Barack Obama propone a Rusia reducir sus armas nucleares

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La puerta de Brandeburgo se ha convertido en el escenario idóneo para lanzar mensajes ideológicos. Y desde allí Barack Obama llamó recientemente a Moscú a reducir un tercio sus armas nucleares.

El gran diplomático estadounidense Henry Kissinger se lamentó un día de que no tenía a qué número llamar para hablar con toda Europa.

El número común de la Europa común todavía no ha aparecido, pero sí un sitio desde el cual los presidentes de EEUU se dirigen a los europeos en su totalidad. Es la puerta de Brandeburgo en Berlín. Y desde allí Barack Obama llamó recientemente a Moscú a reducir un tercio sus armas nucleares.

La puerta de Brandeburgo ha oído muchos discursos de los máximos mandatarios estadounidenses: hace 50 años John Kennedy aseguró que era berlinés, Ronald Reagan exigía a Mijaíl Gorbachev que “derribara el muro”. Barack Obama habló en el mismo sitio en 2008, mencionando la importancia de la cooperación entre EEUU y Europa, la civilización que “contrarrestó al comunismo” y muchas otras cosas. De esta forma la puerta de Brandeburgo se ha convertido en el escenario idóneo para lanzar mensajes ideológicos.

Esta vez el tema del discurso era bastante habitual, en concreto, las amenazas y los retos que unen al “mundo libre”, es decir, Estados Unidos y Europa. Se trata del terrorismo, los cambios climáticos, la necesidad de divulgar los valores democráticos, etc. Y también se lanzó la propuesta de reducir un tercio los arsenales nucleares.

Dos días antes del discurso pronunciado en Berlín los presidentes Obama y Putin habían mantenido una reunión de casi dos horas de duración en el marco de la cumbre del G-8 celebrada en Lough Erne, Irlanda del Norte. Y anteriormente, con toda seguridad se habían mantenido consultas bilaterales a distintos niveles. Por esta razón la propuesta no fue para Moscú ninguna sorpresa, sino parte de una conversación en curso.

La respuesta de Vladimir Putin sonó de manera casi simultánea. Era la siguiente: “No podemos permitir que se altere el equilibrio del sistema de disuasión estratégica o que se reduzca la eficacia de nuestras fuerzas nucleares”. Bien mirado, no es una negativa, sino parte de una conversación. Una búsqueda de solución beneficiosa para ambos lados.

Para hacerse una idea imparcial de lo que está ocurriendo, habría que ser un experto, conocedor de cifras y datos. Sin embargo, la primera impresión es que los arsenales en cuestión pertenecen a Estados que ni siquiera existen ya. Porque no sólo la Unión Soviética dejó de existir, sino que desaparecieron sin dejar rastro los EEUU de los 90 y principios de los 2000 y las ilusiones de su absoluto poderío.
Sin embargo, los arsenales creados para destruir al enemigo siguen inalterables. En caso de Estados Unidos son, de acuerdo con los datos de mayo de 2010, unas 5.113 ojivas, que en entre 15 y 30 minutos alcanzarían el territorio ruso. Rusia tiene unos arsenales parecidos.

Y eso que el contenido y la tonalidad de las disputas entre Moscú y Washington han cambiado en los últimos 20 años de forma drástica. Sí que ambos países siguen en desacuerdo sobre cómo y de qué hay que hablar con Irán, Corea del Norte o Siria. Pueden discrepar en los valores y las maneras de inculcarlos en las sociedades. Siempre Rusia y EEUU han sido y seguirán siendo muy distintos, de modo que siempre habrá discusiones.

Lo que ya no existe es la disposición de destruir al enemigo físicamente. Pero los arsenales nucleares, destinados precisamente a la destrucción total, siguen intactos. Han llegado incluso a convertirse en la principal amenaza estratégica mutua.

Los fantasmas de las épocas pasadas han cobrado vida propia y han empezado incluso a verse como verdades absolutas. Esta tendencia afecta también a las relaciones bilaterales entre Rusia y EEUU. Para el que quiera hacerse una idea del estado de estas relaciones, sería aconsejable leer un informe que merece la más intensa atención, es un informe redactado por los expertos del alto nivel, Desmond Browne, Wolfgang Ischinger, Igor Ivanov y Sam Nunn. El documento es especialmente valioso por no ser fruto de una iniciativa unilateral y ofrecer un esquema de reducción de amenazas en todos los campos.

La reducción de los arsenales no es por donde se debería empezar. El primer y más factible paso sería conseguir que Moscú y Washington vayan descartando un ataque con misiles instantáneo. Pero una vez redactados los discursos que más tarde se leerán en la puerta de Brandeburgo, este criterio no se contempla.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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