La reciente cumbre entre Rusia y la Unión Europea demostró que las relaciones entre ambas partes no pasan por su mejor momento, escribe hoy el diario Novie Izvestia.
La muestra más elocuente de ese enfriamiento es la duración de la cumbre que no pasó de tres horas, en lugar de dos días, como suele ocurrir en el caso de encuentros de tan alto nivel.
Además, las partes no adoptaron ningún documento final al término de la reunión.
Según Novie Izvestia, la presente situación se debe a las divergencias de Moscú y Bruselas en torno a la crisis en Ucrania y el cruce de acusaciones sobre la injerencia en asuntos internos del país eslavo.
Otro tema de discusión, la suspensión del régimen de visados entre Rusia y la UE, no corrió mejor suerte, pues Bruselas dio a entender que ese punto no figura entre sus prioridades.