La renuncia de EEUU a sus misiles en Europa no es una concesión a Moscú

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Washington está dispuesta a no seguir con el proyecto de despliegue de su escudo antimisiles en Europa del Este. El Pentágono renunciará al desplazamiento en Polonia de los misiles interceptores Standard SM-3 Block IIB.

Washington está dispuesta a no seguir con el proyecto de despliegue de su escudo antimisiles en Europa del Este.

El Pentágono renunciará al desplazamiento en Polonia de los misiles interceptores Standard SM-3 Block IIB. Sin embargo, la reacción del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia a esta aparente concesión a Moscú fue tajante y ello tiene una explicación lógica: incluso si EEUU llega a poner en práctica los planes anunciados, difícilmente habrá una distensión en las relaciones bilaterales.

“Estamos llevando a cabo la reestructuración de nuestro programa de desplazamiento de misiles interceptores SM-3 IIB. Muchos sabrán que teníamos previsto emplazar estos misiles interceptores en Europa, en el marco de la creación de un sistema de defensa antimisiles. El objetivo del programa era reforzar la defensa del territorio estadounidense ante la amenaza de ataque con misiles desde Oriente Próximo. La realización del programa en cuestión será pospuesta, como mínimo, hasta 2022, debido a los recortes presupuestarios”, declaró el pasado viernes el secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel.

Los recursos se destinarán a reforzar el sistema continental de defensa antimisiles. Así, en la base de Fort Greely en Alaska, además de los 26 misiles interceptores instalados, serán desplazados otros 14 del tipo GBI (misiles balísticos de la clase Minuteman III). Otros cuatro misiles de este tipo están desplazados en la base aérea de Vandenberg en California.

Además, con los fondos que se liberen, se acabarán de diseñar nuevas modificaciones de otro misil interceptor, el Standard SM-3 Block IIB, potencialmente capaz de neutralizar no sólo misiles de medio alcance, sino también los intercontinentales. Y lejos de congelar los trabajos de su diseño, éstos se acelerarán, porque sólo se ha anunciado que no se emplazarán en Polonia ni Rumania los elementos del escudo.

Según el portavoz del Pentágono, George Little, las decisiones hechas por Hagel expresan la preocupación de los dirigentes de EEUU derivada de la necesidad de defender el país contra los hipotéticos ataques por parte de Irán y Corea del Norte. De modo que, subrayó, en absoluto están relacionadas con la postura de Rusia.

Pero, se mire por donde se mire, Rusia no puede dejar desatendida la creación del escudo antimisiles en Europa. Y la respuesta de Asuntos Exteriores no se hizo esperar.

“No es ninguna concesión a Rusia ni la vemos como tal. Ninguna de las razones de la incertidumbre política generadas por la creación del sistema de defensa antimisiles por EEUU y la OTAN va a desaparecer. Por  consiguiente, nuestras objeciones siguen en pie”, explicó en su entrevista al diario Kommersant el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov. Si dejamos aparte los giros propios de la diplomacia, veremos que el mensaje que envía Moscú es inequívoco: Washington no debería contar con obtener a tan bajo precio concesiones en las negociaciones sobre armamentos nucleares y estratégicos. Dado que las decisiones se anunciaron como no relacionadas con la postura de Moscú, ésta no lo verá como una muestra de buena voluntad.

Incluso en caso de ser una concesión, no se haría al Kremlin, sino al bolsillo del contribuyente estadounidense, porque la renuncia a la cuarta fase de EuroDAM no tiene ninguna importancia militar. Con la manifiesta renuncia al despliegue de los misiles interceptores en Polonia y Rumania no hace sino desviar la atención de los problemas clave del tema.

El plan en cuestión hace tiempo que, lejos de referirse al escudo europeo, está previendo la creación en Europa de uno de los tramos del sistema global de defensa antimisiles que está creando Estados Unidos. Un sistema basado en el principio de la movilidad de sistemas para abrir fuego por un lado y de información por otro. Otro elemento importante es el intercambio centralizado de información y fijación de blancos vía satélite.

El hecho de renunciar Washington al emplazamiento de lanzaderas de misiles en el territorio polaco y rumano no significa que los misiles no sean desplazados en buques dotados del sistema de combate Aegis. En otras palabras, no se ha renunciado del todo al despliegue de sistemas antimisiles. Y hace un mes alguien filtró a la prensa el informe de la Cámara de Cuentas de EEUU, en el cual el despliegue de lanzaderas en Rumanía y Polonia se calificaba como inútil desde el punto de vista de neutralización de misiles iraníes lanzados contra Estados Unidos. Se proponía colocar las lanzaderas en el mar del Norte mediante el despliegue de buques del sistema Aegis con interceptores a bordo.

En una conferencia celebrada a principios de mayo de 2012 militares rusos hicieron público un informe en el que se hacía constar que en una serie de casos los sistemas antimisiles desplegados en Europa del Este serían incapaces de abatir misiles lanzados desde Irán. Sin embargo, no se sabe cómo ayudará en esta tarea el despliegue del sistema en el mar del Norte. Pero sí que se acortan las distancias hasta los submarinos nucleares portamisiles.

Por supuesto, Rusia no califica las decisiones de Washington como premisa de un “segundo reinicio”. En realidad estamos ante el deseo del Pentágono de ahorrar fondos y de asegurarse libertad de acción, sin meterse en Europa de Este. Parece ser un nuevo intento de Washington de hacer de la necesidad virtud y más tarde intentar cobrar caro las supuestas concesiones.

Pese a ello, para que arranque el nuevo reinicio serían necesarios unos actos de buena voluntad más significativos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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