Egipto y la abortada “primavera árabe”

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Mientras el presidente egipcio Mohamed Mursi se las ingenia para conseguir algunos avances en las 48 horas que los militares le asignaron el lunes para llegar a un acuerdo con la oposición, el primer mandatario de EEUU, Barack Obama, dio una lección de la democracia al mundo entero.

Mientras el presidente egipcio Mohamed Mursi se las ingenia para conseguir algunos avances en las 48 horas que los militares le asignaron el lunes para llegar a un acuerdo con la oposición, el primer mandatario de EEUU, Barack Obama, dio una lección de la democracia al mundo entero.

“Aunque el señor Mursi fue elegido por vía democrática –expresó Obama-, todavía se debe aplicar no pocos esfuerzos para que la voz de cada cual sea oída y el Gobierno realmente represente [al elector]”.

Sólo queda un problema de poca importancia: cómo conseguirlo. De todas formas, lo más importante no estriba en si Mursi prestará oído a los consejos de Obama. Lo más sintomático es que durante los últimos meses, en reiteradas ocasiones hemos sido testigos de una misma situación: aunque los líderes de una nación son elegidos por vía democrática, el resultado es nulo.

Fracaso rotundo

Unas personas piensan que la democracia sigue siendo un remedio contra todos los males, mientras que para otras (cuyo número crece constantemente) es un caballo que no se sabe por qué razones no ganó la carrera, a pesar de ser favorito.

Si uno introduce la combinación de las palabras “democracia” y “fracaso” en la página web de un prestigioso medio estadounidense o europeo, aparecerá toda una serie de países: Irak, Palestina, Brasil, Turquía, Egipto, Venezuela. Y también Rusia. Y eso que el crecimiento económico en estos países bien puede ser sostenible.

En ocasiones, analistas y politólogos tratan de atribuir las conmociones en dichos países a un fenómeno inusual: vertiginoso crecimiento de la clase media en las economías en expansión.

Esta clase media no desea bienes materiales, sino respeto. No cuenta con suficientes votos para obtener victoria en las elecciones, pero de todas formas se rebela. O sea, se trata de unas sociedades en transición que padecen enfermedades de crecimiento.

¿Pero cómo explicar los fracasos de la democracia en la Unión Europea y en el propio EEUU? Desde hace tiempo dan pábulo a numerosos comentarios. Hubieran intentado sus autores manifestar algo parecido, digamos, en los años 90. Pero en aquella época no había crisis como la actual que no tiene visos de acabar. Traten de adivinar por qué.

Esta semana, Croacia se integra en la Unión Europea, con lo cual el número de sus miembros aumenta hasta los 28. En relación con ello, New York Times hace recordar que la UE, el milagro del siglo XX, pasó a ser una dolencia del siglo XXI. Porque precisamente la democracia impide que Europa salga de la crisis. Los electores jamás votarán por los partidos o gobiernos que amenazan con quitarle pensiones o ahorros. Mientras, expertos advierten que otra salida simplemente no existe.

En EEUU se ha hablado y escrito muchísimo sobre lo insoportable que es la situación en la que un importante partido, recurriendo a procedimientos absolutamente democráticos, paraliza constantemente las gestiones administrativas del otro importante partido.

Según las apreciaciones de New York Times, esto trae como resultado que hasta 80% del crecimiento económico en el mundo sea generado por las “economías en expansión”. O sea, por China y algunos otros países de la lista arriba citada que no salen bien parados con la democracia.

¿Quién gobernará en Egipto?

Cuando los militares de Egipto emitieron su ultimátum al presidente del país, en Moscú se celebraba la conferencia del Consejo de Política Exterior y Defensa que abordó el problema de compatibilidad de la democracia y el modelo definido en las ciencias sociales como meritocracia.

Es decir, ¿quién debe gobernar los Estados: los que fueron elegidos (como Mohamed Mursi) o los que son capaces de hacerlo debido a los méritos alcanzados?

En cuanto a Egipto, los propios opositores declaran que si Mursi continúa la resistencia, los militares van a instaurar un Gobierno provisional y sólo después convocarán las elecciones, por lo visto.

¿Quién formará parte de este Gobierno? A juzgar por todo, serían personas competentes, expertos con méritos, aunque no elegidos por el pueblo. Resulta que la meritocracia sale al primer plano.

Los participantes de la discusión celebrada en Moscú que contó con la asistencia, ante todo, de los extranjeros (los europeos y los estadounidenses), a diferencia de los rusos poco democráticos, expresaron las siguientes opiniones.

Un ejemplo típico de la forma de gobernar o hacer política basada en el mérito es China. El sistema en el que los criterios fundamentales de la elección de líderes son sus cualidades morales y la capacidad de gobernar funciona en este país desde hace ya 2.000 años, señala Alexandr Lomanov.

Los sectores más sensibles, como el de finanzas, en los que deben trabajar las personas competentes que no siempre gozan de un alto nivel de aceptación, fueron excluidos del sistema político en los Estados democráticos, como EEUU y los países de la EU, por ejemplo. China lanza un repreoche a las democracias. Rusia es más democrática que China, pero China es más exitosa, afirma Alexandr Smoliar de Polonia.

Se puede citar también otros comentarios de los participanes de la conferencia: “la sociedad debe controlar el poder de los elegidos en virtud de sus méritos”. “Los ciudadanos de la antigua Grecia y el Imperio Romano sabían que el hombre es malo y es necesario contenerle”. “Sea lo que sea, no es el pueblo que elige un modelo y la combinación ideal, sino la historia y la cultura de cada nación”. “Se dice que la democracia en Rusia no está desarrollada. Pero durante los 22 años de su existencia nadie promovía la idea que sólo los más competentes deben gobernar el país. Así las cosas, Rusia está aparte. Es peor que Occidente y es peor que China”.

Quisiera añadir a la discusión de arriba que todo empieza en la infancia. No hay nada menos democrático que el sistema de educación. Cuando los niños están en la escuela primaria se pone de relieve que unos son más exitosos que otros.

Desde ese momento se inicia el proceso de selección de los mejores, como en China, que continúa en todas las etapas de la vida. Si la democracia pone obstáculos a este proceso, elaborando estándares en el sistema educativo para que éste sea accesible a todos, esto no contribuye al desarrollo tanto de la escuela como de la democracia.

De la discusión anunciada se infieren las siguientes conclusiones: es preciso encontrar una solución intermedia. Las decisiones clave las deberían tomas las personas competentes y los electores deberían aprender a elegir a tales personas. Es necesario revisar los principios de la democracia para agregar a ésta una dosis de la meritocracia.

Las conclusiones son perfectas, pero tan sólo se trata de la teoría. ¿Y qué pasa en realidad? ¿Qué impidió a los militares egipcios a instaurar un Gobierno competente durante los 16 meses cuando mantenían las riendas del poder antes de la elección de Mursi? Y ahora, después de que el presidente egipcio tomase préstamos que ascienden a miles de millones de dólares a sus vecinos árabes, renunciándose a la ayuda por parte del Fondo Monetario Internacional, ninguna meritocracia será capaz de pagar la deuda.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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