Los japoneses están contentos con su primer ministro y aspiran al renacimiento

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El nuevo primer ministro nipón, Shinzo Abe, logró un avance notable el pasado 12 de marzo que pasó casi desapercibido en Japón.

El nuevo primer ministro nipón, Shinzo Abe, logró un avance notable el pasado 12 de marzo que pasó casi desapercibido en Japón.

El país del Sol Naciente conmemoró el segundo aniversario del mayor desastre natural de toda su historia: el 11 de marzo de 2011 un terremoto y posterior tsunami sacudieron las costas del nordeste del país y provocaron un accidente de la central nuclear de Fukushima.

El avance del primer ministro consiste en la aparición de nuevas cifras. Los indicadores bursátiles alcanzaron el nivel más alto en los últimos cuatro años y medio. Además, se revisó al alza las previsiones para el crecimiento económico, hasta un 2% a finales del año.

A juzgar por todo, los japoneses aspiran al renacimiento y éxito de su país con el nuevo primer ministro.

Sistema monopartidista

Los observadores dirían que el desarrollo del sistema político de Japón es muy interesante. Shinzo Abe es el líder del Partido Liberal-Democrático que estuvo durante varias décadas en el poder. Esto tuvo lugar en la época cuando Japón no sólo se restableció tras la Segunda Guerra Mundial, sino también se convirtió en la segunda economía del mundo. El año pasado, China le arrebató a Japón ese estatus.

El Partido Liberal-Democrático se mantuvo en el poder desde su fundación en 1955 hasta 1993. Posterirmente, empezó a ejercer menos influencia y tuvo que formar coaliciones con otros partidos. En 2009, el Partido Liberal-Democrático perdió el poder y logró restablecerlo en diciembre pasado.

A día de hoy, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, goza de mayor nivel de aceptación que los últimos seis jefes del Gobierno de Japón. Con tanto apoyo popular Abe y su partido podrían ganar fácilmente las elecciones generales que se celebrarán en Japón el próximo mes de julio.

Además, tras una pausa de muchos años, el Partido Liberal-Democrático podría restablecerse un control total sobre el parlamento, el monopolio del poder en Japón y un sistema monopartidista.

Casi todos los países de Asia del Este y Sureste repitieron posteriormente el “milagro económico” japonés con el sistema monopartidista, incluido China que es un ejemplo espectacular de ese milagro.

Todos los milagros económicos conseguidos en un amplio territorio extendido hacia el este y hacia el sur de la cordillera del Himalaya fueron posibles gracias al modelo en que todas las figuras políticas clave y personas inteligentes, en general, fueron miembros de un partido.

La oposición sí que existía, incluso en China, desde la Revolución en 1949 hasta hoy en día, pero no desempeñaba un papel importante. Ante todo, esto pasa porque el partido oficialista suele monopolizar la ideología del desarrollo y crecimiento nacional, apropiándose de cualesquiera ideas al respecto surgidas en el seno de la oposición.

Se puso en entredicho los milagros económicos con sistemas monopartidistas tras el recalentamiento de la economía de Japón a principios de los noventa y la crisis financiera asiatica de 1997-1999.

En casi todos los países que fueron los primeros en crear el sistema monopartidista se desarrolló también el parlamentarismo multipartidista, incluido Japón, Corea del Sur, Taiwán. Algo similar tuvo lugar en los vecinos países del Sureste asiático, incluida Tailandia, posiblemente Malasia donde se celebrarán próximamente las elecciones muy tensas, e incluso Singapur. Los partidos oficialistas vivieron tiempos difíciles en todos los países.

Pero a día de hoy podemos observar el retorno hacia el sistema monopartidista o, al menos, un intento de hacerlo. Muchos países, incluido Japón, tuvieron una experiencia más bien negativa con el desarrollo del sistema multipartidista y últimamente los antiguos partidos gubernamentales empezaron a regresar al gobierno en Taiwán, Tailandia, ahora en Japón.

Aunque China no realizó experimentos con establecimiento del sistema bipartidista y en Corea del Sur dos partidos están en el poder, el retorno de Japón que fundó el sistema monopartidista a sus orígenes es, al menos, un fenómeno curioso.

Otro país

Es preferible observar el desarrollo de ciertas tendencias a distancia. Cuando uno está de cerca, puede notar todos los detalles. Se pone en evidencia que los antiguos partidos oficialistas sí que regresan al poder, pero esto pasa en otra coyuntura y en otros países. Si los milagros económicos se realizaron en los antiguos países asiáticos por separado, a día de hoy, la situación en un país está directamente vinculada con el desarrollo de los acontecimientos en todo el mundo.

Por ejemplo, lo más interesante en la historia con el nombramiento del nuevo presidente del Banco de Japón que aumentó el nivel de aceptación de Shinzo Abe sea la nueva política monetaria.

Es una candidatura tan fuerte que el Partido Liberal-Democrático prefirió no pronunciarse en contra. Se trata de Haruhiko Kuroda que hasta hace poco ocupaba el cargo del presidente del Banco Asiático de Desarrollo (BAD) con sede en Manila. Kuroda proclamó el inicio de las políticas agresivas de expansión monetaria en vez de la deflación que frenaba el crecimiento del país durante dos décadas.

Es decir, Kuroda respalda la política aplicada por EEUU y Europa que prefieren combatir la crisis con dinero, reanimar la economía. Se puede calificar esta tendencia como ‘europea’ sólo en parte. En Europa se ha librado la lucha de los que se pronuncian a favor de las medidas de austeridad y disciplina financiera y los que están en contra de estas.

En este ámbito, Japón respalda la opinión pública de Italia, España y Grecia y no está de acuerdo con Alemania que insiste en la necesidad de apretar los cinturones. China, por su lado, advierte que no se abstendría de devaluaciones competitivas. Estas temas se abordarán en las reuniones de ministros de Finanzas y jefes de bancos centrales del Grupo de los Veinte (G20) del que Rusia asumió la presidencia de turno en diciembre pasado.

El posible renacimiento de Japón hace chocar sus intereses no sólo con los partidarios de la disciplina financiera. Se trata del ‘reinicio’ automático de relaciones de Japón con sus socios principales, EEUU y China.

Por ejemplo, Tokio afrontará un problema en las futuras negociaciones sobre la adhesión al Acuerdo de Asociación Transpacífico promovido por EEUU. Es interesante porque no se invita a China a incorporarse a esta alianza comercial. Es una parte de la política de EEUU que tiene por objetivo de crear una plataforma para una potencial integración económica en la región del Asia-Pacífico, es decir, para contrarrestar Pekín.

Si Japón se adhiere a este acuerdo, sus relaciones complicadas con China se agravarán aún más y los empresarios nipones enfrentarán una competencia inesperada. En este caso, el nivel de aceptación de Abe bajará junto con los indicadores bursátiles. Pero tampoco sería oportuno perder la oportunidad de desarrollar ‘relaciones especiales’ con EEUU.

Sea lo que sea, EEUU está observando con atención el desarrollo de los acontecimientos y los analiza sin olvidar que, desde finales de los noventa, los políticos nipones intentaron crear una nueva diplomacia asiática, pero no consiguieron éxito.

Es posible que, en los últimos años, el problema principal de la vida política en Japón haya consistido en el sistema multipartidista. Los primeros ministros del país sustituían uno a otro anualmente y Tokio se vio obligado a postergar decisiones necesarias en el ámbito de economía y de la política exterior.

El tiempo dirá si el restablecimiento del monopolio del poder del Partido Liberal-Democrático ayudaría a resolver este problema.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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