Desde que el zar ruso Pedro el Grande mandó en 1720 construir esta ciudad puerto, Kronstadt es una fortaleza inexpugnable del Báltico con sus 42 fuertes llamados 'vigilantes' de San Petersburgo.
Situado a unos 30 kilómetros al oeste de esta ciudad rusa, en la isla de Kotlin, en el Golfo de Finlandia, Kronstadt hasta 1993 estaba “cerrado” al turismo. Ahora en cualquier agencia el turista puede contratar una excursión o ir por su cuenta, pero mejor informarse antes para no perderse detalles importantes durante la visita a esta ciudad de la gloria naval de Rusia.
A principios del siglo XVIII el Mar Báltico se convirtió en un escenario de agónicas batallas entre las flotas de los países que participaban en la Gran Guerra del Norte, una larga serie de conflictos en el norte y el este de Europa durante el período 1700-1721, en la que estuvo en juego la supremacía en este mar.
El foco de atención del zar ruso Pedro I, el Grande, era la reconquista de Ingria, una región histórica rusa que abarca el área existente en el sureste y este del golfo de Finlandia, el más oriental de los brazos del mar Báltico, cedida a Suecia desde 1617. El monarca, famoso por sus reformas, que tenían como objetivo modernizar el país siguiendo los patrones de la Europa Occidental, se proponía, en primer lugar, reconquistar la salida al Báltico para fomentar el intercambio comercial con Occidente y crear una fuerza naval poderosa.
En otoño de 1702, Pedro I se dirigió hacia Ingria. Con una fuerza muy superior, atacó la fortaleza de Nöteborg, situada en la cabeza del río Neva, que desemboca en el golfo de Finlandia, y la tomó el 11 de noviembre. Más tarde, en la primavera de 1703, en la desembocadura del Neva, el zar atacó la fortaleza sueca de Nyenskans, conquistándola a principios de mayo. Inmediatamente, Pedro I inició en ese sitio la construcción de su nueva capital, San Petersburgo, mandando a construir el 16 de mayo la fortaleza de San Pedro y San Pablo sobre la pequeña isla de Zayachi, en el río Neva.
Era arriesgado construir la nueva ciudad que sería la capital del futuro Imperio Ruso en plena guerra, por lo tanto el zar buscó maneras de defenderla de las posibles incursiones suecas. Le llamó la atención la isla de Kotlin, una isla poblada de bosques a 25 kilómetros de San Petersburgo que tenia una posición estratégica muy ventajosa dado que en aquella época existía solo una ruta navegable hacia la entrada en el río Neva: entre la isla de Kotlin y la costa sur del Golfo.
En otoño de 1703, por orden de Pedro I al lado de la isla fue fundado el primer fuerte, Kronshlot, con la idea de proteger su nueva capital San Petersburgo y tener una base segura para la expansión imperial hacia el Báltico. Este fuerte, en forma de un polígono de 29 metros de ancho y 37 metros de alto con 14 cañones, bloqueó el único camino para potenciales enemigos: la entrada al río Neva.
Ya en junio de 1704 el fuerte resistió al primer ataque de la flotilla de buques suecos. En breve, se inició la construcción de las fortificaciones en la isla Kotlin. El plano de la futura fortaleza, que recibió el nombre de Kronstadt (“Ciudad de la Corona” en alemán) fue diseñado por el propio Pedro I. La nueva ciudad en Kotlin fue concebida como una barrera para los barcos enemigos y una base para la Armada rusa, cuya historia está estrechamente vinculada a Kronstadt.
Aquí fue construido el primer dique seco de Rusia, donde se realizaban las reparaciones de 10 embarcaciones a la vez. En 1707 se instaló en Kronstadt el prototipo de un aparato que mide el nivel del mar, que más tarde se convertiría en el punto de referencia de la red geodésica del país. Desde 1719 funciona el faro de Tolbujin, uno de los más antiguos de Rusia.
