La momia de la “princesa de Altái”, que después de encontrada hace 17 años estuvo estudiada en la ciudad siberiana de Novosibirsk, arribó hoy en helicóptero a su tierra de origen, informó la directora del museo del Instituto de Arqueología y Etnografía de Novosibirsk, Irina Sálnikova.
En la República de Altái, sur de Siberia, estaban esperando con impaciencia su llegada. Hasta administraron unos ritos especiales pidiendo que el vuelo transcurra bien. La momia viajó en un sarcófago blindado envuelta en silicona, para impedir el menor daño.
Los restos de esa mujer que vivía hace más de 2,5 mil años fueron encontrados en 1993en un túmulo, cerca de la frontera con Mongolia, por unos arqueólogos de Novosibirsk. El hallazgo fue valorado como uno de los más importantes de los últimos tiempos.
Los habitantes de Altái estuvieron insistiendo durante esos 17 años en el regreso de la “princesa”, la que consideran su madre ancestral. Pero los científicos se negaban a devolverla bajo diversos pretextos. Surgió un conflicto. Las autoridades de la república incluso prohibieron realizar excavaciones en la región donde fue encontrada la momia.
Para zanjar el conflicto, en Gorno-Altaisk, capital de la república, fue reconstruido un museo con el fin de garantizar las condiciones para la conservación de la momia. En Alemania fue adquirido un instrumental que permite mantener la temperatura y la humedad requeridas.
Según expertos, la momia no fue una princesa, ni mucho menos. Los objetos encontrados en su entierro permiten concluir que no era de procedencia noble, pero probablemente poseía unos conocimientos especiales: de curandera, adivinadora o narradora de cuentos mágicos.
Los científicos afirmaron que la “princesa” por su origen étnico no procede de Altai. Pero esas revelaciones no influyeron de ningún modo sobre el vehemente deseo de los habitantes de Altái de volver a verla en su tierra, pues la “princesa” ocupa un lugar especial en su mitología.
