Rusia y Egipto estrechan lazos pese a sus diferencias sobre Siria

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El pasado fin de semana estuvo marcado por dos acontecimientos importantes: el viernes, 19 de abril, el presidente de Egipto, Mohamed Morsi, sostuvo negociaciones con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la ciudad de Sochi (sobre la costa del mar Negro).

El pasado fin de semana estuvo marcado por dos acontecimientos importantes: el viernes, 19 de abril, el presidente de Egipto, Mohamed Morsi, sostuvo negociaciones con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la ciudad de Sochi (sobre la costa del mar Negro). Y el sábado, 20 de abril, el secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, inició una gira por los países del Oriente Próximo, incluido Egipto.

Si el encuentro de dos presidentes termina un viernes por la tarde, como fue en el caso de la reunión de Morsi y Putin, se puede garantizar que la comunidad internacional prestará a éste menos atención que si se celebrase, por ejemplo, un lunes por la mañana. Pero las negociaciones que tuvieron lugar en Sochi fueron muy interesantes, aunque sólo sea porque anteriormente Mohamed Morsi había asistido a la cumbre de países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que se celebró en Durban, ciudad sudafricana a orillas del Océano Índico, donde se reunió el pasado 27 de marzo con el mandatario ruso e hizo varias propuestas.

Durante el encuentro en Sochi, Morsi propuso crear una asociación política de Egipto con la Federación Rusa, así como recuperar vínculos económicos como los que había durante el Gobierno del anterior presidente, Hosni Mubarak.

Cuando alguien tiende la mano es inoportuno pasarlo por alto. Pero surgen dudas respecto a un posible crédito de 2.000 millones de dólares que Rusia podría prestar a Egipto. La situación es muy interesante: por una u otra razón nadie quiere a los líderes de los países en los que acaba de realizarse un cambio revolucionario del régimen, y su posición es inestable. La revolución suele devorar a sus propios hijos. Todos entienden que Morsi (y cualquier otra persona en su lugar) experimentará dificultades para mantener las riendas del poder.

Más de diez revoluciones que pasaron hace poco en varios países, desde Indonesia hasta Georgia, ponen de manifiesto que sería razonable esperar varios años hasta que se cicatricen las heridas revolucionarias y llegue la estabilidad. Llegarán al poder personas con las que se podrá alcanzar un acuerdo.

Al regresar de Sochi, Morsi concedió una larga entrevista televisiva sobre la situación en el país, a partir de la cual se puede entender lo que pasa en Egipto, incluidos los futuros cambios en el Gobierno y otros problemas. El país está escindido, arruinado, pero la tensión no se reduce. Además, Morsi representa a las fuerzas de la región, con las que Moscú no ha logrado entablar relaciones amistosas, aunque el presidente de Egipto explica en la entrevista que no sólo representa los intereses del movimiento islamista Hermanos Musulmanes, sino que es el líder de todos los ciudadanos de Egipto.

¿Por qué Rusia apoya a Siria? Porque quiere poner fin a la marcha triunfal de los extremistas islámicos por la región. Pero Morsi persigue los objetivos contrarios respecto a Siria. Mientras, durante el encuentro de Putin y Morsi en Sochi se anunció que las posturas de los dos países son afines en lo que se refiere a la crisis siria: ambas partes se pronuncian por su solución pacífica sin la intervención externa. Es necesario sólo llegar a la fórmula de compromiso respecto a los detalles.

¿Y qué relaciones vinculan a Egipto y EEUU? Está claro que Washington entiende también que el régimen actual en El Cairo es débil. Las revoluciones islámicas orquestadas en Oriente Próximo no alegran a EEUU, que ya hace mucho dejó de soñar con la llamada ‘primavera árabe’. Este término ya se ha quedado en ridículo. Pero no está claro cómo se podría mejorar la situación, y no sólo en Egipto sino en la región en general.

El secretario de Defensa de EEUU inició gira por la región, concluyendo un contrato importante para el suministro de armas estadounidenses de última generación a países como Israel, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí por 10.000 millones de dólares. Así las cosas, el reinicio de relaciones con Oriente Próximo para luchar conjuntamente contra Irán es un tema común.

En este ámbito, el problema principal lo representa Egipto. Este problema fue formulado hace poco en un artículo publicado en The Washington Post. No está claro a quién se debe apoyar: a los opositores de Morsi supuestamente liberales y prooccidentales o a su Gobierno. El periódico opina que es necesario apoyar los principios, a diferencia de las personas o partidos.

Además de los principios, importa también el dinero. En este ámbito, Morsi creó un problema grave para EEUU: el presidente egipcio decidió no solicitar el crédito al Fondo Monetario Internacional para evitar quedar en una situación de dependencia, sino que lo recibió en la suma de 5.000 millones de dólares de Arabia Saudí y Libia y podría recibirlo de Rusia. De ese modo, se resuelve el problema del colapso económico tras la revolución. Sólo es necesario decidir de quién sería preferible depender. ¿Y qué se puede hacer con Egipto tras este paso tan sutil?

Todos los países tienen sus propias respuestas a estas preguntas. Los estadounidenses buscarán la suya, mientras que a Rusia la vida le dictó la respuesta. Durante la visita de Morsi a Sochi, salieron a la luz pública hechos notables. Se habla sobre revolución, colapso, crisis económica. Pero el intercambio comercial entre Rusia y Egipto -cuyo volumen asciende a 3.500 millones de dólares, según las estimaciones- creció en 2011, el año de la revolución, y en 2012 en un 70%.

En cuanto al extremismo islámico, es posible que sea difundido en la región y obtenga el triunfo en las revoluciones, pero el número de turistas rusos que viajan a Egipto creció un 35% por el mismo lapso de tiempo. Así las cosas, las negociaciones celebradas en Sochi sobre la vuelta a la cooperación que mantenía Rusia con el anterior Gobierno de Egipto, incluida la construcción de una central nuclear en el territorio del país árabe, parecen lógicas.

En varios casos, las relaciones entre los dos países pueden no coincidir con las relaciones entre los dos pueblos, incluidos los que existen en el sector de los negocios. El ejemplo más elocuente de esto son las relaciones ruso-georgianas, ruso-estadounidenses, pero no sólo éstas. Esta tendencia se observa también en las relaciones entre Rusia y Egipto, independientemente de la reacción de los respectivos Gobiernos a la situación en Siria. Mientras, el desarrollo de las relaciones entre EEUU y Egipto es un tema aparte que no vamos a abordar en este artículo.

Los diplomáticos dirían que es necesario aspirar a que los acontecimientos se desarrollen de ese modo: los políticos crean un jardín, este jardín da frutos y al jardinero le queda sólo recogerlos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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