Un círculo vicioso en torno a Edward Snowden

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Edward Snowden, el extécnico prófugo de la CIA, podría empezar con esta frase su encuentro con los defensores de los derechos humanos, celebrado tras la declaración de su intención de solicitar asilo en Rusia.

“Con todas las opciones a elegir, no hay alternativa”, dice un anuncio publicitario de los años noventa que se hizo muy popular en Rusia.

Edward Snowden, el extécnico prófugo de la CIA, podría empezar con esta frase su encuentro con los defensores de los derechos humanos, celebrado tras la declaración de su intención de solicitar asilo en Rusia.

Se puede explicar la decisión de Snowden de no huir a América Latina por muchas causas, incluidos los peligros que le amenazaban por el camino. En todo caso, parece que Rusia es el único país donde Snowden, buscado por Washington por haber desvelado un programa de espionaje a nivel mundial orquestado por las autoridades estadounidenses, podría sentirse seguro.

¿Qué ha pasado con este mundo, en el que no quedan alternativas? Ésa es una cuestión aparte. Ahora es más interesante analizar cómo refleja todo esto las relaciones ruso-estadounidenses. Es evidente que la historia con Snowden desempeña un papel importante en estas relaciones. Cuando Snowden anunció su deseo, los presidentes de los dos países decidieron discutir el desarrollo de los acontecimientos.

Snowden implica problemas para Rusia

Las relaciones entre Moscú y Washington son complicadas y suelen agudizarse en uno u otro momento. Pero lo paradójico es que a día de hoy nadie está interesado en provocar un conflicto. El extécnico de la CIA apareció en Rusia de sopetón y protagonizó una situación de la que no hay una salida exitosa.

Está claro que desde el inicio no existía la posibilidad de que Snowden fuese extraditado a EEUU. El exempleado de los servicios secretos estadounidenses realizó una acción extraordinaria por el bien de todos y extraditar a este hombre al país donde le espera un duro castigo socavaría su reputación ante los ojos de la comunidad internacional.

Además, si imaginamos que un representante de los servicios secretos rusos se encontrase en una situación similar en EEUU, sería ridículo barajar la posibilidad de que sea extraditado a Rusia.

Moscú preferiría que Snowden estuviera en Rusia sólo de tránsito y se fuese por fin a un tercer país, ya que los Gobiernos de varios Estados anunciaron su disposición de concederle asilo. Pero en este momento, EEUU intervino en la situación y el asunto llegó a un callejón sin salida.

Dificultades de transporte

La Administración de EEUU anuló el pasaporte de Snowden antes de que su avión tomara tierra en Moscú y esto planteó un problema burocrático: ¿cómo se puede formalizar a una persona sin documentos?

El incidente con el avión del presidente de Bolivia, Evo Morales, al que forzaron a realizar una escala forzosa en el aeropuerto de Viena y registraron por sospechas de que Snowden estaba dentro, violando todas las normas del Derecho Internacional, demostró que Washington no se detendrá ante nada buscando vengar al traidor.

El problema de cómo viajar se sumó a la ausencia del pasaporte y parece que el propio Snowden estaba muy preocupado por esto.

Si Snowden se hubiera ido a Venezuela o Bolivia, todo se arreglaría. El disidente estadounidense continuaría filtrando la información, permaneciendo en el territorio de uno de los países donde reinan ánimos estadounidenses, pero que no representan una seria amenaza para EEUU y el asunto pasaría paulatinamente al olvido.

¿Quién se acordaba del fundador de Wikileaks, Julian Assange, antes de la historia con Snowden, a pesar de que éste se encuentra desde hace más de un año en el territorio de la embajada de Ecuador en Londres? Pero si Snowden se queda en Rusia, el asunto se adquiere otras dimensiones, ante todo, para la Casa Blanca, porque el extécnico prófugo de la CIA no dejaría de estar en el centro de atención. Los medios de comunicación y la comunidad internacional siguen calificando a Moscú como competidor estratégico de Washington.

Snowden y Putin

Parece que las autoridades rusas no están muy entusiasmadas con la necesidad de ofrecer asilo a Snowden.

El presidente ruso, Vladimir Putin, nunca temió agudizar las relaciones con EEUU y en reiteradas ocasiones aplicaba una política que provocaba la reacción negativa de EEUU. Pero el mandatario ruso solía responder de este modo a las acciones de Washington. Fue Putin el que tomaba las decisiones al respecto.

Snowden puso al presidente ruso en una situación en la que no elige el rumbo que hay que seguir, sino debe actuar conforme a las circunstancias.

Esto determinó la condición especial que le planteó Putin a Snowden hablando sobre la posibilidad de concederle asilo: dejar de perjudicar a EEUU. Y cómo Snowden puede hacer daño a EEUU sólo de un modo, al continuar publicando la información, esto quiere decir que Moscú no quiere usarle para hacer propaganda.

Mientras, este uso es el primero que se le ocurre a uno, porque es poco probable que Snowden sea de importancia como fuente de datos secretos.

Snowden molesta a Moscú y a Washington

La situación es paradójica. El presidente de EEUU prefiere que el caso de Snowden no perjudique las relaciones ruso-estadounidenses, porque EEUU necesita cooperar con Rusia en varias dimensiones de la agenda internacional. El presidente ruso Vladimir Putin no quiere que este caso rompa los importantes lazos que se formaron durante los últimos meses. Pero ambos se ven obligados a actuar conforme al desarrollo de los acontecimientos.

Rusia no puede rechazar la solicitud de asilo presentada por Snowden, porque esto perjudicará su reputación. EEUU no puede dejar de perseguirle y exigir su extradición, porque Obama está bajo la presión de sus opositores internos y de las consideraciones del prestigio de su país como superpotencia. Es un círculo vicioso.

El problema principal no radica en el caso de Snowden

El problema principal de las relaciones ruso-estadounidenses consiste en que las partes casi no tienen qué discutir. La agenda bilateral se redujo a un círculo estrecho de conflictos internacionales (Siria, Irak y Afganistán).

Afganistán quedará fuera de la agenda ruso-estadounidense en breve y es poco probable que las partes logren realizar en conjunto algo importante en Siria. Los asuntos de cooperación bilateral (reducción de armas, estabilidad estratégica y transformación democrática de Rusia) se agotaron por diferentes causas.

¿Qué podría llenar el vacío? Las historias personales, que se convierten en símbolos y empiezan a cobrar vida propia. En este sentido, una ironía amarga de la política internacional unió a Edward Snowden con el jurista ruso Serguéi Magnitski, cuya muerte en una prisión preventiva en 2009, dio origen a una serie de restricciones recíprocas entre Washington y Moscú. Sus destinos son incomparables, pero se puede decir que ambos personifican una crisis política y moral que todos, incluida Rusia y EEUU, viven a día de hoy.

Las historias complicadas y dramáticas dan lugar a especulaciones políticas y las partes empiezan a vengarse la una de la otra, cometiendo errores que tan sólo agravan la situación.

La política se reduce al intercambio de golpes que se consideran necesarios para mantener el prestigio de uno u otro país. Desde ese punto de vista, la detención del avión de un jefe de Estado soberano que goza de inmunidad diplomática y la sentencia dictada sobre el caso de Serguei Magnitski (que falleció en prisión preventiva mientras esperaba juicio y fue declarado culpable póstumamente) son tan explicables como inútiles y amenazantes.

Pero esta lógica seguirá reinando antes de que aparezca un nuevo contenido razonable en las relaciones ruso-estadounidenses.

*Fiodor Lukiánov es presidente del Consejo de Política Exterior y Defensa.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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