El nuevo Premio Nobel de Física, Andre Geim, confesó que echa de menos a su país de origen, Rusia, pero es lo suficientemente cuerdo para no regresar.
“Sí que tengo nostalgia pero todavía estoy en mi sano juicio para no volver”, afirmó Geim en declaraciones que publica hoy Novaya Gazeta.
El investigador posee actualmente nacionalidad holandesa pero trabaja básicamente en Gran Bretaña, junto con otro físico de origen ruso, Konstantin Novoselov, con quien compartió el Premio Nobel por el desarrollo del grafeno.
Geim se definió como “un científico, no un luchador” y dijo que malgastó una parte sustancial de su vida “combatiendo contra los molinos de viento” en Rusia. Calificó de “totalmente surrealista” el plan ruso de crear un centro nacional de altas tecnologías en Skólkovo, por analogía con el Silicon Valley estadounidense. Un proyecto suelto no resuelve nada, en su opinión; es necesario asignarle a la ciencia durante varias décadas grandes subvenciones del orden del 2-3% del PIB para conseguir el objetivo de la modernización.
“Nos gustan amplios gestos y decisiones retumbantes, como ese invento de Skólkovo (…) cuando lo único que se requiere es la tranquilidad, un ritmo pausado, trabajar de forma paulatina y minuciosa, eliminar las barreras, erradicar la corrupción que es el mal mayor”, dijo.
Su colega, Konstantín Novoselov, también reconoció que “el trabajo es lo primero” para él, de modo que prefiere “seguir por ahora en Gran Bretaña”, donde se naturalizó.
