El genocidio armenio sigue separando a Ankara y Ereván

© Sputnik / PanARMENIAn Photo/ Tigran MejrabyanCada 24 de abril, armenios de todo el mundo rinden tributo a las víctimas del genocidio armenio por el Imperio Otomano
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Cada 24 de abril, armenios de todo el mundo rinden tributo a las víctimas del genocidio armenio por el Imperio Otomano (radicado en la actual Turquía) en 1915.

Cada 24 de abril, armenios de todo el mundo rinden tributo a las víctimas del genocidio armenio por el Imperio Otomano (radicado en la actual Turquía) en 1915.

Según los historiadores, en esta fecha fue asesinada gran parte de un millar de intelectuales armenios detenidos en Estambul.

Posteriormente empezó la deportación masiva y la exterminación sistemática de la población civil armenia, que continuó hasta agosto. Los armenios afirman que durante este período entre 1,5 y 2 millones de personas fueron asesinados o murieron de hambre o enfermedades.

¿Se trata de una tragedia o de un genocidio?

La parte turca no rechaza el hecho de las deportaciones masivas y reconoce la muerte de centenas de miles de personas. Los expertos turcos más críticos con las estimaciones  hechas por los armenios afirman que en varios meses murieron 200.000 personas, como mínimo.

De acuerdo con los turcos, la deportación se llevó a cabo porque los armenios apoyaban a Rusia, que fue enemiga de Turquía en la Primera Guerra Mundial. Turquía no descarta que las autoridades de aquella época fuesen responsables de la muerte de muchos civiles, pero no califica esto como un genocidio, sino como una tragedia.

Este asunto suscitó una aguda polémica hace decenas de años. La lucha por el reconocimiento del genocidio se convirtió en una de las misiones principales de los diplomáticos armenios. El genocidio armenio fue reconocido oficialmente y condenado por países como Uruguay, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Suecia, Holanda, Suiza, Rusia, Polonia, Lituania, Grecia, Chipre, Eslovaquia, Argentina, Venezuela, Chile, Canadá, Vaticano, así como por 40 estados de EEUU.

En 2006, el parlamento francés aprobó una ley que estipula que la negación del genocidio armenio de 1915 es un delito. Cada alto mandatario extranjero que llega a Armenia debe visitar el monumento a las víctimas del genocidio armenio de 1915, instalado en Ereván.

Han pasado 98 años, pero la mayoría de los armenios sigue sintiendo dolor por el genocidio y cada 24 de abril visita los monumentos, iglesias y cementerios. La historia se percibe en Armenia de una manera  muy personal, posiblemente porque este Estado sólo tocó gloria en el pasado. En aquel pasado, había un país que se extendía de un mar a otro y que posteriormente desapareció y se redujo hasta un pequeño trozo del terreno montañoso, un territorio que en aquel gran país era  sólo una provincia lejana. Y según una tradición casi nacional, no debe uno distanciarse de la historia.

Para la mayoría el genocidio, tras casi 100 años desde su inicio, es como la historia de una familia. Una minoría califica este apego al pasado como un prejuicio nacional. Miles de armenios cruzan la frontera entre Armenia y Turquía para descansar en el balneario turco de Antalia. Por su parte, los turcos hacen negocios en Armenia.

Dos años hasta que llegue el momento

Según una larga tradición política, en vísperas del 24 de abril se puede esperar que pase algo fuera de lo común. Cada 24 de abril, Armenia y Turquía están esperando ver cómo califica el presidente estadounidense lo que ha pasado hace 98 años. Para referirse al genocidio, el mandatario de EEUU suele recurrir al término que satisface los intereses de unos y otros, por ejemplo, utiliza la expresión “gran tragedia”.

Se ha convertido en algo tradicional también la aprobación por el Comité de Asuntos Exteriores del Congreso estadounidense de la resolución sobre el reconocimiento del genocidio que se lleva a cabo cada tres años: en 2007, 2010.

En 2013 todo está tranquilo y Turquía no tiene razones de revocar a sus diplomáticos de EEUU, como antes. A juzgar por todo, Ankara no debería preocuparse durante los próximos dos años, porque el aniversario del genocidio armenio se conmemoró de un modo muy sobrio el pasado 24 de abril.

El tema del genocidio dejó de ser exclusivamente armenio. El propio hecho del reconocimiento o no reconocimiento del genocidio se explica no sólo por la simpatía hacia Armenia o las ganas de hacer justicia, sino por claros motivos políticos. Por ejemplo, Israel, que a día de hoy mejora sus relaciones con Turquía y manifiesta interés hacia Azerbaiyán, no reconoce el genocidio armenio. Por su lado, los países europeos están dispuestos a reconocer el genocidio, entre otras cosas, por el deseo de dificultar o aplazar la adhesión de Turquía a la UE.