Entre los años 1803-1855 salieron de Kronstadt múltiples expediciones científicas, entre ellas la primera circunnavegación rusa (Krusenstern y Lisianski) y la expedición encabezada por el almirante F. Bellinsgausen que descubrió el continente antártico.
En 1866 en el golfo de Finlandia se realizaron las pruebas del primer submarino ruso, más tarde aquí se probó el primer torpedo ruso desarrollado por Iván Alexandróvski. En los siglos XVIII-XX Kronstadt albergó las Academias y escuelas navales y técnicas más importantes de Rusia, como la Academia de Navegación, de Artillería Naval, escuela de buceo y de mineros. En ésta última el físico ruso Alexandr Popov realizó en 1895 los primeros experimentos de transmisión y recepción de señales radioeléctricas entre un barco y tierra firme a cinco kilómetros de distancia.
No se puede dejar de mencionar la vida espiritual de Kronstadt, que llegó a su auge con el arcipreste de la Catedral de San Andrés Apóstol, Juan de Kronstadt, santificado por la iglesia rusa después de su muerte. Ya en vida el padre Juan era considerado un santo: feligreses de toda Rusia acudían a sus sermones para pedirle consejo o una ayuda que nunca negó. Abrió en la ciudad un orfanato para niños pobres, un hospicio y una escuela. Se dan innumerables testimonios de curaciones milagrosas realizadas por el sacerdote. La Catedral de San Andrés fue desmantelada en 1932 durante la época soviética y en su lugar fue instalado un monumento a Lenin. Ahora lo reemplaza una placa en la piedra de granito que conmemora la vida y obra de este orador milagroso de toda Rusia.
Después de la Revolución Bolchevique en Rusia en 1917 Kronstadt entró en la historia debido a un alzamiento fracasado de marinos contra el Gobierno de la Rusia Soviética en 1921. Los rebeldes, entre los que se contaban numerosos comunistas desencantados con la evolución del Gobierno, exigían la aplicación de un programa de reformas que recordaba a las reivindicaciones de 1917: elección de los soviets, libertad económica para campesinos y obreros, fin del monopolio bolchevique del poder o restauración de los derechos civiles para la clase trabajadora. Después de encarnizados combates y gran número de bajas, la llamada rebelión de Kronstadt fue aplastada. Más de 2.000 marinos y soldados de la guarnición de Kronstadt fueron fusilados sin juicio alguno, 6.500 personas fueron condenadas a prisión y trabajos forzados y 8.000 rebeldes consiguieron huir a Finlandia.
Durante la Segunda Guerra Mundial la ciudad-fortaleza en el Báltico sirvió de base para la Flota Submarina de la URSS mientras los cañones navales de los buques en la rada de Kronstadt neutralizaban el fuego enemigo contra Leningrado, así se llamaba entonces San Petersburgo, un enclave asediado por los nazis.
Kronstadt conserva múltiples vestigios de su pasado. Si llega a la plaza Yákornaya (del Ancla) se verá ante la grandiosa Catedral Naval de San Nicolás, de estilo neobizantino, terminada en 1913. Es a la vez el templo y el memorial de la gloriosa marina rusa: dentro de la iglesia se colocaron las placas de mármol con los nombres de barcos y de marinos que habían dado sus vidas por la Patria. Cerrada en la época soviética, actualmente la catedral está devuelta a los creyentes, restaurada y sin duda es una de las más bellas en San Petersburgo (a que administrativamente pertenece Kronstadt). Desde la plaza, por la calle Kommunistícheskaya, se llega al parque de Pedro I con su monumento al zar. Desde allí, la calle Makárovskaya le llevará primero al palacio Italiano de principios del siglo XVIII, uno de los más grandes de la época, y luego al centro de la ciudad con los jardines de San Andrés, donde antes se erigía la catedral del mismo nombre, la catedral de San Vladimir y las fortificaciones antiguas de la parte norte de la isla.
Se puede ir a Kronstadt desde San Petersburgo en autobús y en barco (sólo en verano). Las visitas guiadas por la ciudad incluyen las visitas a los fuertes.
