguridad de estos bailes “en los claros del bosque”. Ello, por supuesto, exigiría de los dueños de los clubes inversiones más significativas que la delimitación de los espacios para los fumadores, porque además de salidas de emergencia y sistemas contra incendios tendrían que usar en la decoración materiales que no liberen al arder sustancias tóxicas.

Se podría cerrar de manera demostrativa un par de clubes de propietarios demasiado ahorradores, de lo contrario nada funcionará. Porque los dueños de Kiss han señalado ya a los medios de comunicación brasileños que “el incendio fue algo imprevisible” e “imposible de pronosticar por ningún plan de negocio", ocurrió “por fuerza del destino”, de modo que sólo Dios puede ofrecer en esta situación consuelo y paz espiritual”.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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