La barrera turca

Un político turco dijo en una conversación privada que posiblemente tenga sentido el reconocimiento del genocidio para mirar cara a cara a todos "los estadounidenses, los europeos y los armenios que dejarán de ser el centro de atención en breve". En los círculos liberales de Turquía todos entienden que el reconocimiento del genocidio es imposible, entre otras cosas debido a la postura inflexible de Ereván.

Mientras tanto, al convertir la historia en un modo de promoción en la arena política, Armenia creó muchos problemas y no sólo a Turquía. La cámara de representantes de EEUU puede aprobar una resolución sobre el genocidio, pero ningún presidente del país la promulgará. A día de hoy, los estadounidenses no pueden permitirse ofender a Ankara, no pueden comportarse con la indiferencia de los europeos ni quitar a Turquía la esperanza de adherirse a la UE.

Durante los últimos años, Turquía se ha mostrado dispuesta a ser un líder no sólo regional sino también en el mundo islámico que desata sus ánimos antiestadounidenses en todo el mundo.

Por otro lado, si Ereván manifiesta una excesiva atención hacia Ankara, esto puede calificarse como un apoyo a Azerbaiyán: Ereván debe aproximarse aún más con Irán, lo que no representa un grave problema para Washington. Más importante sería si Rusia volviera a ejercer su influencia sobre Armenia, una sombra de la que Ereván trata de liberarse paulatinamente. Pero en este camino puede pasar algo sorprendente.

Segundo intento

Hasta los ciudadanos armenios liberales y occidentalistas consideran que el presidente armenio, Serzh Sargsyán, hizo todo lo posible. La tarea es complicada: es necesario encontrar un equilibrio entre Rusia y Europa de tal modo que Rusia no tome demasiado en serio el paulatino alejamiento de Armenia, ni que Europa ponga en duda las intenciones estratégicas de Ereván.

Cualquier casualidad, por ejemplo un posible desequilibrio en la región, incluido el provocado por la postura rígida de Armenia, puede cambiar la situación. Así las cosas, para prevenirlo Sargsyán necesita arreglar las relaciones con Turquía.

Esto convendría a muchos, incluida Turquía que en este caso se liberaría de la presión internacional respecto al genocidio, lo que levantaría una serie de cuestiones por parte de la UE. Además, Ankara se basaba en el concepto conforme al cual es necesario mejorar las relaciones con todos los países vecinos para obtener un posible liderazgo en la región. Mientras, Irán, Siria o Grecia también representan problemas para Turquía.

Hace cinco años los estadounidenses lograron persuadir a Sargsyán y a su homólogo turco, Abdullah Gül, de que era una gran oportunidad que las selecciones armenia y turca coincidiesen en un grupo clasificatorio para el Mundial de Fútbol de 2010. El presidente turco llegó inesperadamente en otoño de 2008 a la capital armenia en la primera visita de un jefe de Estado turco para asistir al partido de fútbol clasificatorio que disputaron las selecciones armenia y turca para el Mundial de 2010. Le recibieron en la más céntrica avenida de la ciudad con los piquetes de protesta, pero en el estadio la bandera turca se erguía junto con la armenia, lo que parecía a una revolución.

Pero la revolución no llegó. Ni las autoridades armenias ni las turcas se atrevieron a oponerse a la opinión pública, que no cambia. Un 65% de la población de cada país se pronuncia en contra de una posible normalización de las relaciones. Además, en caso de que el proyecto resulte exitoso, el único actor que perderá será Azerbaiyán. Este país recordó a Turquía el lema que les une: “Una nación, dos Estados”. Y los políticos turcos se vieron obligados a reconocer que si Ereván no emprende en la región de Alto Karabaj algo que sea interpretado como una concesión, Ankara dejaría de buscar fórmulas de compromiso, lo que afectaría a los intereses de Bakú también. 

Según varios expertos, esto puso fin a la reconciliación. Otros consideraban que ésta no deja de retrasarse. Es posible que tuviesen razón. Mientras, el 100º aniversario del genocidio armenio ofrecerá a Turquía y a Armenia la posibilidad de emprender el segundo intento de aproximarse. Los presidentes de ambos países ya dieron a entender que querían pasar a la historia. Es posible que éste sea el motivo por el que el 98º aniversario del genocidio transcurrió en un ambiente muy pacífico.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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